Hoy

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¿Cómo? ¿Ya son las 7:35? Oh, no... Mierda, el bus sale a las 8. La cancioncita de star-ships me atormenta la cabeza. Debe de haberse estado reproduciendo todo mi repertorio de música del móvil desde las 7:00.

Palpo a ciegas la mesilla de noche y le doy golpecillos con el dedo por toda la pantalla de mi móvil. No es hasta que no deja de sonar la música que no decido dejar de pegar dedazos a la pantalla, abrir los ojos, e incorporarme de la cama.

Mies pies descalzos chocan contra el suelo y me pongo en pie.

Me visto lo más sencilla que puedo, no quiero llamar la atención. Elijo una blusa azul clara, unos vaqueros tejanos discretos, y unas Vans granates.

Bajo las escaleras a toda prisa, por un momento me he olvidado de la hora, miro de reojo mientras corro hacia la cocina "7:43".

-Mierda.

Casi no me da tiempo a almorzar, me meto dos galletas rápidamente en la boca y las mastico frenéticamente de camino al baño.

Me peino sin mucho cuidado y me hago un sencillo moño bajo.

Agarro las llaves de la mesa del comedor y me hecho la mochila al hombro a la vez que corro hacia la puerta de entrada. Una vez salgo a la calle me empapa la lluvia y cierro la puerta de entrada .Sé que no llegaré a tiempo, y probablemente llegaré al instituto hecha un asco.

Vaya, genial

Pienso mientras las gotitas de agua me resbalas por la cara. Ni me he dado cuenta de que llovía, y si vuelvo a entrar en casa a por un paraguas, probablemente llegue la última, y al verme empapada todos se fijarán en mi.

Mierda

Corro tan rápido como me lo permiten mis piernas hacia el instituto. Ni me atrevo a mirar la hora.

Al paso que voy, cuando llegue allí, tendré que prácticamente escurrirme la camiseta para poder entrar en clase sin inundarla toda.

Sigo corriendo, exasperada, una moto pasa por mi lado a toda velocidad y me empapa los pantalones de agua con barro.La coleta se me suelta y el pelo me cae por la espalda, despeinado.

Me giro en dirección donde ha caído la goma, un enorme charco de agua y lodo. Decido que será mejor no meter las manos allí.

Y, para colmo de todo, reconozco el coche que se aproxima hacia mí. Es un Seat Ateca blanco( me encantan las marcas de coches), impecable. Y creo que ya sé quién viaja dentro de él.

Oh, no... Dan

El señor Campbell, el cual era muy amigo de mis padres baja la ventanilla polarizada y me reconoce en seguida. Miro a la cara del hombre como un conejito asustado miraría a un zorro.

-¡Ivy!- Exclama sorprendido-  ¡Cómo no se te ha ocurrido avisarme de que te pasara a buscar! Precisamente llevaba a Dan al instituto, al pobre se le ha estropeado la moto. Anda, sube.

Tan solo consigo balbucear palabras inconexas y sin sentido.

-Eeeh... Yo, la lluvia.. Ehmmm, no gracias.

-Insisto, anda, sube o agarrarás una pulmonía.



En estos instantes me encuentro sentada en el coche del padre de el chico que me gusta, empapada en barro y agua, y tiritando de frío.

Mierda

 Cuando entro, Dan se limita a repasarme de arriba a abajo con la mirada inexpresiva y luego aparta la mirada y sigue concentrado en una conversación de WattsApp la mar de interesante. Como si yo no estuviera allí, cosa que me viene bien porque en estos momentos no me apetece hablar, solo morir de vergüenza. No veo la hora de llegar al instituto. El trayecto se me está haciendo eterno, y debo de estar roja como un tomate.

El padre de Dan, el señor Campbell, divaga sobre lo mal que lo he hecho al no avisar a nadie para que me llevara hasta el colegio, e insiste varias veces en que le llame si necesito a alguien que me lleve.

Una vez el coche para delante del inmenso edificio, bajo la primera y le doy las gracias al señor Campbell desde la acera. La lluvia se detiene de repente.

Miro arriba y veo a Dan agarrando un paraguas y ofreciéndomelo, pero sin limitarse a mirarme siquiera. Murmuro un gracias apenas audible y, sin mirarlo yo tampoco, corro con el paraguas en la mano hacia las puertas del edificio. Me pregunto porque tanta amabilidad por parte de Dan. Si es un jueguecillo de los suyos para hacerme quedar en ridículo, le aseguro que no va a funcionar. No este año.

 El bedel de la escuela el señor Stones me mira con su mueca habitual de desprecio, añadiendo un poco mas de asco y rabia en su mirada al verme llena de lodo y agua.

Corro pasillo abajo( dejando un rastro de agua detrás mío), a revisar las listas que se encuentran al final del largo pasadizo.

De repente lo huelo, ese aroma dulzón y recargado, el de un perfume de marca carísimo, como el que usaba antes mi madre. Tiene que ser Rebecca o una de sus secuaces. Ahora no puedo cambiar de dirección. Así que me dirijo cautelosamente al cartel.

Mierda, mierda, mierda

Pienso cuando se me para delante.

-Oh, ya sabemos quién va a la última y se entera de todas las noticias de moda... Si es Ivyyyy- Exclama Megan, una de las lameculos personales de Rebecca, alargando la ultima letra y fingiendo sorpresa.

-Qué pena que tu dueña no pueda ver lo mal que me acabas de dejar- Replico sarcástica, sin dignarme a mirarle a la cara y repasando las listas sin darle importancia a Megan, de reojo veo que se le ha puesto la cara roja como un tomate, y resopla de frustración. La habría dejado muy mal si no fuera por el detalle de que ella va impecable, y yo parece que acabe de salir de una película de risa, de lo penosa que voy.

-Eeeeh, disculpa, yo no tengo dueña.- Resopla tratando de mostrar su superioridad y tocándome el hombro con sus uñas para captar mi atención.

- No me toques demasiado, no vaya a ser que se te estropee la manicura.- Miro al cielo asqueada, y me vuelvo a concentrar en las listas. Finalmente, Megan se va, hecha una furia.

Me dispongo a leer la lista cuando suena el timbre. Como de la nada, un montón de alumnos entran por la puerta principal. Corren  hacia donde estoy yo y se abalanzan los unos encima de los otros, lo que sea con tal de poder leer las listas... Me aparto justo a tiempo de que un empollón con gafas no me pegue un mordisco en el brazo.

Me alejo rápidamente de la muchedumbre que se amontona delante de las listas de las clases. Chillan y se apartan los unos a los otros mientras que yo les observo como a orangutanes de zoo desde atrás, a una distancia prudencial.

Alguien me toca el hombro con asco y me aparta secamente, y se oyen risas detrás mío.Me giro y veo los ojos burlones y de serpiente de Rebecca, que me mira de arriba a abajo y suelta unas risitas. Entonces me ignora y  una de sus Barbies acompañantes silba, y de repente, pasa por delante mío otra vez ese olor insoportable.

Como un hechizo, todo el mudo calla, se giran hacia Rebecca y sus Barbies falsas y hacen un pasillo directo hacia las listas.

Mientras que Rebecca camina contorneándose como una diva hacia las listas, las Barbies se dedican a fulminar a todos con la mirada.

Decido que es mejor huír de allí.

 Voy a tener un curso la mar de interesante *nótese la ironía*.

NEGANDO //Trilogía: No caeré//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora