CAPÍTULO 6: El Silencio del corazón.

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Las semanas pasaron. A veces recibía llamadas de May Parker, algún que otro mensaje de Peter diciendo que esperaba que me recuperara pronto de mi malestar. No encontré palabras que responder a eso, apenas si podía hablar con May sin quebrarme. Por otro lado, en lo que se refería a Steve, casi no hablábamos. Nuestro contacto se limitaba a que el dejaba la comida en mi habitación e iba a buscar lo que quedaba. Sabía que estaba preocupado por mí, Fury lo estaba también, pero no encontraba ánimos para levantarme, me la pasaba sentada junto a la ventana mirando la puerta de entrada o a la mismísima nada.

Hacía ejercicio a veces. Muy poco, ya que casi no tenía energía para nada.

Ese día supe que Steve estaba harto de verme como un vegetal con depresión. Lo noté cuando dejó el desayuno sobre la mesa, pero no se fue, se sentó en la cama y me miró esperando que comiera.

-Mírame – pidió, pero yo tenía la vista clavada a través de la ventana.- deja de mirar a la nada pensando en todo y mírame – repitió acercándose a mí, arrodillándose junto a mi asiento. Yo lo miré seria. – no me gusta verte así. Odio verte así.

Yo no dije nada. Solo dejé un beso en su cabello y me estiré hacia la bandeja, me puse a comer, todo bajo la mirada supervisora del Capitán. Era un gran amigo, una gran persona. Soltó un largo suspiro y se acomodó en el suelo esperando.

-Al menos baja de esta cueva – dice mirándome – veamos una película, come conmigo en el comedor o la cocina, pero por favor, sal de aquí y di algo, lo que sea...

-A esta tostada le falta tiempo, la tecnología no es lo tuyo – dije con las voz ronca y él sonrió.

-Ahí está, eso quería.

-¿Qué te dijera que eres malísimo tostando pan? – pregunté yo con deje divertido. Tenía razón, no podía seguir así.

-Que me dijeras algo, incluso que soy muy malo tostando pan – Ambos reímos.

Podría decirse que estaba un poco mejor, aunque seguía siendo muy retraída, ahora ya hablaba un poco más con Steve.

Cerca del mediodía el teléfono sonó, yo atendí dejando las cosas de cocina a un lado, ya que Rogers peleaba con un pollo que se negaba a cooperar en ser relleno y condimentado. Cuando atendí me estaba riendo y una voz dulce y amable se rio en el teléfono: May Parker.

-Qué lindo es escuchar tu risa, querida – dijo ella con el ruido de la cocina de fondo, esa mujer no dejaba de cocinar jamás.

-Es que tengo enfrente al peor cocinero de la existencia – dije sentándome en un banquillo frente a Rogers.

-¿Tu primo? Hablé con él, el otro día – comentó la mujer y yo miré a Steve con cara de ''really nigga?'' y él se hizo el desentendido- Me dijo que te estaba cuidando mientras te recuperas.

-Si así es – dije tratando de sonar convincente. - ¿qué tal todo por allá?

-tranquilo, Peter no deja de preguntar por ti. Está preocupado, y creo que usa de excusa el ir a visitarme al hospital para poder verte, el cree que no lo noto, pero es obvio que me daré cuenta.

Ambas reímos.

-Dile que estoy bien, que le mando saludos – dije en tono amable.

-Deberías decírselo tú, justo acaba de entrar a casa...

-Oh no tía May, emergencia de cocina, Steve está por prender fuego la casa – dije escandalizada viendo como el capitán tenía la manga de la camisa prendida fuego. Colgué la llamada y puse le brazo de Steve bajo el agua de la canilla. – Presta atención, Rogers.

Steve se secó el brazo con el repasador riendo. Me contagió su risa y seguimos cocinando.

POV PETER:

Entré a casa y fui directo a la cocina, tenía mucha hambre, y el olor a comida de Tía May se sentía desde la puerta.

-Peter, Hera al teléfono...-Me arrojé sobre el teléfono, no sabía nada de ella hacía ya semanas.

-.... Oh no tía May, emergencia de cocina, Steve está a punto de prender fuego la casa – escuche la voz escandalizada de Hera al otro lado de la línea y el nombre de ese desconocido me dejo un regusto amargo en la boca.

Cuando fui a hablar, la llamada se cortó. Así que dejé el teléfono sobre la mesa molesto, y no lograba entender por qué.

-¿Qué pasó? – preguntó mi tía en tono amable.

-Steve es mal cocinero – dije agarrando una manzana y yéndome a mi habitación con la mirada baja.

Una vez solo, abrí el álbum de fotos que tenía; lo miré con un sentimiento extraño en el corazón. Me faltaba algo, y no sabía que era. Cuando llegué a la parte que había titulado como ''La princesa de Genovia y el insecto'' en honor a Hera y a mí, supe que me faltaba. Extrañaba lo poco que había aprendido de ella: su risa, sus chistes, sus bromas. Y entonces me pregunté que había hecho mal aquella noche, quizá algo que dije, o algo que hice, la había hecho enfadarse, y ahora no quería volver a visitarnos.

Me acosté en la cama molesto y me quedé escuchando música, pensado en la llamada de la otra noche, ¿qué ocultaba Hera que la lastimaba tanto? Quizá era eso, sus secretos no le permitían acercarse. Yo sabía eso, lo entendía, pero no sabía cómo demostrarle que podía confiar en mí para contarlos.

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La chica Osborn / Marvel  - Peter ParkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora