15.-Nunca digas: de esta agua no beberé.

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                           O la mejor forma de librarse de la tentación

Tener a Deccal tan cerca y de esta forma solo me hace temblar. No tengo ni la menor idea de que estoy sintiendo en estos momentos. Cuando Deccal está como Derik olvido por completo que es en realidad un demonio. Su risa me devuelve a la realidad.

— eres demasiado ingenuo.

— ¿eh?

— no pensé que caerías tan pronto, mucho menos porque no estoy intentándolo en serio— sus manos aún están en mi cintura, y se sienten heladas contra mi miel. Su cara a centímetros de la mía, con su típica sonrisa maliciosa.

— No... entiendo...— murmuro. Que idiota soy, él solo se estaba burlando de mi todo este tiempo, jamás debí haberlo tomado en serio. Estúpido, estúpido, estúpido...

— ¿ah? ¿Pero qué pasa contigo?— la visión se me hace borrosa con las lágrimas que se acumulan, además de que empañan mis lentes. Yo también quisiera saber qué rayos está pasando conmigo, no debería de estar llorando por algo como esto. No son lágrimas de humillación, eso lo sé, lo que siento en estos momentos es una mezcla de vergüenza, decepción y rechazo.

— Vete— murmuro, apartándolo de un empujón. Cuando me veo libre de él, me giro, quitándome los lentes para limpiarlos y borrar el rastro de las lágrimas en mis ojos.

— oye...

— ¡Deccal!— la puerta se abre de golpe, haciéndome pegar un brinco y alejarme de ella. Solo veo un borrón oscuro entrando a la habitación, alguien que sisea con tal rapidez que ya me perdí un montón de palabras...— y deja de estar perdiendo el tiempo con los humanos— ¿otro demonio?

— Tsk, maldición Rosierh, lárgate— espeta Deccal. Después de ajustarme los lentes, veo que el recién llegado es efectivamente otro demonio, rubio y con ropas muy formales, que no desentonan con los oscuros cuernos que salen de su cabello, que a pesar de ser largo lo trae demasiado bien peinado y sujeto en una coleta. Parece molesto, pero la furia no arruina sus bellas facciones. Es todo lo contrario a Deccal.

— ¡No puedo! Por tu culpa lord Astaroth me mando a vigilarte— en otro momento, su aparición me hubiera hecho preocuparme demasiado y hacerme mil y un preguntas del porque está aquí. Ahora, sinceramente no tengo ánimos, su aparición no me hace sentir nada.

— No le hubieras ido a chismear, para empezar— que tonto he sido. No quiero saber nada más de demonios por ahora.

— ¿Eizam? ¿A dónde vas?— Deccal me llama, pero lo ignoro. No quiero estar con él. Se ha burlado de mí, y me duele mucho mas no tener idea de porque me afecta tanto lo que acaba de pasar. Por eso mismo ahora voy a la sala, que ellos discutan lo que quieran.

— A ningún lado— murmuro.

— Tú, no me dejes solo aquí— ¿Por qué los demonios no entienden que es la privacidad? Ambos me siguen a la sala, sin dejar de discutir sobre ese tal lord Astaroth.

— vete al infierno.

— Él es mi trabajo ahora, no puedo volver sin tener su alma, eso dijo lord Astaroth, puedes ir a decírselo— las palabras de Deccal me hacen sentir mucho peor, solo puedo abrazar un cojín mientras finjo que todo está bien. ¿No debería solo ignorarle como he hecho hasta ahora? ¿En qué momento paso a importarme lo que pasara con él como para ponerme de esta manera? Tengo muy presente lo que es Deccal, y por eso mismo no entiendo lo que me pasa... ¿será algo que Deccal ya estuviera planeando?

Para no caer en tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora