– Ni se te ocurra invitarla– se burló Raven mientras sacaba los platos para poner la mesa, Octavia que estaba apoyada en la encimera robando una patata frita comenzó a reír– y es lo primero que hace ella. Me parece una prepotente– siguió con la burla– esa prepotente te pone, Clarke.
La rubia puso los ojos en blanco. Habían hecho trampas, ninguna sabía cocinar en condiciones como para invitar a nadie algo que hicieran ellas, así pues, habían pedido pollos asados y patatas fritas. Octavia tenía curiosidad, la habían hablado tanto de ella que le entraron ganas de conocerla:
– solo intento ser una vecina educada, estoy muy contenta con Bellamy.
Sí, sí, sacó el tema de su rollete para desviar la atención:
– Ajj.
Dijo Octavia mientras ponía un mohín de asco. Clarke rio entre dientes. Raven volvió a aparecer en la cocina:
– Basura, Bellamy quiere algo serio, pero tú no para de darle calabazas– la señaló con el dedo índice– y hasta él acabará cansándose y se buscará a otra.
Clarke le entregó la bandeja con el pollo para que lo llevara al salón:
– También estoy muy contenta conservando mi soltería, los hombres abundan por el mundo y demasiado facilones– se quedó pensativa– las mujeres, bueno sabiendo donde buscar...
– Para tener la posibilidad de follarse a los dos– añadió Octavia a la que llevaba el plato de las patatas fritas– tanto a mi hermano el ingeniero, como a la vecina.
Lexa solo conocía a Wells, él profesor viajaba constantemente, pero seguían manteniendo contacto, por si surgía algún incidente que requiriese de su ayuda. Le sorprendió que le pidiera ayuda por un tema social. La morena nunca había interactuado con alguien más de la cuenta, lo primero, porque no le gustaban los humanos, lo segundo, porque prefería no llamar la atención ¿qué se hacía en esos casos? ¿De qué se hablaba? O ¿había que llevar algún presente?:
– A la primera pregunta– comenzó a responder Wells– en esos casos se aparece a la cita, a la segunda pregunta, síguelas la corriente y el tercero, una botella de vino, de sidra o champan, ya sabes lo que les va el vicio a los humanos.
Así que, ahí iba la ojiverde, recordando cada cosa que le dijo su amigo, se plantó enfrente de la puerta de las vecinas y comenzó a balbucear:
– Bueno, estoy aquí me he presentado, botella de vino– miró la bolsa que tenía en la mano, donde tenía el vino blanco, solo que quería añadir otro detalle, buscó por internet el vicio que le gustaba más a las mujeres, solo esperó no cagarla, suspiró y llamó con unos golpecitos de nudillos– recuerda Lexa, seguir la corriente.
No tardaron en abrir la puerta. La chica que acompañaba el otro día a sus vecinas. Octavia creyó escuchar. Nunca solía prestar atención a conversaciones ajenas, ni espiar, lo tomaba como invadir la intimidad de alguien, pero Clarke le parecía interesante y divertida, le recordaba a su hermana mayor. Lexa curvó la comisura de sus labios. La chica se le quedó mirando de pies a cabeza con las cejas alzadas. En ese instante bajo la cabeza para mirarse la ropa, a lo mejor lo que llevaba no era el atuendo adecuado para esa reunión social. Iba vestida como siempre, con vaqueros negros rotos por las rodillas, botas de motero, una camiseta de los Rolling Stones y su chupa de cuero:
– ¿voy mal vestida para la ocasión?
– ¿qué?
Preguntó Octavia saliendo de su atolondramiento. Lexa no sabía por qué la gente reaccionaba igual, se quedaban embobados mirándole, en un principio resultaba incómodo. También dependía por épocas, lo asociaba a algún tipo de feromonas que podría desprender, pero no estaba segura, no entendía mucho de su especie. Casi toda su vida había sido una loba solitaria, casi.
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Marca salvaje: solitaria
FanfictionClarke Griffin vive en un piso compartido con su amiga de la infancia Raven Reyes. Un día conocen a Lexa la vecina nueva, que se comporta de forma extraña y llena de misterio. Todo iba de maravilla, hasta que en Central Park comienzan a aparecer cad...