10.- Por probar, nada se pierde.

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                  O de íncubos y sueños incómodos.

Las cosas en casa últimamente están de locos, y no me extraña para nada que Deccal quiera ir de paseo a cada rato. Clyne es mucho peor que Deccal, y siento compasión por el pobre de Neil, admiro mucho su tranquilidad aun cuando Clyne le está abrazando y le intenta besar a cada dos minutos. Si no está haciendo eso, se la pasa discutiendo con Deccal porque según él está muy cerca de Neil, o le vio en tal o tal situación.

— Ese maldito exorcista— gruñe Deccal, entrando a mi habitación y cerrando la puerta. Hasta hace unos segundos estaba leyendo tranquilamente para la próxima clase.

— ¿puedes al menos tener la amabilidad de tocar?

— ¿amabilidad? Lo siento, no está en mi vocabulario. Además, entre por la puerta, pude solo haber aparecido— eh, tiene un punto en eso— arg, ojala nunca le hubiera dicho eso de que podía venir. Ahora pienso que era mejor fingir que me marchaba y regresar cuando se hubiera ido.

— hubiera preferido que te marcharas de verdad.

— no puedo alejarme mucho de ti, Eizam. Tú eres mi boleto de salvación— me da un escalofrió cuando me abraza por la espalda.

— Suéltame— ¿¡qué pasa con esa voz?! Escuchar mi voz, suave y avergonzada, me da mucha más pena que nada.

— ¿lo hago? No parece que quieras...— cierro los ojos, y luego me levanto, alejándome— vamos, no seas aburrido... es más, tengo una idea.

— ¿ah?

— Solo sígueme— dudo unos momentos, acomodando mis lentes. El cambio de tono de Deccal no fue algo que me gustara— ¡Eizam!

— Ya voy— no me queda de otra. Bajo despacio las escaleras, en la sala solo esta Deccal en su forma de Derik. Él no espera, si no que me toma de la mano y salimos rápidamente de la casa. El auto no está, de hecho el auto desaparece misteriosamente cuando Deccal no lo usa— ¿A dónde vamos?— Deccal camina hacia la parada de autobús, algo extraño puesto que nunca había viajado en autobús con Deccal.

— solo de paseo. Si tu amigo y el exorcista se ponen a tener sexo, no tengo ganas de escucharlos.

— iugh, no digas esas cosas— ¿Neil y Clyne? La imagen es tan bizarra que ni siquiera llega a mi mente. Soy incapaz de imaginar cómo pueden hacer esas cosas. No soy homofóbico, y si Neil y Clyne están saliendo no tengo problemas mientras no me entere de sus intimidades. El autobús al centro llega y Deccal sube, yo lo sigo notando que no ha pagado y nadie más pareció notarlo. No me acostumbro a que use sus cosas demoniacas para cosas tan triviales como esto.

— ¿Tan malo te parece?— Deccal no parece para nada afectado. Ya no me sorprende que sea así, caí en cuenta de que siendo un demonio ha hecho de todo, en especial de todo lo que se considera malo.

— sí, son chicos.

— ¿y? eso no impide que puedan hacerlo... no me digas, ¿no tienes ni idea de cómo pueden hacerlo?— su voz suena socarrona. A mi mente vienen todas las veces que Deccal me ha tocado, o insinuado esas cosas, e inevitablemente mi cara se pone roja. Para disimularlo miro por la ventana. El autobús no está muy lleno para mi suerte, pero aun así cada poco tiempo dirijo miradas nerviosas a las demás personas, esperando que no estén escuchando tan vergonzosa conversación.

— ¿Podemos hablar de otra cosa?— de cualquier otra, este tema es muy incómodo y Deccal parece un experto en sacar temas incómodos y puntos débiles de los demás.

— no, estoy interesado en el sexo entre hombres, así que dime ¿tienes idea o no?

— ¡No!, no tengo idea. No soy gay, y no tengo porque saber esas cosas— Deccal suelta una carcajada.

Para no caer en tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora