11.-Se puede confiar en las malas personas. . . No cambian jamás.

159 22 11
                                    


                                                             O más crisis

         

 Después de estar perdiendo el tiempo en la cama cuando Eizam se quedó dormido entre balbuceos acerca de errores y arrepentimientos, el reloj casi marca la hora que Eizam debe levantarse. Incluso ya escuche a ese otro chico moverse por el piso de abajo.

— Eizam— canturreo, picándole la mejilla— es hora de despertar.

— umm.

— Se te hará tarde— sus ojos se abren, parpadeando a causa de la luz de la ventana. Ah, es algo adorable cuando parpadea confundido.

— ¿Qué haces aquí?

— Estuve durmiendo junto a ti toda la noche— aun recostado alcanzo sus lentes y se los paso.

— uh, gracias— apenas me ve, su cara se pone colorada y se mete en las cobijas— ¡vete!

— De nuevo tan frio... ¿no puedes darme solo un beso de buenos días?— maldición, este chico sí que pega duro.

— Es tan vergonzoso— murmura. Ah como me he divertido con Eizam, ojala no se hubiera cubierto.

— ¿vergonzoso? No es nada fuera del otro mundo créeme— respondo, levantándome— casi todas las personas que conoces lo hacen.

— no digas esas cosas.

— más importante aún ¿te gustó? ¿Podemos repetirlo?— miro con burla el bulto en el que se ha convertido Eizam. No me responde, solo puedo ver que se remueve un poco— ¿Eizam?

—No lo sé— su voz suena tan bajita que tengo que inclinarme para poder escuchar.

— pues a mí me gusto, no mentí cuando dije que podría hacerlo todo contigo. No veo cual es el problema contigo.

— Creo que hacer esto está mal— por fin su cabeza emerge de entre las sabanas limpias que jalo durante la noche— nunca considere la idea de hacer esto solo por hacerlo.

— ah, ya ¿querías hacerlo con esa chica que te gusta?— me dirige una mala mirada antes de levantarse y ponerse a buscar ropa.

— No mires— ruedo los ojos cuando veo que tomo el condenado atomizador con agua bendita. Que ridiculez ponerme a la altura de este humano, pero bueno... me giro hacia la puerta.

— esperaba que hubiera algo más que sexo. Que la otra persona me gustara.

— ¡Eso no fue sexo!— exclamo indignado. Sexo... Ah, por Lucifer. Si en verdad hubiéramos tenido sexo dudo que quisiera moverse de la cama. Eizam refunfuña algo— Si, sexo entre hombres, no una masturba...

— Cállate— chilla, escandalizado— no me lo repitas.

— ah, como digas.

— ¿Cómo puedes decir tantas cosas como esa así no más?

— soy un demonio, no un puritano que no puede decir masturbación sin ponerse como si hubiera dicho la peor blasfemia del mundo.

— que gracioso.

— Y aun quiero saber qué fue lo que soñaste—pregunto, girándome. Eizam ya está vestido y se abrocha los zapatos sentado en la cama. La ropa que lleva es la ropa que le conseguí en el centro comercial, y después de inspeccionar como lo convino con las demás cosas, asiento dando mi consentimiento. Ya no se ve tan mal.

Para no caer en tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora