13.- Quitando la piedra, se quita el tropezón.

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                                                            O de cómo darse por vencido.

Deccal no cambio mucho después de la visita a mi familia. Siguió siendo el mismo demonio que entra a mi universidad como un chico con pinta de roquero y un auto lujoso. También que me pregunta cada que puede si no quiero pedir algo.

— Eizam ¿no puedes hacer algo con ese exorcista?— Deccal entra en mi habitación, en la que hasta hace unos segundos estaba estudiando. Se arroja a la cama al tiempo que se enciende el televisor.

— ¿eh?

— ese estúpido se la paso rociando agua bendita en los sofás para que no estuviera ahí— gruñe molesto— solo porque es el día de descanso de tu amigo raro y estaba viendo televisión en la sala.

— pero si Clyne es invitado de Neil no puedo hacer mucho.

— es tu culpa que este aquí.

— ah, de hecho es tuya. Si no me hubieras molestado esa primera semana no le habría pedido ayuda a nadie, además Clyne se comporta...más o menos.

— tsk. Es molesto. Como si me interesara verlos coquetear— Deccal ríe de pronto, llamando mi atención— o ver como tu amigo le ignora— la verdad, Neil si es un poco frio con Clyne.

— Déjalos en paz— no me gustaría involucrar a más personas con Deccal. No me fio mucho de él aun.

— no les estoy haciendo nada. No me interesan— me dice encogiéndose de hombros.

— ¿puedes bajar el volumen? Estoy estudiando.

— podrías dejar de hacerlo si lo pides— suspiro, negando con la cabeza— también puedo hacer que estés con tu familia, o que nunca se separen. Cosas así— Eso me lo dijo después de regresar, y sinceramente es lo más cerca que he podido estar de vender mi alma. Luego recordé que no lo necesitaba— ¿no vas a pedir nada?— ahogo un grito cuando siento como la silla se inclina hacia atrás, y me encuentro con la cara de Deccal a escasos centímetros de la mía.

— no...

— ¿No?— Sus labios rozan los míos, y un escalofrió me recorre de pies a cabeza. Cosas así me pasan desde que tuve ese sueño... me cuesta mucho admitir que algo desconocido ha despertado en mi a causa de eso. No es que antes no conociera el placer, ni que no hubiera experimentado esas cosas. Mi problema es que todo eso fue con chicas... hacerlo con un chico me resulta más excitante de cierto modo, y muero de vergüenza solo de pensarlo.

— Quisiera estudiar— respondo, sacando el atomizador. Deccal me suelta y la silla cae hacia atrás, conmigo en ella— maldito demonio— gruño, sobándome la cabeza por el golpe que me di cuando caí.

— ah, que aburrido...— murmura, alejándose de mí— en serio creo que eres el único humano que no quiere nada, y tengo la desgracia de tenerte como contratista.

— tú eres una desgracia andante.

— ¡Oye, sonaste idéntico a lord Astaroth!— dice, riendo.

— No debería molestar a tus jefes— le digo, recordando que ese nombre es el del supuesto jefe de Deccal.

— Pero no quiero ese trabajo— reniega. Ah, si se la ha pasado casi todo el tiempo quejándose sobre eso, por eso está aquí todavía y no se va.

—Suena difícil ser un demonio— comento, con desinterés. No tiene caso que intente estudiar si Deccal está aquí, y a juzgar por lo que dijo tampoco puedo ir a la sala.

Para no caer en tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora