19.- No hay plazo que no llegue, ni deuda que no se pague.

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                                                                    O Practicando el egoísmo.

Ha pasado una semana desde que me puse a averiguar qué es lo que sentía por Deccal. Después de superar la negación del inicio, solo quiero saber si no confundo la atracción sexual con mis sentimientos.

— ¿Qué haces?— Deccal apoya su cabeza en mi hombro. Son casi las siete de la mañana, y ambos seguimos acostados en la cama, desnudos a excepción de una cobija. Ha sido muy difícil controlar el deseo que me invade cada que me encuentro a solas con Deccal, y solo la advertencia de que puedo morir por hacerlo tantas veces con un demonio es lo que me impide hacerlo tan seguido como quisiera.

— Nada— cierro la computadora portátil, tratando de que Deccal no lea el artículo sobre sentimientos que estaba leyendo. No quiero que se burle de mí, ni que me recuerde que aunque yo le quiera, él no me querrá. ¿Yo le quiero? Sí, le quiero, pues he pensado que no me iría a la cama con cualquiera.

— si estás viendo cosas indebidas debiste decirme antes.

— no seas sucio. Además, no estaba viendo nada, estaba leyendo algunos artículos para la clase de la siguiente semana.

— Aburrido— dice, girando hacia el otro lado. Antes no solía mentir de esta forma, no es algo que hiciera antes porque antes jamás ocupe mentir. Ah, definitivamente los demonios son mala influencia, miren solo todo lo que he hecho desde que Deccal llego.

— algunas personas si tenemos algo que hacer.

— Por si no lo has notado, no soy precisamente una "persona"— dice, riendo.

— que novedad— murmuro, suspirando y sujetándome la cabeza, que me duele desde que desperté, y no es para menos si tengo como una semana con un resfriado que solo no se va... y aunque conozco el motivo, no quiero evitarlo.

— ¿aun te sientes enfermo?

— un poco... quizá deberíamos parar...

— ¿deberíamos? Si eres tu quien salta sobre mí como si tú fueras el incubo.

— ¡Cállate!— exclamo, soltando un golpe lo más fuerte que me permite mi estado de salud.

— maldición ¿aun puedes golpear así? Ningún otro demonio dejaría que hicieras eso— gruñe, sobándose el hombro donde le golpee. Me levanto, sosteniéndome del muro para no perder el equilibrio.

— entonces compórtate como un demonio de verdad.

— también es aburrido ¿acaso no has escuchado acerca de la originalidad y la individualidad?— reprimo una sonrisa, ¿originalidad? Creo que esto está mucho peor de lo que pensé— ¿iras a clases?

— sí.

— ¿Por qué? Estás enfermo.

— no lo digas así. Además, si falto a clases cada que me enfermo, voy a suspender las materias y repetir el curso. Jamás en la vida permitiré que eso pase— y no es precisamente que esté enfermo.

— entonces te llevo en el auto.... tengo tiempo que no lo uso— añade antes de que pueda decir gracias, y ahora ese agradecimiento se va. Ah, es difícil pensar que eso no es un gesto de amabilidad de su parte, si no solo una muestra más de su egoísmo.

— no, iré caminando.

— lloverá.

— ¿Qué? ¿En serio?— murmuro, caminado rápido a la ventana y llevándome conmigo las cobijas de la cama. El cielo está cubierto con nubes negras, aun no llueve pero no falta mucho para que comience a hacerlo— ah, no puede ser...

Para no caer en tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora