Serendipia.
Apenas era la segunda semana de vacaciones y aún faltaban poco más de tres meses para entrar de nuevo a la escuela, no había hecho mucho, entré a un gimnasio, ¿para qué me quedaba en casa haciendo nada?, y había estado viendo algunos empleos, no porque los necesitara, pero quería hacer algo más que estar acostada en la cama, viendo televisión o videos. A pesar de llevar poco tiempo lejos de mis "amigos" y la situación de Eduardo, comenzaba a sentirme mejor, las heridas comenzaron a sanar casi por completo, ya no dolía. Poco a poco los días comenzaron a tener un nuevo sentido, no por otros, sino por mí.
Un mañana me llamaron de una tienda, en la que dejé una solicitud de empleo, era una cafetería, no muy grande, pero tenían bastantes clientes y no quedaba muy lejos de casa. Me pidieron me presentara al día siguiente, era martes, así que lo hablé con mis papás y ellos estaban completamente de acuerdo.
Así que, el miércoles por la mañana, a las 9 am aproximadamente, me dirigí a mi ahora nuevo empleo, al entrar habían un par de personas sentadas en las mesas y una mujer sonriente observándome en la puerta que, supuse, daba hacia el área de empleados.
-¿Tú eres Eunice Razo?
-Así es, mucho gusto.-Dije con una sonrisa.
-Bienvenida, me alegra muchísimo que hayas venido, realmente necesitaba a alguien. Ven, te presentaré a los demás. Soy Gloria, por cierto.
Entramos al área de empleados, habían exactamente cinco chicos y chicas, dos mujeres y dos hombres. Las chicas eran especialmente bellas, muy profundamente me sentí inferior a ellas, los tres chicos eran bastante guapos, y todos se veían muy amables.
-Les presento a Eunice, estará laborando con nosotros, bueno, con ustedes, espero que la traten muy bien y le expliquen cómo es que funciona todo aquí. Eunice.-habló dirigiéndose a mí.-Te presento a tus compañeros.-señaló a la primer chica, alta, con cabello castaño y ojos color café, un color muy particular.-Ella es Mar.
-Mucho gusto, Eunice.- dijo Mar con una sonrisa en el rostro, era bastante linda y se veía muy simpática, le devolví la sonrisa.
-Igualmente, Mar. dije sonriente.
-Ella es Ange. siguió la señora Gloria. Era una chica de mi estatura, piel apiñada y unos ojos muy bellos y grandes
-Un placer, Eunice, espero que nos llevemos muy bien.
-Espero que así sea, Ange.
-Él es Roberto.
-Bienvenida, Eunice.- dijo muy sonriente e inmediatamente me sentí en confianza con él, alto e imponente, piel morena y una sonrisa cautivadora.
-Gracias.- dije con una sonrisa.
Siguió con Luis, que se veía bastante amable, de esas personas que dicen mucho sin decir nada. Y, por último, Carlos. No le había prestado tanta atención cuando recién entré a la habitación, en cuanto lo presentó captó mi atención por completo, piel morena, alto y seguro, y sus ojos se hacían chinos en cuanto sonreía, creo que su sonrisa me atrapó, aunque me negué rotundamente a aceptarlo en ese momento; era de esas personas que te inspiraban confianza total, era muy callado, o al menos eso creí yo, me sonrió e inmediatamente me sentí nerviosa, ¿por qué?
-Un placer, Eunice, espero que te sientas cómoda estando aquí con nosotros.- dijo y terminó la frase con una sonrisa que provocó una inigualable ternura en mí. Me limité a sonreír de manera nerviosa y no articulé palabra alguna. (Bien ahí, Eunice, bien ahí)
La señora Gloria nos dejó solos, y todos se acercaron a mí, por un momento me sentí extraña, hacía mucho tiempo que no estaba con tanta gente, hacía tanto tiempo que no notaban mi existencia fuera de casa.
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Así era él.
Ficção AdolescenteUna estrella fugaz llegó a mi vida, para enseñarme todo lo que desconocía.