Vínculo roto

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¡¡Que los disfruten corazones!!

¡¡Que los disfruten corazones!!

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Mi plan de escapar se fue por la borda en cuanto me di cuenta en dónde estaba, en la cima de una montaña rodeada de nieve. Huir no era una opción al menos que quisiera morir congelada, si era que el vampiro no se precipitaba en sacarme de las afueras del pueblo para llevarme lejos de Matías. Por el momento lo había convencido de permanecer aquí un día más, en la fría casa que era su antiguo hogar, pero al paso de las horas su desespero se hacía más que insoportable.

—Se por qué no quieres marcharte —soltó interrumpiendo el mortífero silencio.

Me encontraba cerca de la chimenea del salón. El frío era mucho más intenso en esta casa que tenía que cubrirme todo el tiempo con una ligera sábana afelpada. Muy a mí pesar era el único lugar donde podía permanecer cálida, pues no existían más fuentes de calor.

—Por la tarde nos iremos —informó incorporándose sin la intención de salir del salón en realidad.

—Necesito verlo —confesé mi único deseo aun sabiendo que sería imposible cumplirlo—. Va a encontrarme, me despediré y me iré a donde usted quiera. —Un sonido salió de su garganta, tal vez uno de burla. Trate de ignorarlo.

—Si te encuentra, ¿qué te hace pensar que te escuchará?

Tal vez tenía razón, lo más probable era que me sacara de aquí sin siquiera permitirme soltar una palabra.

—Querrá matarme, siempre lo ha querido hacer.

—Debe confesarle la verdad. —Pese a mi gran anhelo de volverlo a ver, Markus también deseaba, deseaba recontarse con él, pero prefería rendirse.

—Lo intenté millones de veces, sé que jamás me escuchará. —Se aclaró la garganta volviendo a la silla—. Por la noche saldremos de aquí, el avión está listo. —Asentí, ya no podía hacer nada. Él no me permitiría alargar mi estancia aquí.

—Prométame que la carta que le he dado la recibirá Nicolle.

Así era, le había escrito a mi hermana con el propósito de tranquilizarla un poco ante mi desaparición, aunque claro que no pude darle grandes explicaciones, solo que debía marcharme y qué tal vez algún día le contaría el por qué. Que no se preocupara, que estaría bien.

—No te preocupes, ya está en sus manos en estos momentos. —Mi corazón se estrujó y mis nervios se abrieron paso. ¿Por cuánto tiempo estaría aislada de nuevo?

—Hay algo que no entiendo, Eleonora tardo mucho en convertirse en cazadora, ¿qué le dice que yo lo haré si permanezco un momento más en la manada?

—Por tus pesadillas. No tienes tanto tiempo, te convertirás, aunque te saque de aquí. No podrás evitarlo.

—¿Y cómo sabe de ellas?

Criaturas Malditas #2: Tu Dueño, Tu TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora