Capítulo 39: Niña mala

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Espero en la larga cola del supermercado, esperando a que llegue mi turno. Empiezo a impacientarme ante la lentitud, una caja abierta para toda una clientela ¿dónde se ha visto eso? ¿No saben que hay gente con prisa, impaciente y hambrienta? Y cuando digo gente, me refiero a mí, mi madre me dio una lista de la compra en la que figuraban pizzas para comer, ya que una buena pizza congelada del supermercado resulta mil veces más barata que la pizzería, y flam, palabra que tuve que corregir por enésima vez ante el empeño de mi madre por escribirlo con m en vez de n. Una niña pequeña se encuentra con su madre delante de mí y no hace más que agotar mi paciencia.

Mamá, mira las ojeras de esta chica, son casi como las de la abuela.

No duermo pero tengo motivos más que suficientes, tengo pájaros en mi cabeza que se dedican a dar golpes con sus picos, manteniéndome despierta, escuchándolos piolar, escuchando mi mente quejarse, hablándome de sus problemas, preocupaciones quejándose del dolor de cabeza que me causan los pájaros, el dolor de cabeza que me cansa en sí. Estoy segura de que esa niñita tampoco dormiría sabiendo que los monstruos existen debajo de la cama, dentro del armario o bien dentro de tu cabeza. Son horribles, gigantes, peludos o bien de apariencia encantadora, con una bonita sonrisa y forma humana. Los monstruos existen y es algo de lo que te consciencias a medida que maduras.

Mamá, mira la cara que tiene, da miedo.

Miro a su madre, esperando a que se disculpe por ella pero ésta está concentrada en su móvil, pobre niña, cuánta atención le presta. Aprovechando que su madre no hace caso me agacho a la altura de la niña.

- ¿Sabes que les pasa a las niñas malas? - le pregunto a lo que ella niega. - Un monstruo les va a visitar de noche. Cierra bien la puerta del armario y revisa debajo de la cama, no vaya ser que ya te esté esperando.

La niña abre ampliamente sus ojos, con miedo, y estos empiezan a aguarse a la vez que un gran puchero se abre paso. No irá a ponerse a llorar, ¿verdad?

(...)

Chuto una lata tirada en el suelo a la vez que murmullo con el ceño fruncido, maldigo el momento en el que me paré a hablar a la niña ya que el espectáculo seguido de eso es digno de un Óscar. Tras mis palabras empezó a gritar "no" repetidamente a todo pulmón a la vez que pataleaba. Su madre, confusa, me miró enfadada como si ya supiese que yo había tenido algo que ver. Cogió a su hija en brazos a la vez que varias personas de la cola se quejaban del ruido y los gritos que no cesaban. La madre me ordenó autoritariamente que le pidiese perdón a su hija a lo que me reí, si no hubiese estado tanto por el móvil y más por su hija ella no me hubiese comparado con una anciana, no me hubiese llamado fea y por último yo no hubiese tenido la estúpida idea de enfrentarme a una niña de cinco años. Finalmente la madre acabó disculpándose por el escándalo montado por su hija, se sintió molesta y avergonzada, lo sé por la mirada furtiva que me dedicó antes de coger el carro de la compra y a su renacuaja para irse.

La lata acaba debajo de un coche por lo que automáticamente se acaba mi entretenimiento también cosa que hace que me percate del gran silencio que me acompaña la calle indicando que el único presente soy yo aunque mi sexto sentido me dice lo contrario. Me siento observada, es más, llevo desde la salida del supermercado sintiéndome observada, hecho que pasé por alto ante mi tarea de quejarme interiormente e ir jugando a fútbol con algo nada parecido una pelota. Decido acelerar mi paso para llegar cuanto antes a casa, sentirme así nunca acaba bien por lo que se tiene que pasar algo prefiero no estar aquí para entonces. Me giro instintivamente para ver si alguien me sigue y sí, no estoy loca, a un par de metros diviso a un joven alto, muy alto, delgado, super delgado. Su rostro se encuentra oculto por la sombra que ocasiona la capucha que lleva puesta por lo que lo único con lo que puedo quedarme de él es su apariencia física. No debería asustarme ya que perfectamente puede ser alguien más que pasea, como yo, pero después de todo por lo que estoy pasando hasta un gato negro lograría espantarme. Al pasar por delante de un paso de cebra decido cruzar, si él también lo hace desde luego que puedo empezar a correr sino, un gran alivio. Tras cruzar divisé a un grupo de jóvenes sentados en las escaleras de la entrada de un apartamento cosa que me tranquilizó ya que no estaba sola. Intenté girarme disimuladamente para ver si el chico seguía siguiéndome pero no, solo había sido una paranoia más. Paso por delante del grupo e inmediatamente enmudecen y posan sus ojos sobre mí, atendiendo a todos y cada uno de mis movimientos cosa que me inquieta, me ponen nerviosa.

- Es ella.

Me giro, con el corazón a mil, para asegurarme de si se refieren a mí, al ver que me miran confirmo mi hipótesis. Uno de ellos se levanta, seguido de otro. Nathan. No necesito nada más para saber que me encuentro en peligro y vuelvo a darme la vuelta para echar a correr pero cuando llevo tan solo dos metros me choco con el joven que me seguía antes, el cual, se quita la capucha dejando ver su rostro, sus ojos tienen las características de los de un reptil, mejor dicho, de los de una serpiente y un gran tatuaje recubre toda su cabeza, afeitada, y su cuello. Me muestra sus ennegrecidos y afilados dientes y seguidamente se abalanza sobre mí o más bien hace el intento ya que rápidamente lo esquivo. Noto como agarran mi muñeca con fuerza y en vez de detenerme a ver quién es estrello mi puño contra su mandíbula con fuerza, estoy enfurecida, noto como una llamarada se extiende por todo mi interior, como ésta se apodera de mí, como el guerrero que llevo dentro se abre paso dejando a Hope oculta en un rincón. Su agarre se suelta ya que se lleva la mano a su cara, con ligeras marcas rojas y eso me indica que mis puños cumplieron con su función. Nathan sigue en lo alto de las escaleras, con sus brazos cruzados sobre su pecho y con una sonrisa en su rostro, como si disfrutase viendo a sus amiguitos avalanzandose sobre mí. Idiota. No lo veo venir y un golpe impacta en mi cara.

- Bien hecho Marie.

Me incorporo de nuevo y esta vez no ataco sino que me quedo estática, observando a Marie, una joven de estatura baja, piel muy blanca y de cabello negro con una que otra mecha lila recogido en dos moños. Comparo su estatura con la mía y no me queda claro como fue capaz de llegar a mi rostro. Sigo mirándole, más enfurecida que nunca, la llamarada que antes notaba en mi interior ahora amenaza con salir, siento como me arde la garganta, como voy a estallar si no lo dejo salir. Ella corre hacia mí y en esas milésimas de segundo que tarda en llegar a mí grito, grito liberando toda la energía de mi interior, no grito porque lo haya decidido yo, yo ya no tengo el control es la perditam la que lo tiene, Hope no está, Hope se fue. Marie no consigue llegar a mí sino que sale despedida, como si las ondas auditivas de mi voz hubiesen causado efecto en ella, es más, no es la única en salir despedida sino que los de-más también lo hacen incluso juraría que los coches estacionados se desplazaron. Cuando el sonido cede los jóvenes chocan con la pared de un edificio que se encontraba a un par de metros. Estoy asombrada, desde luego no esperaba que fuese capaz de enfrentarme a ellos, de plantarme sin miedo y echarles cara, celebro dando saltitos de emoción como si acabase de ganar la lotería pero mi paro en seco. Nathan se está transformando, repito, se está transformando. Empezó por él encogiéndose hasta situarse a cuatro patas y acabó con una gran bestia azabache observándome con sus rojizos dientes, con sus afilados dientes y no me paro a mirar ningún detalle más ya que arranco a correr. Derroté a su grupo, derroté a un grupo de humanos pero de ninguna manera me enfrentaría a un arphoniste, no ahora.

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Hola bellezas!

Sé que el capítulo es corto pero quise subir algo ya que llevo más de una semana sin publicar. Me vinieron las ganas de escribir de una manera brutal por lo que es a lo que me dedicaré esta noche.

Un beso xx

Dark Side |HS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora