El primer día

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La noche anterior ya había preparado la mochila con algunos cuadernos y cosas básicas de supervivencia(papel, agua, comida, dinero, goma de mascar y un libro), cuando salí de la ducha recordé un pequeño detalle, no sabía cuál era el uniforme o si acaso había uno así que saqué de mi maleta unos jeans negros ajustados, una camisa sin mangas y un pequeño suéter que disimulaba un poco mi figura, saqué de mi caja de cosas invaluables mi collar de la suerte, es un viejo dije en forma de árbol seco que encontré en un rincón del sótano pero desde que lo uso me siento más segura y hago cosas que antes no haría ni aunque me ofrecieran millones, lo anude con cuidado para que no cayera y salí de casa.

Nunca me han gustado las despedidas del primer día, mis padres siempre están más nerviosos que yo y a veces me contagian su nerviosismo, caminé y en un par de minutos ya estaba delante de un gran edificio antiguo, tenía un aspecto de vieja prisión que me dio escalofríos con solo tocar el acero frío de la puerta, comencé a buscar mi aula con un pequeño mapa que estaba pintado en la pared y de pronto sentí que alguien me observaba, sentía un leve cosquilleo en la nuca.

Las miradas eran inevitables siendo nueva pero esa mirada era demasiado intensa, como si con solo mirarme pudiera ver dentro de mi mente y descubrir mis más profundos secretos, era algo que nunca antes había sentido así que decidí voltear para encontrar aquella mirada. Todos caminaban bromeando entre ellos o mirando al piso, absolutamente nadie me había prestado atención y eso era en parte bueno, miré de nuevo al mapa y logré localizarme, sin titubear me mezcle entre los demás chicos que caminaban como si ya hubiese recorrido el lugar un millón de veces.

Aula 13

Ese es mi número de la suerte, una buena señal o quizá una loca coincidencia, con la mano temblorosa tomé la perilla, suspiré y abrí la puerta.

Estaba demasiado nerviosa como para levantar la vista del suelo así que solo eché un vistazo rápido para encontrar un banco vació y me senté. Todos hablaban entre ellos mientras yo sacaba mi libro y comenzaba a leer, faltaban 5 minutos para que comenzara la clase pero me parecieron años, aquí si me miraban como bicho raro pero no les presté atención. Revisé el reloj que estaba colgado al frente justo en el momento que cambió la manecilla y entró la profesora.

-Buenos días, mi nombre es ágata y seré su maestra de francés- Comenzó a darnos una pequeña iniciación al curso explicando cómo nos evaluaría y lo que aprenderíamos, pasaron minutos, horas y yo solo había volteado hacia los profesores y hacia mi cuaderno. No quería llamar la atención ni mucho menos tener participaciones al frente de la clase.

Sonó el timbre

Por fin era libre pero nunca me ha gustado solamente conocer lo básico, siempre busco más allá y con este lugar tan misterioso y viejo había un mar de posibilidades, comencé a caminar por los pasillos y encontré la biblioteca, era enorme, más grande que una casa pequeña, tenía estantes altos y muchos libros que debían tener siglos ahí sin ser tocados, leía los títulos impresionada por la variedad que sin fijarme me topé con una chica tirándole el libro que llevaba en mano.

-Disculpa, estaba distraída- dije mientras recogía su libro.

-no te preocupes, esos libros causaron el mismo efecto en mi la primera vez que los vi- sonrió y estiró su mano para saludarme.

-Me llamo Andy, un gusto- estreché su mano mientras entregaba el libro con la otra.

-Mi nombre es Emma, bienvenida- no entiendo como ella sabía que yo era nueva, quizá lo dedujo por la manera en que miraba los libros pero también pude ser una chica que no tenía idea de que existía tal lugar.

-¿Cómo sabes que soy nueva?- pregunté con temor a quedar como una tonta.

-Porque no llevas en ningún lugar tu pin de identificación- dijo mientras señalaba un pequeño broche que llevaba enganchado en su mochila.

-No sabía que debía llevar uno, no me dieron instrucciones...-me interrumpió sorprendida

-¿No te han dado la bienvenida? ¿Qué clase de descortés es el presidente de tu grupo?

-No lo sé- me llevó a recorrer toda la escuela dándome consejos, reímos y nos llevamos tan bien que intercambiamos números para seguir en contacto, nos despedimos y fui a casa.

Mi MusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora