Elocuencia.
Al día siguiente, al despertar, sentía que mi cabeza estallaría en cualquier momento. Abrí los ojos y no vi a mis amigas en sus camas, eran las 9 a.m y afuera estaba algo nublado, hacía frío y eso me hacía sentir feliz. Me senté en la orilla de la cama y recordé cada momento, cada palabra, cada sensación, y todos y cada uno de los segundos que pasé con Carlos. Sus palabras sonaban en mi cabeza, y podía seguir sintiendo sus labios en mis labios, sus brazos alrededor de mí, los latidos de su corazón retumbando acelerados, y su dulce aroma en mi nariz. Recordé las palabras de Mar, sus lágrimas y su manera de ser tan fuerte, tan capaz, tan independiente y tan mujer. Me sentía en casa, en familia, pertenecía perfectamente ahí.
Salí de mi habitación, buscando a mis amigos, entré a la cocina, al baño, fui a la estancia e incluso a la habitación de los chicos, y nada, no estaban. Supuse habrían salido a desayunar mientras yo dormía, me dirigí al baño, quería tomar una ducha, me sentí asqueada por el alcohol, al salir me puse un atuendo cómodo, con botas, bufanda y gorro, era Octubre y ya se sentía mucho frío. Tomé mi celular y salí de la cabaña.
Capturé fotografías de todo lo que encontraba; un padre y su hija jugaban cerca del lago, la pequeña llevaba botas a prueba de agua y un conjunto de guantes, gorro y bufanda de panda, les tomé una fotografía sin que se dieran cuenta, salió perfecta, el sol apenas era visible por las nubes grises, y el agua del lago era tan cristalina que los árboles a su alrededor se reflejaban.
Fui a una cafetería cerca del lugar, y pedí un té, era perfecto para el clima que hacía, me extrañaba no encontrar a los chicos por ningún lugar. Caminé sin rumbo por ahí y llegué a unas pequeñas bancas de madera que daban vista al lago y a las cabañas que apenas se veían por los árboles. Y ahí me quedé un buen rato, pensando en todo lo bueno que había en mi vida.
Eran las 14:00 p.m, volví a la cabaña y me asusté al encontrar la puerta abierta, entré con cautela y me quedé inmóvil en el marco de la puerta, con los ojos humedecidos y una sonrisa de oreja a oreja. La recepción estaba completamente distinta a como estaba por la mañana, habían decenas de globos de todos los colores posibles, y una caja grande de color azul bajo en la pequeña mesita de estar que antes estaba en el sofá que había desaparecido. Mis amigos elegantes, con traje y mis amigas con vestido y lágrimas que no dejaban caer para no arruinar su maquillaje. Y en medio de ellos, se encontraba el hombre más cautivador que conocería jamás, con un traje elegante y una sonrisa llena de satisfacción y alegría.
-Hola, preciosa.-Su voz era mi sonido favorito en todo el mundo.
Se acercó a mí y me tomó de la mano. Me dirigió a mis amigos y cada uno me entregó una flor que tenían en sus manos, detrás de la espalda. Acto seguido salieron de la cabaña y nos dejaron a solas.
-Alguna vez me dijiste que te gustan muchos las gerberas.-Dijo tomando la mano en la que no llevaba las flores.
-Qué memoria tan reluciente tienes.-Dije al tiempo que miraba nuestras manos entrelazadas.-Gracias, pero ¿por qué todo esto?
Sonrió con la cabeza viendo nuestras manos.-Quise que fuera especial, que sea algo importante, algo que recuerdes cada vez que alguien te pregunte por mí o pregunten cuánto tiempo llevas con tu novio.-Se me paró el corazón al escuchar esa última palabra, ¿acaso me pediría que fuera su novia de manera formal?.-Eunice, llegaste a cambiar la idea que tenía de conocer a la persona indicada, no sé si la vida nos tiene un futuro juntos, pero sé que algo, sea lo que sea, te puso en mi camino por una razón en específico, estar contigo. Eres como una estrella fugaz, pasaste por mi universo y no pude ver a nadie más de la forma en la que te veo a ti; eres vida, eres luz, eres inocencia y amor en su estado más puro. Quiero compartir contigo los momentos más especiales, buenos o malos, quiero tomarte de la mano y caminar sin rumbo, porque tú eres mi camino; no quiero que seas mía, porque no eres algo que se puede poseer, quiero que seas tuya y me permitas estar a tu lado mientras descubres quién eres. Quiero conocer lo que tú me permitas conocer de ti y quiero que conozcas lo más profundo que existe en mí. ¿Me lo permites?
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Así era él.
Teen FictionUna estrella fugaz llegó a mi vida, para enseñarme todo lo que desconocía.