CAPÍTULO 8: La noticia.

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Steve Rogers iba por los pasillos de la base en total silencio. Ya se podía poner de pie, la herida en su estómago no era un problema.

Iba rumbo a la cafetería, por algo de comer. Si no lo hacía Natasha le pondría una sonda, o al menos en eso consistía su amenaza al Capitán. Pero él no podía pensar en otra cosa que en Hera. Desde su desaparición no escatimaba esfuerzos para encontrar a su amiga perdida. El recuerdo de la última noche que pasó con ella en la mansión Osborn le taladraba la cabeza en todo momento: Su rostro brutalmente golpeado, sus brazos cubiertos de sangre escarlata, la ropa en iguales condiciones. Le dolía no poder haber hecho más por ella. Deseaba poder molestarla durante las mañanas, pelear con pollos en la cocina, o simplemente leer junto a ella en la gran biblioteca de la mansión, y se había vuelto una rutina tan aceptable para el Capitán, que no poder disfrutarla, era totalmente abrumador. Todavía no entendía, como en tan poco tiempo, la morena de ojos verdes gritona y molesta, se había hecho una amiga y confidente.

Por esas razones, Rogers se encargaba de mantener vigilado a Parker, seguir lo que hacía, cuidar a su tía cuando salía o estaba sola. Sentía que se lo debía a Hera, y si podía hacerlo, lo haría.

Mientras el rubio comía concentrado en sus pensamientos, Natasha Romanoff entro silenciosamente parándose junto a él. La pelirroja estaba preocupada por su amigo y compañero, hacía bastante no lo veía así.

-Fury cree que debemos decirles a los Parker la noticia. Es mejor que si creen que Hera no va a volver, porque en caso de que eso suceda, les será más fácil aceptarlo...

-¿Tan fácil se van a rendir?

-Steve, ya casi pasa un mes y no sabemos nada de ella... - la agente trataba de ser lo más dulce posible, no quería que sufriera.



  Horas después de discutir con Romanoff y Fury, y todo el mundo, se decidió que Steve sería el que hablaría con los Parker. Quería ser el que les dijera, May creía que el Capitán era el primo de Hera, quizás les sería más fácil aceptarlo viniendo de alguien medianamente conocido.

Por eso, Steve ahora se encontraba frente a la escalera que de la casa de los Parker con el número 36 pintado en dorado sobre la puerta. Tomó aire y subió pensado que diría exactamente. Golpeó la puerta y aguardó.

La mujer de baja estatura que ya le resultaba tan familiar abrió la puerta limpiándose las manos con un repasador, eso le recordó a Hera hablando de que jamás dejaría de cocinar.

-Buenos días, May, soy Steve, vengo a hablarle sobre Hera – dije en tono amable.

La señora Parker miró preocupada al hombre frente a ella, pero trató de disimular sonriendo un poco, invitándolo a pasar. Entró en silencio y dejándose guiar hasta la sala de estar, donde aguardó unos minutos hasta que May volviera con una bandeja con café y emparedados. Se sentó frente al rubio.

-¿Cómo está? – preguntó con algo de desesperación.

-Es muy difícil de explicar – dijo Rogers algo nervioso mientras miraba sus manos – Hera desapareció, May.

Los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas.

-¿Qué le pasó? – preguntó con tristeza.

-Hace unas semanas entraron a su casa unos hombres, nos tomaron por sorpresa. Se la llevaron y la están buscando, pero, como se imagina, las primeras instancias son cruciales... Y como no ha dado señales de vida, es poco probable que siga viva. Aunque me dijeron que debo mantener la fe – dijo con la voz como si tuviera un papel de lija e la garganta – creí que debía venir a decirle esto. Sé que se conocen hace un tiempo por que trabajaban juntas, y que su sobrino es amigo de Hera, por eso vine a contarle.

 Sé que se conocen hace un tiempo por que trabajaban juntas, y que su sobrino es amigo de Hera, por eso vine a contarle

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  May Parker estaba callada mirando sus manos con tristeza, lo que le rompió el corazón al Capitán. La mujer lo miró y trató de sonreírle, diciendo que era muy fuerte, igual que Hera, y que seguro ella estaría bien. Se lamentó mucho dándole un apretón de mano, y lo acompañó a la salida, cuando Steve dijo que debía irse. Se dieron un abrazo muy corto, como dándose fuerza antes de que Rogers se fuera en total silencio.

Mientras, Peter Parker estaba mandando un mensaje al teléfono de Hera, como hacía casi siempre. La extrañaba y le preocupada su silencio.

Mientras, tía May lloraba triste por la desaparición de su amiga y Peter había decidido que era momento de volver a su casa, sin esperarse que al llegar, recibiría la noticia que le rompería el corazón.

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La chica Osborn / Marvel  - Peter ParkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora