18.- En tiempo de guerra, cualquier hoyo es trinchera

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                 O Peor es nada



¿Qué ha sido eso que acaba de pasar? No soporto la idea de quedarme ahí, en esa calle oscura. Por primera vez desde que llego, Deccal no me sigue y yo no podría estar más agradecido por eso porque sinceramente estoy a punto de perder la poca razón que me queda.

Jamás me enamorare de ti

Jamás me enamorare de ti

Jamás me enamorare de ti

Las palabras se repiten en mi mente, como si fuera un dato importante de alguna clase, pero con la diferencia de que estas me hacen sentir un gran vacío en el pecho, un dolor extraño y unas tremendas ganas de ponerme a llorar. Pero, maldición, ese es precisamente el problema ¡Yo no quiero que él se enamore de mí! ... jamás se me ocurrió, por dios él es un demonio y eso lo tengo tan presente... o quizá no tanto. Maldición...

Mientras camino por las calles ahora más llenas de personas, tengo que quitarme los lentes y limpiarlos un poco, pues una insistente llovizna ha comenzado a caer. Más de una vez, Deccal había comentado cosas similares delante de mí, que ahora me sienta así solo me dice que algo ha cambiado desde que nos conocimos, y no soy tan idiota como para no saber qué fue lo que cambio.

¿Estoy enamorado? No lo creo... aunque para ser honesto no he tenido muchas experiencias amorosas para poder asegurarlo. Solo sexo... eso fue lo que me dije a mi mismo cuando lo hice con Deccal, solo estaba experimentando y sus palabras no deberían lastimarme. Ja, que fácil decirlo, nada más lejos de la realidad, en estos mismos momentos me siento horrible. De verdad que es horrible... ser un demonio es horrible.

Por si fuera poco, hace un frio tremendo aquí y no tengo intención alguna de volver a casa, donde seguramente Deccal estará, como si nada hubiera pasado. Hasta que no comienzan a tiritarme los dientes me doy cuenta de que me estoy helando, necesito ir a algún lado, pero sin dinero, ni nada... y solo se me ocurre un lugar.

— ¿Eizam?— al menos una cosa me sale bien esta noche, pues es Luke quien me abre la puerta cuando llego a su casa— ¿Qué te paso?

— siento... venir así. ¿Podría quedarme esta noche en tu casa?— tengo tanto frio que apenas puedo pronunciar algo.

— no hay problema, pero tienes que decirme que fue lo que paso, porque vienes hecho una piltrafa— me dice, jalándome del brazo para que entre. Su casa es pequeña, casi un departamento, pero esta cálida— mamá, Eizam va a quedarse ¿podrías preparar algo caliente para tomar?— La respuesta de la madre de Luke me llega algo ahogada, pues Luke no se ha detenido y me ha hecho ir subiendo las escaleras hacia si habitación— lamento que no pueda ofrecerte alcohol, pero mis padres están en casa.

— No quiero alcohol— Luke me deja en la entrada de su habitación mientras va y revuelve entre sus cosas.

— sí, lo suponía. Antes que nada, ten— me dice, extendiéndome unas prendas— toma un baño primero o te enfermaras. La semana pasada estuviste algo enfermo también.

— umm.

— Vamos, vamos— al final, Luke me empuja hasta su baño y cierra la puerta tras de mi— tienes diez minutos antes de que entre por ti— en otro día, la amenaza de Luke me haría reír, pero ahora solo puedo pensar en Deccal, en Deccal y en su falta de sentimientos. No tomo más que unos siete minutos en bañarme y secarme. Luke es más grande que yo, pero como casi toda mi ropa me queda algo grande no me molesta la diferencia de tallas, además no me queda tan grande.

Para no caer en tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora