Bonhomía.
Llegó la mañana y con ello mil emociones y sentimientos, estaba completamente nerviosa por la fiesta de Carlos, aunque también estaba feliz y emocionada, e incluso sentía un poco de miedo, ¿qué pasaría si no le agradaba a sus abuelos?, ¿sería la clase de novia que le gustaría a ellos para su nieto?, ¿sentiría lo mismo si, en vez de sus abuelos, fueran sus padres? Supongo que jamás lo sabría. La cita era a las 14:00 pm, Carlos pasaría a recogerme a casa como a eso de las 13:00 pm, tenía tiempo suficiente para arreglar el desastre que había ocasionado en mi habitación una noche anterior, y hacerme ver presentable para tal ocasión. Aproximadamente a las 12:00 horas yo ya estaba más que lista, decidí que algo discreto sería lo ideal, un vestido muy femenino y maquillaje bastante natural, aunque aún tenía mis dudas. Mis padres aprobaron aquel atuendo, halagándome con palabras bonitas. En cuanto el timbre de casa sonó, me despedí de ellos y caminé hacia la entrada principal, abrí y me encontré con él, Carlos se veía formal sin tener que usar un traje y eso provocaba mariposas en mi estómago.-Hola, preciosa.-Besó mi mejilla derecha y yo sonreí.
-Hola, te ves bien.-No podía guardar mis pensamientos para mí, vaya que se veía bien.
-No más que tú, estás hermosa.-Acarició mi mejilla con su mano.-¿Nos vamos?
-Claro.-Le sonreí de nuevo.Nunca había ido a su casa, sabía que vivía no muy lejos de la mía, pero no sabía exactamente en dónde, conforme comenzamos a avanzar más y más, los nervios comenzaron a hacerse más notorios.
-¿Pasa algo, cielo?.-Preguntó tomando mi mano, pero sin dejar de ver al frente.
-No, no, ¿por qué?.-Mi voz me delató.
-Te notó rara, como distraída.-Me dedicó una fugaz mirada preocupada.
-Supongo que sí, algo.-No podía mentir, no a él.
-¿Qué ocurre?.-Llegamos a un semáforo en rojo, volvió la cabeza y puso total atención a mi rostro, lo cual me puso aún más nerviosa.
-Estoy.... nerviosa.-Saqué la última palabra entre dientes.
-¿Nerviosa?, ¿por qué?
-Me aterra no agradarle a tus abuelos.
-Cielo.-Me sonrió y acarició mi mejilla.-Estoy seguro que ellos ya te adoran. No te preocupes por eso, por favor, no hay razón para tener miedo o sentirte nerviosa.
-Lo sé, lo siento, pero no puedo evitar sentirme así.
-Tranquila, ¿cómo no van a quererte, si eres maravillosa?-Besó delicadamente mi mano, y el semáforo se tornó verde.
Me percaté de que estaba avanzando un poco lento, comparado con la velocidad con la que conducía habitualmente, sin duda alguna algo ocurría.
-¿Qué sucede?-Pregunté angustiada.
-Dijiste que estabas nerviosa, ¿cierto?
-Así es, ¿por qué?
-Digamos que también lo estoy un poco.
-¿Por qué?
Antes de que pudiera responderme algo, se detuvo frente a la entrada de lo que parecía un fraccionamiento, avanzó unos cuantos metros y saludó a un hombre dentro de una cabina de vigilancia, quien daba el paso al fraccionamiento.
-Buenas tardes, joven Bennett.-Nadie había llamado a Carlos por su apellido, al menos no en mi presencia, aquel señor era muy propio, supuse.
-Hola, Fernando.-Le sonrió amablemente.
-Adelante.
-Gracias.
No pregunté nada, sólo me quedé callada observando. Avanzó por una larga y grande calle, parecía una carretera dentro de un fraccionamiento; a lo largo de esta habían casas enormes y bellísimas, con alumbrados espectaculares y a la entrada de estas, grandes árboles y plantas y flores de todo tipo, me recordó a un bosque, y prácticamente era eso, un bosque con grandes casas lujosas en él. Habían casas a mi izquierda y casas a la derecha, estas últimas parecían en desnivel, como si estuviesen construidas hacia abajo, fue entonces cuando me di cuenta que el fraccionamiento estaba construido sobre un pequeño valle, la carretera estaba casi en la cima de este. Siguió avanzando y yo no le veía fin a la carretera, hasta que se detuvo frente a una casa con una grande pared de cristal, tomó un pequeño artefacto con un botón en éste, al oprimirlo se abrió aquel cristal en dos, y entramos en él, tenía pinta de elevador, Carlos presionó un botón que se encontraba en la pared y comenzamos a bajar, era un elevador para autos, mi pequeña mente estaba tratando de digerir todo lo que había visto. El ascensor se detuvo y se abrió, el auto avanzó hacia una entrada que daba un pequeño estacionamiento donde habían más coches. Carlos se detuvo y apago el auto, instantáneamente se volvió a verme, lo observé sin decir palabra alguna. Salió de auto y abrió mi puerta, extendió su mano y me ayudó a salir, caminamos hacia una puerta que parecía otro elevador, pero esta vez sólo para personas, entramos en este y subimos, al abrirse se encontraba una gran habitación con una sala en tonos blanco y negro, con una chimenea (¡una chimenea!) frente a esta y una pantalla enorme. Caminamos a la siguiente habitación en donde había un gran comedor en los mismos tonos que la sala, con luces y plantas decorativas, habían pinturas que la adornaban y también había una puerta blanca, que supuse daba a la cocina. Avanzamos a la siguiente en donde había un mueble bar, con una barra y taburetes para esta, había grandes fotografías enmarcadas en maderas. No pude evitar detenerme frente a una, Carlos siendo un niño como de cinco años de edad, en medio de sus padres, en un jardín y los tres sonreían a la cámara. Sonreí inconscientemente.
En esta habitación también se encontraban unas grandes escaleras por las que podías subir, supuse que a las recámaras; había una puerta de cristal, salimos por ella a un gran jardín, en donde había una piscina, ¡una piscina! El jardín daba vista a un grande campo que parecía de golf, con más casas alrededor, ¿acaso el fraccionamiento era infinito?, ¿o era una especie de ciudad dentro de una ciudad?
Estaba decorado con luces y globos, y otros adornos en tonos plateados y dorados, había una parrilla en una de las esquinas del jardín y una gran mesa en el centro. Nos detuvimos ahí y Carlos soltó mi mano, yo caminé al centro del jardín y volví la vista hacia arriba, una gran casa fue lo que pude ver, arriba de la primera planta se encontraba otra, y arriba de esta otra, todas con grandes cristales y balcones elegantes. Volví mi mirada a Carlos quien se encontraba viéndome detenidamente.
-Wow.-Fue lo único que pude articular.
-Ven conmigo.-Lo noté serio y algo angustiado, comencé a preocuparme un poco.
Entramos a la casa y llegamos a la habitación en donde estaba el bar, subimos por las escaleras y nos encontramos con un enorme pasillo y con cuatro puertas a los lados, al final del pasillo habían otras escaleras y una puerta que daba a un balcón, caminamos hacia ella y salimos por este. Carlos soltó mi mano y miró hacia el frente, se quedó unos segundos así y de pronto volteó a verme.
-No quiero que esto cambie algo entre nosotros.
-¿A qué te refieres?-Pregunté consternada.
-Esto, el hecho de que no te haya contado nada, que te haya ocultado esta parte de mí.-Lo comprendí hasta entonces.
-Debiste tener tus razones.
-Tenía miedo, miedo de que cambiaras al saberlo. Todos lo hacen, me tratan diferente, cambian en todos los aspectos. Incluso algunos lo hacen para conseguir algo, como si pensaran que, al tratarme bien, yo podría darles algo.
-Yo no soy así.
-Te conozco, sé que no eres así. Me lo demostrarse todo este tiempo, pero ya me pasó antes, muchas veces.
Me quedé callada, no sabía si sentirme molesta porque creyó que yo sería igual, o sentirme mal por él, era normal que tuviese miedo.
-Mis padres trabajaron desde muy jóvenes y supieron cómo hacer dinero, se desenvolvieron bien en el mundo de los negocios. Además de que los padres de mi mamá le enseñaron a ella cómo trabajar y generar ingresos, ellos lo hicieron en su tiempo también."
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Así era él.
Ficção AdolescenteUna estrella fugaz llegó a mi vida, para enseñarme todo lo que desconocía.