EPÍLOGO.

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Hera Osborn miraba el techo de su celda en la prisión Raft desde las seis de la mañana, tirada en el suelo. Estaba cantando una canción algo estúpida que habían inventado con Clint en los días que llevaban allí. Hablaba sobre el feo bigote de Ross y uno de los guardias obesos que se encargaba de sus comidas.

La puerta del recinto se abrió y Hera pensó en qué querría el secretario Ross, pero también pensó que quizá había llegado la hora del almuerzo, después de todo, el paso de las horas en esa maldita prisión eran un enigma. Así que se sentó estirándose y esperó en su lugar. Un hombre rubio muy conocido caminaba hasta la celda de Sam. Hera se puso de pie corriendo y la sonrisa en el moreno le hizo saber que ya no importaban las horas, ni el día, ni la noche, solo importaba el hecho de que Steve Rogers venía en su rescate.


¿Quien está listo para la segunda parte? 

Inmensamente Gracias.

La chica Osborn / Marvel  - Peter ParkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora