Matías es el líder de una manada y debe encontrar a su mate para ascender a Alfa de Alfas o su manada estará en peligro.
¿Qué pasará cuando no encuentre a su mate y su única solución sea aceptar a una humana?
Disfrutó tanto ver aquellos ojos que re...
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Matías tenía tantas cosas en la cabeza que no sabía a cuál de ellas darle más importancia, pero de entre todas aun no lograba asimilar que Laila fuera una mujer lobo, más bien, un híbrido. Era un hecho, la chiquilla había podido dominar su lado cazador y hacer resurgir su parte lobuno al mismo tiempo, sin duda era una mujer maravillosa. Ahora confirmaba lo que una vez le había dicho, ella era más fuerte de lo que creía.
Se preguntaba cuándo podría él tener la misma fortaleza. Laila había conseguido en días lo que él no pudo en años y más que nunca lo lamentaba, pues ninguno de sus esfuerzos por hacer salir a su lobo funcionaba. Por su culpa tendría que iniciar una guerra o perder la manada.
Ella estaba decidida a retar a Alejandro, pero era primeriza y por supuesto que no lo aceptaría, aunque no iba a ser fácil hacer que dejara de insistir, por eso mismo tenía un plan.
—Debo confesarte otra cosa —soltó. Se dirigían al pueblo.
Laila mantenía la creencia de que tan pronto se informaran de la ciudad más próxima y con aeropuerto viajarían hasta ahí en coche y tomarían el primer vuelo a Inglaterra, pero esa no era la intención de Matías.
—No me digas qué hay otra terrible noticia —mencionó sin ánimos.
Ella se mantenía relajada en su asiento, observando a través de la ventanilla del auto. En realidad, no apreciaba el hermoso paisaje, pues apenas y lo notaba con la maraña de pensamientos e ideas que traía en la cabeza.
—¿Te soy indiferente? —La pregunta de Matías hizo que dejara de mirar a través del cristal para posar su mirada en él, quien por algunos segundos mantenía la vista en la carretera y otros en ella.
—¿Qué tipo de confesión es esa?
—Primero necesito que contestes mi pregunta.
—No lo sé. —Dejó ir un suspiro pensando bien en la respuesta—. Al inicio creí que sí, pero de alguna forma estaba equivocada.
—¿Y ahora? —continuó con urgencia, provocando confusión en la chiquilla.
Él no olvidaba la conversación con su padre, aquella en la cual había descubierto la verdadera relación que tenía con Laila.
—No, no me eres indiferente, ¿contento? —respondió de mala gana. No le agradaban ni las preguntas ni tener que hablar sinceramente sobre ese tema en particular.
Matías no habló enseguida pese a que la respuesta le agradaba, lo hacía feliz, pero tampoco deseaba hacer enfadar más a Laila al sonreír, por lo que mantenía todos sus esfuerzos en contenerse, aunque no sabía hasta qué punto era en vano.
