7.- Más vale enemigo cuerdo, que amigo loco

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                                                            O como no confiarte de los demás


Ha pasado una semana desde que Deccal se está quedando en mi casa. Las cosas han ido más o menos bien desde entonces. Deccal acepto quedarse en la habitación libre que hay en la casa, así que ahora mismo estoy rezándole a todo dios conocido por que a nadie se le ocurra mudarse por estos días.

— oye...

— ¿ahora qué?

— ¿Por qué te largaste pronto hoy? Iba a llevar el auto.

— no quiero usar ese auto, no es tuyo.

— Es mío si así lo quiero— me dice, sonriéndome con superioridad— puedo hacer que el dueño se olvide de él, y listo. Aunque a lord Astaroth no le hará mucha gracia— estoy llegando a casa, y Deccal está en sofá, con la televisión encendida y una bolsa de papas fritas grande a un lado.

— hablas mucho de ese lord Astaroth.

— ya te dije que es mi jefe, de hecho es el jefe de casi todos. Es quien se encarga de llevar la contabilidad del infierno. Es un pesado que solo se la pasa hablando de lo que hará cuando regrese al cielo y esas cosas del paraíso.

— ¿Y está enojado contigo?— quizá si le ayudo a resolver sus problemas se marche más pronto, es una idea que he tenido hace unos días, pero Deccal no me ha dado muchas oportunidades de hablarle civilizadamente.

— ah... bueno... algo así.

— ¿algo así?

— no te interesa como humano. A decir verdad, solo se molesto porque le dije que el trabajo es basura y que debía cambiarme a otra área— Suspiro, sentándome en otro sofá. Con lo poco que le he oído hablar del infierno me imagino algo como un montón de oficinas corporativas.

— creo que no eres muy serio en tu trabajo... digo, no es que me moleste pero imaginaba que un demonio seria mas... aterrador— incluso me rogo que le dejara quedarse, cuando debería estar llevando mi alma al infierno.

— lo sería si fuera un demonio con más poder. Podrías considerarme un demonio menor.

— ¿Cómo la cosa esa con la hablaste aquel día?— Deccal me mira por primera vez, arqueando una ceja y llevándose una papa a la boca.

— estas muy curioso el día de hoy— eh, bien si me la pase toda la semana evitándolo el mayor tiempo posible y ahora de buenas a primeras le hablo claro que parece sospechoso. Pero en serio quisiera librarme de esta lo más rápido antes de que termine enloqueciendo, que ya de por si siento que he perdido la razón y Deccal no es más que un producto de mi imaginación. De no ser porque se apareció en la universidad en ese auto de lujo...

— solo siento que debería saber un poco más.

— uh, bien. No como ese, ah ¿Cómo te lo explico? No soy un demonio de jerarquía alta, así que por tecnicismo puedes decir que soy un demonio menor, pero los demonios menores ni siquiera tienen cuerpo humano ni usan lenguaje sofisticado como nosotros.

— entiendo, entonces eres de baja categoría.

— Odio que lo digas así— gruñe.

— ¿y cómo subes de categoría?

— no puedes. Eres lo que eres y ya. Por eso detesto tanto ser lo que soy, no puedo tener algo mejor pero si algo peor.

— suena bastante mal...

Para no caer en tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora