Capítulo 8

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Sopesando la posibilidad de aceptar la propuesta de Clarke, solo que había otro inconveniente, aparte de que pudiera crecerle el pelo, los dientes y las uñas, nunca en su puñetera vida había estado con nadie. De nuevo recorrió a lo mismo, libros e internet, desde libros escritos por sexólogos como, vergonzosamente documentales demasiado explícitos. Así lo llamaba Lexa, documentales ¿Qué era eso? Un trozo de plástico o látex de forma fálica hizo un mohín, pero si ese tamaño no era ni medio normal. ¿Eso era orientativo? Más que eso, conseguía echarla para atrás ¿le obligaría a usar eso? A cada vez estaba más desconcertada, le estaba dando cagalera y todo. Cerró el portátil, no, sería incapaz de hacer algo así o al menos dejar que le metieran esas cosas por orificios que siempre había usado de salida. Suspiró y se llevó las manos a la cabeza, echando el pelo hacía atrás. Cuando agudizando el oído, escuchó como la puerta del ascensor se abría, Raven acababa de llegar de comprar y terminaba de hablar con Octavia por teléfono. Se iba arriesgar a ser el centro de burla nuevamente, pero es que necesitaba ayuda femenina y no conocía a nadie más, así pues, abrió la puerta y le encontró introduciendo la llave en la puerta de su piso:

- Raven- la castaña se sobre saltó ya que no le había escuchado salir- perdona te he asustado.

- Si te soy sincera- dijo algo cansada de sujetar las bolsas de la compra- eres muy silenciosa ¿quieres ver a Clarke? ¿otra vez?

Lexa negó con la cabeza, es más bajo el tono de voz para que la rubia no escuchara los murmullos:

- No, está vez me gustaría hablar contigo.

- Genial- hizo una señal con la cabeza y hacer el amago de entrar en el piso- pasa y hablamos.

- Sin que lo sepa Clarke.

Dijo rápidamente evitando que ésta abriera la puerta. Raven dibujó una sonrisa pícara. Vale ahora sí que le picaba la curiosidad. Le encantaba las complicidades y si era de su vecina la buenorra, más todavía, seguro que era sobre algún tema de Clarke, si no quería que se enterase. Sacó la llave de su puerta, Lexa tan amable ella agarró las bolsas de su compra y le guio hasta su piso, bueno, gracias a Wells ya no aumentaría su fama de bicho raro, ya que lo había amueblado:

- Verás- comenzó a decir la morena mientras ponía las bolsas sobre la mesa- esta noche tengo una cita con Clarke.

- Ya lo sé- dijo con tono divertido- Clarke intenta quitarle importancia, pero tardó cero coma en contárnoslo- alzó las cejas reiteradas veces- eso quiere decir que le gustas.

- ¿Enserio?

Preguntó algo esperanzada. Si le gustaba, podría aceptar una segunda cita sin pasar por su alcoba:

- Si, gracias a dios- Sacó una cerveza de su bolsa y se sentó en una de las sillas- Bellamy es muy mono, muy majo, pero en el fondo es un tío infumable.

- ¿Infumable? - frunció el ceño- ¿Te le quieres fumar?

Raven esbozó una risita:

- No cariño, es un decir- volvió a poner cara traviesa- dime ¿en qué te puede ayudar la señorita Reyes?

Clarke era rara para Lexa, pero Raven le parecía todavía más extraña, sobre todo cuando habló de sí misma en tercera persona. Aun así, tomó aire y comenzó a decirle:

- Verás, siento mucha atracción física hacía Clarke- carraspeó- y sopesé la posibilidad de practicar esta noche el coito con ella en su alcoba- Raven intentó contener la risa, le parecía tan mona hablando tan a lo ancianita del s XIX- o en la mía, dependiendo de cómo acabe la velada, lo que quiero decir es que nunca he estado con ninguna mujer.

- ¿Nunca?

Preguntó sorprendida Raven. ¿tan extraño era? Todo el mundo nace virgen, lo que un humano tarda de media según había leído en internet, en perder la virginidad entre los 16 y 20 años, Lexa tardó unos centenares de años más:

Marca salvaje: solitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora