Capítulo 18

5.4K 438 87
                                    

Clarke entreabrió los ojos y tardó un poco en desperezarse, dándose cuenta de que un brazo musculoso le rodeaba por la cintura. Nunca se había despertado con nadie, en antaño le hubiera entrado el pánico, sin embargo, al girarse y encontrarse con la morena, sintió todo lo contrario, se sentía muy bien. El pecho le ardía, el estómago se le comprimía, eso era amor. Se había enamorado de un licántropo, sexy y con un apetito sexual, que aunque le dijera que para su especie era de lo más normal, para un humano tela, puesto cuando quiso moverse sintió que le dolía hasta las pestañas y la entrepierna ni mencionarlo, pero era un dolor excitante, porque le recordaba la noche loca que habían pasado. Hablando de noche loca ¿Octavia seguiría en el salón?

Se levantó, se vistió corriendo y salió de la habitación. Se encontró a la vampiresa apartada de la luz solar pensativa, las cortinas estaban corridas, quedando casi a oscuras:

– ¿Qué haces?

Peguntó Clarke extrañada, lo cierto es que Wells no les explicó mucho sobre los varacolaci, los licántropos eran unos tramposos guardando información sobre la vampiresa:

– Es que no se si con la luz del día tendréis Octavia a la barbacoa, o, brillaré como una bola de discoteca.

– Llama a Bonnie Bennet para que te haga un anillo de día.

Dijo con mofa Clarke mientras que fue a la cocina para prepararse algo de desayuno:

– Queréis dejar de compararnos con series, Sookie.

– Eso sí que no– dijo con indignación Clarke– odio a Sookie de true Blood, es insoportable, empezó en plan, ains soy virgen– comenzó a fingir voz inocente– y al segundo capítulo ya empezó a tirarse todo lo que se movía– se asomó un momento– para que luego fuera medio hada la payasa.

Octavia rio entre dientes:

– Por lo que pude escuchar a noche– alzó varias veces las cejas– buenos polvos mágicos echas hija.

– ¿de qué habláis?

Apareció Raven con el pelo alborotado, los ojos medio cerrados y fue directa a por su chute de café. Los ojos verdosos de Octavia tornaron a azulados claros, en cuanto pudo verle, iba vestida con una camiseta ancha blanca y unas braguitas. Sin poder remediarlo enseguida comenzó a sentir un hambre voraz, haciendo que su boca se le hiciera agua:

– Hablamos de que Octavia no sabe si se chamuscará con el sol.

Raven se sirvió café en su taza rosita con un unicornio:

– ¿por qué no expones un dedo a la luz solar?

– Mira– le enseñó el dedo corazón– expondré este. ¿Qué te parece?

Clarke esbozó una carcajada, mientras Raven puso los ojos en blanco:

– Me voy a arriesgar a sufrir una quemadura.

En ese instante la castaña se dio cuenta, el cambio de color de ojos de Octavia. Dio un sorbo de su café y se atrevió a preguntar. La primera vez que vio ese cambio de color, por casi se la come, literalmente:

– ¿Qué te pasa en los ojos?

Octavia apretó la mandíbula, le estaba costando dios y ayuda no abalanzarse sobre la castaña semidesnuda e hincarle los dientes en ese cuello tan sexy:

– Te veo y me entra hambre.

Raven palideció enseguida y comenzó a balbucear:

– Dime que es hambre sexual y no quieres clavar una pajita en mi cuello.

– ¿Pajita?– enseñó sus colmillos. Clarke ya precavida, se puso al lado de Raven mientras sostenía una sartén– no hace falta.

Las dos humanas comenzaron a retroceder, como si tuviera delante un animal salvaje y aquel gesto les ayudaría a salvarle la vida. Raven miró de reojo a la rubia:

Marca salvaje: solitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora