CAPÍTULO 4: Perseguida.‡

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     En la hora del almuerzo estaba sentada frente mí computador escribiendo, cuando Felicia entro en el despacho con lo que seguro sería mí comida. Amaba a esa chica, siempre lista para todo.
    Le sonreí aceptando la bandeja que traía y la morena se fue por donde entró. Seguí tecleando con euforia. Ya casi terminaba el papeleo de una transacción por compras hechas a la empresa, cuando el teléfono sonó. Gruñí dejando lo que hacía para contestar.
-Disculpa que te moleste, pero tienes una cita ahora mismo, lo olvidé por completo, lo lamento. – se disculpaba Felicia atropellándose en lo que decía.
-Está bien, no te preocupes. Hazlo pasar – dije ordenando un poco el escritorio.
    Mi asistente entró acompañada de un hombre albino de gran estatura, con el cuerpo trabajado que se podía notar incluso bajo el traje. La joven dejó unos papeles frente a mí y se fue en silencio.
-Buenas tardes señor Lutherking – saludé luego de leer su nombre en el papel. Estreché su mano cuando tomó asiento. – Muy bien, ¿en qué puedo ayudarlo?
-Verá señorita Hera- comenzó el hombre con un ligero acento ruso.- Hace un tiempo empecé una investigación, y su hermano... Bueno, el me prometió material de primera.
-¿Material? – Fruncí el ceño- no estaba informada. Y como sabrá, mi hermano ya no está a cargo de esta empresa.
    Había mucha diversión en los ojos de Lutherking, lo que me impacientó.
-Me prometió sujetos de prueba, señorita, dijo que el conseguiría voluntarios. – Sonrió.- Mi trabajo está focalizado en un suero muy importante, soy de la división más importante de una agencia conocida como HYDRA...
    Esas palabras me desencajaron. Descaro, descaro total era todo lo que me venía a la mente al ver a ese hombre frente a mí.
-Oscorp no tendrá nada que ver con su agencia – sentencié molesta.- Ahora, lo quiero fuera de mi torre, señor Lutherking. – Seguridad entró por la puerta una vez que los llamé, y el albino se puso de pie.
-Volveré por lo que me pertenece, jovencita, quiera o no.
    Vi como aquel sujeto se dejaba escoltar fuera de mi vista con mucha tranquilidad. En cuanto los vi bajar por el ascensor, mi corazón dejó de latir tan rápido. Estaba hecha un manojo de nervios, y me puse a pensar si la extraña visita de HYDRA tendría algo que ver con las histéricas advertencias de Fury la noche anterior.
   Felicia entró a la sala y me miró con curiosidad.
-Ya debes irte al hospital, tu turno empieza en un rato – avisa con su típica vocecita educada. Le sonreí como única respuesta.
Te estas volviendo paranoica como Nick.
   Tomé mi bolso y abrigo y decidí que no iba a preocuparme por los problemas que Nicholas tuviera con toda la galaxia. Así, bajé los pisos que me separaban de mi auto en total silencio.
     Subí a la camioneta tarareando una canción. Salí del estacionamiento y conduje por las calles con el equipo prendido. Un ruido fuerte, una frenada, interrumpió a mi cantante favorito en su espléndido rap. Cuando miré a mi alrededor la situación me dejó perpleja, estaba rodeada por varias camioneta negras parecidas a la mía.
   Evalué mis posibilidades. No tenía muchas, a decir verdad, así que me baje de la camioneta, empuñando mi arma automática y el teléfono con el cual contactar Fury. Qué bueno que lo guardé en mí bolso esa mañana. Corrí por las veredas de la ciudad atestada de gente como alma que se lleva el diablo, cuando unos tipos me frenaron el camino. Me desvié. Sabía que iba a una trampa, obvio, pero no me daría por vencida tan fácil sin dar pelea. Marqué el único número en la lista de contactos mientras corría por entre la gente, pero no me contestaban. Solté varios improperios mientras mis intentos por contactar a Fury no servían de nada.
    Me frené de golpe cuando una camioneta se interpuso en mi camino. Probé de nuevo y escuche una tranquila voz del otro lado.
-¿DE QUE ME SIRVE UN TELÉFONO SI NO VAS A CONTESTAR? – grité furiosa corriendo hacia el lado contrario a la camioneta.
- Te estamos buscando, no cortes – dijo Nick totalmente alterado y yo me guardé el teléfono en el bolsillo del pantalón, viendo como unos gorilas se acercaban a mi, así que no dudé y apunté con mi arma. Mi mano no tembló cuando disparé las primeras dos balas, me moví rápido cuando lo otros tipos se me vinieron encima y trataron de acorralarme. Los miré con seriedad y ellos a mí.
     Disparé las balas que tenía contra ellos y me deshice del arma, comenzando con el combate cuerpo a cuerpo. Me estaban dando una paliza, pero yo no me quedaba atrás. Justo cuando iba a golpear a uno con cara de depravado, un plato volador color rojo y azul le dio en la cabeza. Un rubio guapo en traje lo tomó.
    Yo me lo quedé mirando atenta unos instantes, pero le propiné un puñetazo a uno de los tipos que se levantó del suelo. El rubio miró la escena y se acercó a mí con preocupación.
-Vengo de parte de Nick Fury – dice colgándose su escudo en la espalda.- Está herida – dijo el revisando mi rostro.
-Sanarán –dije corriéndome unos pasos para atrás. – Supongo que tú eres el Capitán América – dije mirando la situación a mis alrededores. Por lo menos siete cuerpos, había en el suelo. El rubio me miraba extrañado.
-Cuando Fury dijo extracción, pensé que era una niñita que no podía defenderse – dijo él, rascándose la nuca.
-Bueno, actué frente a la situación. Escribiré un libro que se titule '' mil y un maneras de demostrarle a el pirata tuerto, que se cuidarme sola''. Debió haber incluido en el paquete del teléfono:''atención no inmediata''. ¿Estaba tomando el té? – dije yo irritada mientras caminaba hecha una fiera junto al Capitán mientras los agentes se encargaban de lo demás.
-La llevaré a su casa.
-Puedo irme sola, no necesito niñera, señor...
-Rogers, Steve Rogers – dijo el sin separarse de mi lado.
-Como sea – dije escupiendo un poco de sangre mientras seguía maldiciendo.
-Tengo órdenes, señorita Osborn, por favor, déjeme acompañarla.
     Luego de discutir con el capitán, aclarando  que no  necesitaba de su ayuda, finalmente cedí a su pedido. Si discutía un segundo más, terminaría  calva por  el estrés. Cuando bajé de mi transporte refunfuñando, estaba hecha una furia. Al entrar, Fury, que no parecía afectado en lo más mínimo, estaba en la sala sirviéndose un trago.
-Me alegra que se conocieran – dijo en cuanto noto que iba a empezar a despotricar.
- Y una mierda – cuestioné yo, sacándole el vaso de Wiskey y bebiéndolo de un trago.
-veo que estás ilesa – dijo Fury en tono de reproche y Rogers solo se quedó a un lado con cara de pan sin sal, mirando la situación.
-fresca como una lechuga – ironicé buscando el botiquín y sentándome en el sillón a curarme las heridas, que por suerte eran pocas y de mínima gravedad. - ¿y ahora qué?
-Aceptaras mis condiciones, ahora más que nunca sabes el peligro que corres.
-Quiero que investigues al tipo que me visitó hoy en la torre – dije quejándome mientras me pasaba alcohol en el brazo. – Vladimir Lutherking, es de HYDRA según sus propias palabras.
-Ya comencé el seguimiento – dijo un hombre que apareció desde no sé dónde, llevaba un traje extraño y una pantalla táctil entre sus manos. – Experimentación en inhumanos.
   Miré a Fury seriamente.
-Gracias agente Barton –Nick se sentó en otro sillón frente mí.
- ¿quién hará de niñera? – pregunté dejando el botiquín y las cosas para tirar a un lado.
- De eso se encargará el Capitán Rogers – dijo Fury mirándome con su único ojo. – Por el momento, es mejor que no salgas mucho.

La chica Osborn / Marvel  - Peter ParkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora