Era el primer día de clases, y yo estaba bastante nerviosa. No sabía si alguno de mis amigos estarían en el mismo grupo que yo, qué haría al ver a Eduardo después de lo ocurrido aquel día en la cafetería.
Eran las 6:45 am cuando llegué a la escuela, caminé hacia mi salón, como era de costumbre en los primeros días, habían dos o tres personas sentadas, sin decir palabra alguna. Me senté en la mitad del salón, ni muy lejos de la puerta, ni muy cerca de la pizarra. Transcurría el tiempo y con ello llegaban más y más personas al salón, se saludaban los unos a los otros, excepto a mí, empecé a sentirme nerviosa, inquieta y tal vez algo temerosa.
Dieron las 7 am, el profesor o profesora aún no llegaba, y justo cuando iba a poner mis auriculares para escuchar música, vi entrar a la persona que menos quería ver, Eduardo estaba ahí, con un golpe en el ojo y cara de pocos amigos. Me miró mal, aventó su mochila a la banca que encontró más cerca y se sentó de mala gana. Ignoré su comportamiento, ya nada que hiciera podía sorprenderme. Las 7:15 am, entró la profesora que importaría Literatura a nuestro grupo, se presentó y se sentó en su escritorio.
Iba a comenzar a hablar, cuando alguien interrumpió su intención, reconocería esa voz en donde fuera, aunque estuviera rodeada de cientos de personas y sólo fuese un susurro.
-Buenos días, profesora. Disculpe la demora, ¿será posible que podamos pasar?
-Adelante chicos, pasen.
Carlos me miró fijamente y me dedicó esa sonrisa torcida que tanto me gustaba. Detrás de él caminaban Mar y Roberto, tomaron lugar detrás mío y dejaron el asiento vacío a mi lado para Carlos. La profesora comenzó a hablar, y después escribió el temario en la pizarra, tardaría un buen rato en escribir todo.
-Buenos días.
-Buenos días, Carlos.-Su voz, apenas audible, era música para mis oídos.
-Qué coincidencia que nos haya tocado el mismo grupo, ¿no crees?
-Me alegra que estén aquí, creí que estaría sola.
-Jamás lo estarás, Eunice.
Me sentí tranquila al escuchar eso último.
La clase pasó rápido, no hicimos mucho, y la profesora se fue 15 minutos antes de dar la hora.
-¿Y Luis y Ange?.-Pregunté, supuse que llegarían más tarde.
-Ellos quedaron en otro grupo, cariño. Tal vez les otorguen un cambio y puedan estar con nosotros.-Mar me dijo desde su asiento.
-Qué alivio que estén aquí, no me imagino lo que habría hecho si estuviera sola.
-Le importas demasiado a cierta persona como para no dejarte sola, incluso en clases.-Dijo Roberto, como susurrando.
-¿Cómo?
-Nada. No le hagas caso.-Intervino Carlos.Las clases terminaron demasiado rápido. Al salir encontramos a Ange y Luis, nos esperaban en el estacionamiento.
-¡Eunice, querida! Qué alegría verte.
-Nos vimos hace una semana Ange.
-Lo sé, pero te extrañamos. Todos.
-Éste será un gran año, amigos.-Luis se veía emocionado, desconocía la razón exacta.
Resultó ser que, mis amigos eran bastante conocidos por todos. Toda la escuela sabía quiénes eran, si creía que David y Mario eran buscados por las chicas, cuando vi cómo "cazaban" a Roberto, Luis y, para mi no tan buena suerte, Carlos, me sentí tonta al creer que mis antiguos amigos eran unos galanes. Las chicas se les aventaban, y hasta cierto punto las entendía, eran guapos, eran carismáticos, tenían muchísimas virtudes. Mar y Ange eran, por mucho, las más lindas de la escuela, tenían una actitud angelical, y muchos chicos estaban detrás de ellas, aunque Roberto, Luis y Carlos siempre cuidaban que no se metieran con alguien equivocado, y después estaba yo, pasé de ser alguien que pasaba casi por desapercibido a alguien a quien muchos buscaban. Cuando estaba con Eduardo tenía cierta fama, muchos me conocían, pero no en esa magnitud. Lo mejor era que no desentonaba, me sentía parte de ellos, sentía que encajaba y más que eso, pertenecía ahí.
Nos acoplamos bien a la rutina de la escuela, en cuestión de un par de semanas.
Un viernes casual, en casa de Ange, hablábamos de todo y nada a la vez, era noche de chicas. Entre nosotras nació una amistad increíble, nos contábamos todo; y mis papás confiaban bastante en mí y en mis amigos, por ello podía ir a dormir a su casa, salir o viajar con ellos, jamás tuvieron esa confianza con Eduardo y los demás chicos.
-Cuando terminen los parciales habrá que festejar yendo al lago, otra vez.-Mar se veía muy decidida a ir.
-¿Festejar?
-Nos irá de maravilla, Eunice, y debemos festejar eso.
-Además de otras cosas.-Ange habló para sí misma.
-¿Qué cosas?.-Quise saber.
-Ya verás, pequeña Eunice.-Mar me miró con una sonrisa divertida.
Recordé la noche en qué Carlos y yo jugamos 10 preguntas, creí que sería un buen juego para nosotras.
-Juguemos 10 preguntas.-Dije con una sonrisa.
-¡Genial!, empieza tú, Eunice.-Mar pasó de la orilla de la cama a la alfombra de la habitación.
-Veamos, Ange, ¿cuál ha sido el momento más hermoso que hayas vivido jamás?
Ange me vio con ternura, y después miró sus manos cruzada en su abdomen.
-Esto lo sabe casi nadie, más que los chicos y Mar.-Me miró como si quisiera darme a entender que confiaba en mí y no podría decirle eso a nadie. En ese momento Mar la tomó de la mano, como gesto de consolación, supuse.
-Seré una tumba.
-Hace un par de años, conocí a cierto chico. Mi hermano me lo presentó, ellos eran mejores amigos. Tuvimos química desde el primer momento, salimos con miedo a que mi hermano nos descubriera y se molestara, tuvimos citas a escondidas, durante casi 3 meses, los 3 meses de vacaciones escolares, antes de regresar al que habría sido mi último año de bachillerato.
"Nos enamoramos, como dos locos que jamás habían, si quiera, oído del amor. Nos dimos cuenta de ello, y decidimos hablar con mi hermano, Roger, al principio se molestó, ¿su mejor amigo y su hermana?, después se conmovió supongo, y aprobó lo que teníamos. Me pidió que fuera su novia, y Roger le ayudó.
Ulises me veía como su niña, me llevaba a todas partes, pasaba aquí por mí en las mañanas, me llevaba a la escuela y me recogía en las tardes. Me cuidaba y me protegía, fuimos novios durante 4 meses más, hicimos el amor de la manera más cursi y tierna que puedes imaginar, era mi primera vez y me cuidó en todo momento. Algo salió, no mal, pero no de la manera en que esperábamos, y aquella prueba de embarazo que me hice dio positivo; de hecho Mar fue quien compró la prueba, jamás terminaré de agradecerle.
Nos aterramos al saberlo, pero después nos pusimos a saltar de alegría, él tenía un empleo no muy lejos de casa y ganaba bien. Hablamos con nuestros padres, y no muy convencidos consintieron nuestra idea de vivir juntos. Dejé la escuela para dedicarme completamente a mí embarazo.
Compramos un departamento, era precioso, entraba mucha luz y tenía un balcón precioso en donde quería poner flores y toda clase de plantas. Cumplí 18 años y celebramos 9 meses como novios, esa noche preparó lasagna, la peor que he probado, pero la hizo con todo el amor que su corazón podía emanar y yo la comí dichosa. Me dio la sorpresa más grata, después de mi embarazo, cuando sacó un anillo de su saco y me pidió que compartiéramos nuestras vidas, junto con la vida que habíamos dado a ese pequeño ser que llevaba en mi pancita.
Juntos pintamos la recámara de nuestro bebé, éramos bastante inexpertos y, hasta cierto punto, infantiles, como no sabíamos si sería niño o niña pintamos una pared rosa, una azul, una blanca y una amarilla. Éramos los más felices de todo el mundo.-Ange estaba sonriendo al recordar lo que había vivido, y de pronto la sonrisa se borró y una lágrima tomó lugar en su mejilla derecha.
-La vida es cruel, Eunice. Un día estás perfectamente bien, te sientes plena y feliz y al otro todo tu mundo se derrumba. Un madrugada un dolor en el vientre me despertó, grité y desperté a Ulises, lloré y grité más al ver las sábanas llenas de sangre. Corrimos al hospital, Ulises se pasó todos los altos que marcaban los semáforos. Todos se alarmaron al escuchar a mi prometido gritando y llorando, me atendieron de inmediato, pero todo fue en vano.
Con 6 meses de embarazo, mi bebé se fue. Lloramos mientras escuchamos la explicación del médico, los tres primeros y los tres últimos meses del embarazo son críticos. Todo cambió aquel día, quisimos que nuestras vidas siguieran como antes, que el amor que nos teníamos superara el gran dolor que estábamos atravesando, pero no pudimos. Ulises se enfrascó en el alcohol y las drogas y creó su burbuja de dolor y rencor, nuestra relación se deterioró y volví a casa de mis padres, tenía la esperanza de que, con el tiempo, me buscara y volviéramos a ser felices, con un vacío en el corazón, pero juntos. Un mes después mi hermano llamó a mi celular, dijo que lo había encontrado en la regadera de nuestro departamento, muerto por una sobredosis; él sólo iba a visitarlo para pedirle que arregláramos nuestra relación, que nos apoyáramos el uno al otro para salir del hoyo en el que estábamos.
"No pude levantarme de mi cama hasta 2 meses después, cuando mis padres me suplicaron llorando que viviera, por la razón que fuera, pero que siguiera adelante, yo sabía lo que se sentía perder a un hijo, y no quería que ellos experimentaran ese dolor. Entré a trabajar a la cafetería con Mar y el resto el historia.-No supe en qué momento comencé a llorar, y cuando terminó sentí la extrema necesidad de abrazarla. Ella me correspondió, y besé su cabello. Mar se unió a nuestro abrazo y dijo susurrando "Mi sobrino hubiera tenido a la mamá con el corazón más hermoso de todos", y así nos quedamos por varios minutos, tratando de absorber su dolor, para que le pesara menos, aunque sabíamos que eso era imposible, ¿cómo ayudas a alguien que perdió a la persona con quien quería compartir su vida y, a la vez, a la personita que era su vida completa?
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Así era él.
Novela JuvenilUna estrella fugaz llegó a mi vida, para enseñarme todo lo que desconocía.