Daba vueltas en su cama.
¿Quién no tuvo alguna vez esa sensación de encontrar las respuestas a tantas preguntas en la vida, justo a la hora de dormir?
Eran preocupación. Nada más. ¿Qué podría ser más?
Sabrina comenzó pensando en que una gota de desconcentración podría hacerle perder su trabajo.
Continuó luego con las pastillas de la traición y con lo que éstas le había hecho sentir.
Finalizó más tarde con la imagen de Sebastián.
Tal vez en él cierre todo.
Tal vez esa imagen era la solución.
Solo "tal vez".
Pasaban los minutos y las horas mientras el sol se preparaba para volver a nacer.
No era cansancio lo que a Sabrina le faltaba. Eran tranquilidad, respuestas e insatisfacción lo que no la dejaba dormir...
¿Cuál es la diferencia entre vivir en silencio y morir callando?
Ninguna, claro que ninguna.
Pero es muy feo no saber qué decir.
El sol se asomaba. Volvía a reflejar sus rayos en los tibios ojos de Sabrina, pero sólo se asomaba. Ni siquiera parecía darle la información de que un nuevo día estaba comenzando: Sabrina continuaba pensando en todo, totalmente todo lo que le preocupaba.
De cualquier forma no llegaba a ninguna otra conclusión que no sea: "Tu, Sabrina, eres tu mejor amiga..." Pero otra vez la imagen de Sebastián, sin saber por qué.
El sol dejaba a algunos para hacerse real a otros, mientras seguían pasando los minutos, las horas...
A veces cuando todo se complica bajo tus esfuerzos es necesario dar un paso al costado y dejar que todo pase.
Como si nuestro camino no sea siempre llano y blando. Como si ese camino se llenase de obstáculos por momentos, y nosotros sin otra alternativa que acomodar la velocidad de nuestro andar a la cantidad de piedras. Disminuir el paso, aumentarlo, correr, frenar...
Camino lleno de sogas que nos atan y nos hacen más difícil el andar: el pasado.
Camino con flores que podemos juntar y llevar siempre con nosotros: los recuerdos.
Esas veces en las que nos sentimos cobardes, son los mismos que terminan por definirnos (a nosotros y a lo que buscamos)... pero es tan difícil darse cuenta...
Sabrina volvió a cerrar sus ojos tibios y nada logró, otra vez.
El silencio alrededor también parecía invitarla a pensar.
Confusión.
Volvió a admirar a Sebastián. Tan seguro de sí.
Apenas lo conocía.
Peor aún: siquiera lo conocía... y ya lo admiraba.
Volvía asomarse la figura del sol.
Sabrina estaba muy cansada.
Sus preguntas encontrarían respuestas en apenas segundos... pero, sin mas remedio, al fin, se quedó dormida.
Sentiría cansancio al otro día, pero de todas formas le había servido de mucho.
Había crecido sin un solo golpe (o tal vez sí)
El sol ya había nacido...
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El último retrato
RomanceEsos son los últimos retratos. Esas cosas que ayudan a vivir. A soñar. A creer que alguna vez ya no seremos de nadie mas que de uno mismo. No retratos. Humanos.