Una sombra en la oscuridad. La primera victoria

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Kevin ya estaba en el ring esperando la hora del combate, así que no le hice esperar, me cambié y fui hacia el ring.

Pude observar, entre la tensión y los nervios, que había mucha gente, demasiada, a mi gusto, que chillaba y coreaba nuestros nombres, me daba hasta vergüenza seguir caminando. Entre esa gente se encontraban Christie, Tris, Scott, Paula y Candace, que según como miraba a Scott, estaba colada por el. Lise no estaba, lo había imaginado, su orgullo no le habría permitido plantarse en el mismo sitio que yo, y mucho menos, animarme.

Subí al ring, Kevin seguía sonriendo, no le entendía, me quería concentrar y no podía:

-¿Nervioso?

- ¿Debería estarlo?- dije mientras me ajustaba los guantes, Scott me los había apretado demasiado.

- No será para tanto, y, seguramente lo estás pensando, yo tampoco quiero luchar contra ti.

-¿Entonces por qué hacemos esto?

- Porque debes derrotar a Alfred

Muy confuso me fui hacía un rincón y me quedé esperando a que sonase la campana.

Con un ruido muy agudo sonó y sin vacilar más me acerqué a Kevin. El seguía allí quieto, sonriente, como había estado toda la semana.

Me quedé quieto, como Kevin, esperando recibir el primer golpe, pero el no hacia nada. La primera ronda pasó y ninguno de los dos se había lanzado al ataque, era todo muy raro, parecía que Kevin no me quería pegar, y yo opinaba lo mismo.

Así pasaron las dos rondas siguientes, los dos quietos en medio del ring si hacer nada mientras el público nos miraba y gritaba, querían vernos luchando, pero nosotros no queríamos hacerlo, el boxeo es un deporte de lucha entre dos contrincantes, pero yo no podía pegar a uno de mis mejores amigos.

En la quinta ronda, Kevin hizo algo muy sorprendente. Se acercó a su extremo del ring, cogió su toalla, y con un movimiento de brazo, mientras yo, muy sorprendido le miraba, lanzó su toalla blanca al centro del ring. El arbitró pitó, se me acercó y, mientras Kevin bajaba del ring, con su sonrisa aún dibujada en la cara, el arbitro levantaba mi brazo, la gente aplaudía, pero yo, no me merecía aquella victoria, me sentía muy mal por Kevin, debería haber tirado la toalla antes que el.

Al bajar del ring, todo el mundo vino a felicitarme pero les esquivé tan rápido como pude y fui directamente al vestuario, donde me esperaba Kevin:

-¿Por qué has hecho eso?

-Quieres luchar contra Alfred, y quieres ganar

-Tu también quieres ganar Joe

-Ya, pero no me arrepiento de lo que he hecho, te mereces ganar.

Confuso, me cambié y salí del gimnasio con Kevin, Scott, Candace, Paula y Tris.

Cuando íbamos a girar la esquina del gimnasio, una melena de color castaño desaparecía al final de la calle, era ella, ¿Había estado en el combate?

Dejé a mis amigos y salí detrás de aquella sombra en la oscura calle.

Busqué por los alrededores sin encontrar a nadie, podría haber sido una equivocación, o también una ilusión.


Tu y yo, para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora