¿Qué si me agradaban los viajes? Por supuesto que sí, había tenido la fortuna de conocer grandiosos lugares en compañía de mi familia, y hubiera disfrutado este nuevo viaje si no fuera por el hecho de que mis nervios colapsaban y mis miedos resurgían, no estaba preparada para estar sola, tomar las riendas de mi vida, así, de la nada...
—¿Les gusta? —cuestionó mi padre en cuanto bajó del auto que había alquilado, dirigiéndose a nuestra nueva casa, temporalmente.
Me encogí de hombros como respuesta, la realidad era que tenía un aspecto espeluznante, he imaginar que tendría que vivir en ella, sola, por un tiempo, me daban escalofríos. Tenía apariencia de cabaña, lo malo era que se veía ya vieja, o tal vez todo era culpa de la desgastada pintura que la cubría.
No podía creer que después de haber analizado y tratado de hacerme a la idea de lo que ocurriría en lo que restaba del año, no sirviera de nada, ya que un nudo enorme comenzaba a formarse en mi estómago, todo por culpa de los nervios.
Mi padre era un hombre de negocios, vivía la mayor parte de su tiempo ocupado y por cuestiones de estos decidió que nos mudaríamos a Francia, pues según él, tenía grandes proyectos por emprender en ese lugar. Pero antes quería vender varias propiedades, y si, encontró al cliente perfecto, solo que aquí, en medio de la nada... un pueblo pequeño. Y como uno de mis grandes sueños era visitar Inglaterra, más específicamente su capital, mi papá me ofreció iniciar el semestre aquí, solo que no especificó qué no iríamos a Londres, mucho menos a un pueblo pequeñito, rodeado de bosque y más bosque, pero, en fin, no iba a desaprovechar la oportunidad de conocer a más personas y divertirme simplemente por no ser una buena negociadora como mi padre, pues debí investigar más la propuesta tan vaga que me había hecho, pero como siempre, parecía tener todo resuelto para mí y yo solo lo acepté.
—Por supuesto que nos agrada —chilló mi madre emocionada, siempre seguía cada capricho que a mi padre se le venía en mente por más locos que fueran.
—Supongo que estaremos bien. —Traté de sonar animada, pero fallé y me sentí pésimo al ver la nueva mueca de descontento que se formó en el rostro de mi padre.
—Pasado mañana tendrás que ir a tu nueva universidad, ya está todo listo —comentó, a lo que solo asentí, recordando el malestar de los nervios.
Intenté lucir emocionada para ocultarlos, pero supongo que volví a fallar.
—Laila, solo aprovecha —agregó rendido—. Conoce nuevas personas mientras esto termina.
—Eso haré, solo son los nervios. —Me excusé.
—Ya hemos hablado de ellos. —Sí, cientos de veces—. Debes aprender a controlarlos.
—Mejor entremos y acomodemos todas las cosas —finalizó mi madre, y se lo agradecí con una simple mirada que ella comprendió al instante.
Papá era un hombre amable y comprensivo, pero a veces sé que se desespera un poco con mis malas habilidades y control por la vida, aunque en parte es su culpa, desde siempre ha resuelto todos mis problemas creando un mal hábito en mí, tanto que la idea de estar sola y tomar las riendas de mi vida por un semestre me aterran.
La tarde pasó acomodando mi ropa y algunos pequeños muebles que había logrado traer conmigo de mi antigua habitación. Me encontraba agitada y lo único de lo que tenía ganas era de dormir un día entero, pero por ahora solo podía conformarme con tirarme a la cama observando el viejo tejado.
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Criaturas Malditas #2: Tu Dueño, Tu Tormento
WerewolfMatías es el líder de una manada y debe encontrar a su mate para ascender a Alfa de Alfas o su manada estará en peligro. ¿Qué pasará cuando no encuentre a su mate y su única solución sea aceptar a una humana? Disfrutó tanto ver aquellos ojos que re...