Capítulo 13

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Parte 2.

30 minutos de recorrido. Carlos aparcó su auto y me ayudó a bajar, como siempre lo hacía. Al cerrar la puerta se tomó unos cuantos segundos para verme, y sonrió.
-No me cansaré de decir que te ves más que preciosa.
-Gracias.-Sonreí ruborizada.
Caminamos hasta la puerta y tocó el timbre.
-¡Chicos!, creí que no llegarían.-Ange nos saludó y abrazó.-Pasen, pueden dejar sus cosas en mi recámara, el jardín está algo lleno, pero les va a encantar. Adentro están los demás.
Nos dirigimos al jardín, habían luces adornando la cerca que dividía la casa de Ange de la de sus vecinos, y globos plateados y dorados con gas helio que se movían por el viento y una mesa con bebidas y botanas se encontraba justo a un lado de la puerta que daba entrada a la casa. Vimos a lo lejos a nuestros amigos y caminamos hasta ellos, todos nos saludamos y en unos minutos Ange llegó a nuestro lado.
-Todo está precioso. Ange, Mar se lucieron. Además se ven hermosas.-Y era cierto, ambas lucían bellísimas en sus vestidos, incluso lucían un poco diferentes a cuando se los probaron en mi habitación, Mar llevaba su vestido en color negro, muy elegante, corto por la parte de enfrente y largo por la parte de atrás, con capas de tela fina que volaban con el más mínimo movimiento, arriba llevaba encaje en forma de flores con un ligero escote que lucia muy bien en ella, zapatos altos y estéticos, con un collar plateado en varias piezas y maquillaje en su punto, lucia como una princesa. Ange por otro lado usaba un vestido entallado en color azul eléctrico, el cual hacía más notorias sus marcadas curvas, el encaje en la parte de arriba dejaba poco a la imaginación, pero en ningún momento se veía vulgar, llevaba tacones en un tono dorado con pequeñas partículas brillantes en color plateado, su maquillaje en tonos neutrales la hacía ver formal, y todo esto hacía la perfecta combinación para que pareciera modelo.
-Gracias, Eunice. Tú te ves más preciosa que de costumbre.
-Es lo mismo que le he dicho.-Carlos tenía su brazo rodeando mi cintura.
-Gracias.-Sentí cómo me ruborizaba.
-¡Tenemos que tomar una foto de todos!-Mar abrió mi pequeño bolso y tomó mi cámara instantánea. Le pidió a un chico que estaba cerca si nos tomaba la foto, nos colocamos todos en fila y vimos el flash de la cámara.
-Ahora una ustedes solamente.-Nos habló a Carlos y a mí, él puso su mano en mi cintura y me acercó a él.
-Sonríe, cielo.-Sonreí y el flash de la cámara me cegó por un instante.
-¡Otra, otra!.-Una y otra y otra vez disparó la cámara.
-Salieron perfectos, discúlpenme, pero tengo que ayudar a Ange a ver que todo esté bien. Ahora vuelvo.-Mar me entregó la cámara y las fotografías y se fue. Vi la fotografía que encabezaba a las demás, que era la última que Mar nos había tomado. Carlos y yo, ambos sonriendo, salvo que él no veía a la cámara y yo sí, él me veía a mí, como si estuviese viendo una obra de arte, con tanta cautela y atención, me veía como si estuviera viendo su película favorita, se notaba en su rostro una satisfacción tan grande y mil emociones más, me veía con tanto cariño y ternura, como si fuera la persona más importante para él. Se veía divinamente guapo, el traje exacto a su medida lo hacía ver más galán de lo normal, con su mano tan varonil que recorría mi cintura, y la otra metida en el bolsillo de su pantalón de vestir, con la postura correcta que lo hacía verse imponente, el saco cerrado dejaba ver su camisa blanca y su corbata en un tono lila pastel, con esa sonrisa tan preciosa y tan preciada para mí. Yo, por mi parte, veía a la cámara y sonreía, con el vestido que había escogido como el indicado, en dos partes, la falda con finas capas de tela en tonalidades lila y azul, las cuales se combinaban haciéndolo parecer una galaxia, que al moverse parecían coloridas olas de mar, llevaba unos bolsillos que no se notaban; la otra parte, un un top en las mismas tonalidades que dejaba ver parte de mi abdomen, tirantes delgados y un escote en forma de corazón, con pequeños pliegues en la tela que lo hacían verse divino, el corsage en mi muñeca que había colocado en mi cintura me daba un toque angelical, me veía bonita y no podía no notarlo. Al vernos a Carlos y a mí juntos algo revoloteó en mi estómago, nos veíamos bien, de alguna extraña manera parecía que ambos nos complementábamos, encajábamos perfectamente y eso me hacía sentir rebosante de alegría. Lo quería demasiado y él a mí, ¿qué más podía desear?
-¿Puedo verlas?.-Carlos a mi lado interrumpió mis pensamientos.
-Claro.-Le sonreí y le di las fotografías.
Analizó detenidamente la fotografía que antes analizaba yo.-Me encantó esta.-Sonrió.
-A mí también, es muy linda.
-Es hermosa, como tú. Y lo es porque estás tú en ella, y también porque estamos juntos.-Me abrazó fuerte y yo me sentí tan feliz. Guardé las fotografías en mi bolso y seguimos disfrutando de la fiesta.
Pronto comenzó la música y todos bailaban, habían parejas por todas partes bailando canciones comerciales, otros bebiendo y comiendo y nosotros que hablábamos y hacíamos bromas, y bailábamos casi todas las canciones que sonaban. Noté como un grupo de chicas giraban a ver a Carlos, para después verme a mí de arriba hacia abajo y reírse burlonas, no comprendí qué pasaba y por un instante me sentí mal.

-No les tomes importancia, cielo. Tú eres la más preciosa de todo el lugar, su pensamiento mediocre no les permite admitir que no son las únicas en el mundo.-Carlos quien seguía tomándome de la cintura, pasó su mano libre por mi mejilla, giró mi rostro y me besó.

-Gracias.-Dijo cuando nos separamos. Observé a las chicas que tenían el ceño fruncido por la escena que acababan de presenciar.

Algo que me gustaba de mi novio es que sabía cómo divertirse, sabía bailar muy bien y dominaba prácticamente todos los estilos de música, bailamos varias canciones y reíamos porque yo no sabía coordinar del todo bien, aunque siempre me guiaba para hacerme lucir como si tuviera todo bajo control. Ya había oscurecido y el cielo nocturno se llenó de estrellas, Ange creyó que sería una idea perfecta ponerse romántica, comenzó una dulce y armoniosa melodía, sonreí al pensar en una escena romántica de película, y como si me hubiera leído la mente...

-¿Me permites esta canción?.-Extendió su mano hacia mí, sonriendo tan cautivador como siempre. Tal vez sí había leído mi mente, tal vez se le ocurrió en el momento en que escuchó la canción o tal vez así lo había planeado pero, por la razón que fuera, coloqué mi mano en la suya, quería tener ese momento con él.

-Claro.-Dije y comenzamos a caminar al centro del jardín, Ange y Mar me vieron desde el lugar donde estaban los amplificadores de sonido y me dedicaron brinquitos de emoción. Comenzó una letra que transmitía millones de sentimientos y quien le daba voz tenía el don que se necesitaba para atrapar a cualquier persona, nos dejamos envolver por el ritmo y la lírica.

-Like a river flows, shorely to the sea. Darling so it goes, some things were meant to be.-Cantó suave, cerca de mi oído y al traducir aquella frase en mi mente sonreí, coloqué mi cabeza en su pecho y dimos una vuelta lentamente. Conocía bien esa canción, mi padre se la cantaba a mi mamá, hace muchos años y hacía que mi hermano y yo también la cantáramos, dejó de hacerlo tan seguido cuando nosotros crecimos, aunque de vez en cuando, los fines de semana por la mañana, lo hacía, después de la muerte de mi hermano dejó de hacerlo por completo .-Take my hand, take my whole life too.-Me apartó un poco y estiró su brazo para hacerme girar en mi lugar, regresó a mí y colocó sus brazos en mi cintura, abrazándome fuerte, como si quisiera protegerme de todo y todos, como si quisiera darme a entender que estaría siempre ahí.-But I can help falling in love with you.-Sentí como sonrió al finalizar aquella frase, y sonreí también. Tomó mi mentón con su mano y delicadamente alzó mi rostro para darme un corto beso, nos quedamos así, bailando lento en nuestro lugar hasta que la canción acabó. Habíamos tenido ese mágico momento que su madre le había contado, e imaginé a sus padres observándonos felices, sonriendo tiernamente. Al regresar con nuestros amigos, Ange y Mar sonreían y fingían limpiar lágrimas imaginarias, reí bajito. Miré la hora en mi teléfono, las 11:45 p.m.

-¿Podemos ir por mi bolsa a tu auto?, por favor.-Le dije al tiempo que sonreía de oreja a oreja.

-Claro, vamos.-Me devolvió la sonrisa y entramos a casa de Ange para salir a la calle en donde estaba estacionado su coche.

Así era él. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora