El ultimo ángel

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capitulo 1

Desear la inmortalidad es desear la perpetuación de un gran error.

Mi nombre es Caroline, tengo 160 años, humanamente? me veo de 17, la inmortalidad no me va mal, soy un ángel puro, por alguna razón mis alas son negras. Vivo en un reino en los cielos junto a un puñado de ángeles de alas blancas, pero parece que no les importa. Solo tengo un amigo y la verdad no necesito a nadie más se llama Sebastián, solo que él es un ángel guardián. Tenemos la misma edad y es el único en quien en verdad confió.

Estoy recostada en una suave y tenue nube alejada del resto, me había sentado a ver el atardecer, este era diferente, tenía algo diferente. Alguna vez había escuchado que vistas como aquellas sólo se presentaban para anunciar algún cambio. Aunque no había que prestarle demasiada importancia, al fin de cuentas eran sólo leyendas. Amaba ese tono naranja que tomaba el cielo cuando el sol estaba en su última vista y reclamaba el paisaje haciéndolo suyo y destacando mejor la textura de las nubes, mis ojos anhelaban minuto a minuto verlo a diario miles de veces, lujos como esos no son siempre posibles.

La noche estaba por llegar, deleite mi mirada con los últimos rayos de sol que estaban quedando pero las nubes se pusieron temerosas, porque hasta ellas tenían miedo. Me levanté al ver la rapidez con la que el color había desaparecido y todo se había teñido de gris, el acogedor calor se había ido y fue remplazado por una gélida brisa que golpeaba mi rostro. Me gire asía mi costado de donde todo parecía provenir, fijé la mirada a lo lejos buscando respuesta a lo que estaba sucediendo, bostece solo un poco pues la temperatura cayo precipitada mente pude ver como salía una gélida brisa de mi boca, escuche truenos a un par de metros de mi distancia y note como las nubes soltaban un pequeño diluvio, el cielo que antes era gris ahora era negro, una preocupación invadió mi mente.,

  —¡Caroline!—escuche como chillaban mi nombre, era Sebastián que corría presuroso y angustiado hacia mí, la nebrina que estaba se fue dispersando conforme se acercaba a mi cada vez más rápido al igual que cada vez más distinguible su figura, por alguna razón no me moví, sólo veía cuán agitado estaba, su cabello rebotaba sobre su cabeza y formaba un halo rubio sobre él. Me percaté de que no vestía igual que siempre, llevaba uniforme de batalla negro y una espada en la mano sostenida con demasiada fuerza.

    — ¡Caroline, ahí  estas! ¿estás bien?  — tomó mi rostro entre sus manos e hizo que mi mirada y la suya se cruzaran. Note que sus profundos ojos grises transmitían preocupación. Él se veía realmente mal. Más pálido de lo que ya era, mientras un par de gotas bajaban por su frente a su rostro, intente transmitirle seguridad con mi mirada pero su preocupación era profunda

      — estoy perfectamente, ¿Qué pasa? —rosé sus manos con las yemas de mis dedos.

    — Debes irte, ahora! —ordeno— Astaroth ha mandado a todo su ejército, esta asesinando a todo aquel que represente una amenaza…Caroline, tu representas esa amenaza— sentí como se erizaba cada centímetro de mi piel. No lo podía creer— ¡VETE AHORA! — me lo dijo mientras me agitaba bruscamente por los hombros

Vi por el rabillo del ojo y no lo podía creer, algo que parecía ser una multitud de demonios se acercaban imponiendo caos. Eran grandes otros pequeños, de sus bocas les escurría sangre tenían cuernos y eran rojos unos parecían elfos otros duendes mientras que otros minotauros y gigantes todos con el mismo objetivo, eran miles y parecían venir cada vez más y más. Todo el reino con espadas, arcos entre otras armas defendiendo lo que era nuestro hogar, daríamos batalla y no nos rendiríamos fácil mente.

Sebastián saco de su espalda un arco y un par de flechas, me las dio, giro para enfrentarlos y sabía que aunque quisiera quedarme debía irme, pues al parecer era yo el obstáculo para Astaroth no ellos, por que abrían de pagar el precio poniendo en cuerda floja sus vidas?.

Tire un par de flechas y di justo en el corazón, sus cuerpos pasaban del tono sangriento a un gris claro para que a los segundos sus cuerpos se pusieran como piedras y desaparecieran convirtiéndose en polvo y una brisa se los llevara por los aires, cuando al fin tuve algo de distancia para moverme, vi a Sebastián dando todo de él atravesando demonios con su espada, haciendo lo posible por defenderse.

Corrí algunos metros y por inercia volví en redonda para ver qué pasaba, fue cuando vi lo que no debía ver. Nicolás, el famoso demonio mayor ayudante de Astaroth tomaba con furia a Sebastián por el cuello, haciéndolo gemir de dolor, agudicé el oído y pude escuchar cómo susurraba un “cuidare de ella” en su oído burlonamente con una sonrisa en su rostro, acto seguido colocó el filo de su espada en el cuello de Sebastián y sin piedad alguna lo corto, el cuerpo cayó inmediatamente tomando tono gris de los pies hasta el cuello y desvaneciéndose al instante mientras que la cabeza la arrojo como si fuese un simple objeto y la lanzo lejos haciendo que desapareciera.

Después fijo su vista en mí, ese monstruo estaba mirándome con esos ojos llenos de odio y rencor hacia la vida, e inmediatamente cambio su expresión de burla por una furiosa. Comenzó a caminar hacia mí y corrí de nuevo pero con temor, perdí noción de que estaba sobre aquella tenue nube y caí, mientras estaba en el aire y consiente que eso podría matarme extendí mis alas en los últimos momentos para amortiguar un poco mi caída y pude ver el suelo, estaba en la tierra.

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