¡Qué poco preparados estamos los hombres para estar solos! Tal vez ese miedo haya sido la causa de que seamos los seres más inteligentes del planeta.
Lo que nos diferencia de cualquier otro animal es la gran organización que nosotros, los seres humanos, tenemos para comunicarnos. Desde el comienzo de nuestra historia hemos desarrollado nuestro contacto con lo que nos rodea por una simple causa: no queremos estar solos.
De hecho es difícil encontrar a alguien que esté solo; sin embargo es tan fácil encontrar a alguien que se sienta así...
No es este caso, creo, el caso de Sebastián.
En el gran afán de no olvidar uno encuentra compañía solamente en eso que no quiere olvidar y, sin saberlo, poco a poco se queda vacío, sin nadie, ni siquiera uno mismo.
Tal vez, creo, este ultimo si sea el caso de Sebastián.
Encontrando como compañía solamente un retrato. Lejos del mundo real. Cerca de perder la cordura. Viajando por el tiempo y el espacio, atravesando la muerte, llegando otra vez a ese mundo que imagina. Lejos, muy lejos, del mundo real.
¡Cuántas veces, nosotros, los hombres entramos en esa fantasía, en esa ilusión que no es más que un sueño y nunca despertamos! Si tan solo alguien o algo nos enseñara de una buena vez y para siempre que la única forma de alcanzar lo que deseamos es peleando bien despiertos...
A nuestro alrededor vemos, tocamos, oímos y por eso creemos en lo de nuestro alrededor. Sin embargo poco vemos, tocamos y oímos en lo que imaginamos y a veces creemos mucho más en esto último.
¡Cuánto nos engañan nuestros sentidos!
El secreto es no dejarse engañar por nuestros sentimientos. Es preferible morir a golpes que vivir enamorado de un retrato, de algo que no existe en el nombre del amor.
Y así es, nuestro miedo a la soledad nos convierte en nuestros personajes, en gente que no conocemos, que nunca vimos ni supimos de ellos hasta que se ponen frente a uno y le dicen "Pues, bien, mi amigo, es mi turno de ser vos". Así es, nada podemos hacer para evitarlo. Sólo podríamos despertar y ver otra vez sólo lo que nos rodea. Sin dejar de ilusionarnos o de soñar. Soñar despiertos, no en un mundo irreal.
Esto no es otra prueba mas para aquello que dice que lo que no destruye al hombre lo hace más y más fuerte.
Después de varios siglos en soledad el hombre logró ser el más grande en inteligencia de todos los demás animales. Logró dominar el mundo.
Es precisamente lo que nos ocurre a los tantos Sebastianes que tanto amamos la vida y no sabemos como hacer para que a ella la domine el amor, la felicidad, la igualdad, la libertad.
Creo que es hora de despertar.
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El último retrato
RomanceEsos son los últimos retratos. Esas cosas que ayudan a vivir. A soñar. A creer que alguna vez ya no seremos de nadie mas que de uno mismo. No retratos. Humanos.