Llamo a Alisson. Se lo cuento todo. Rebecca, el beso, la huída, la lluvia, mi llanto, las tortitas el bate y Dan.
Y seguro que cualquiera que me viera pensaría cosas del rollo: "joder, que poco romántica que es la tía" o "y va y se carga ese pedazo de momentazo cliché tan trágico"
¡Pues sí! Que no soy una romántica. Lo era, pero ya no. Y en el fondo le estoy demostrando mi amor a base de ayudarle sin que el sepa que le estoy ayudando. Sí. Exacto. No estoy actuando como una chivata, sino como una amiga. Creo.
¡Joder, que tampoco le quiero dar vueltas a como se describiría el modo en que estoy actuando!
—Cielos, Ivy... ¿Aún te gusta?
—Sí... Bueno, no. No lo sé.— Me estoy sintiendo un pelín incómoda.Se ríe.
—No te culpo, teniendo una madre tan guapa, ¿cómo iba a salir él?
Esta bromeando. Creo. Digo creo porque la señora Campbell ( digo Meyers, su apellido de soltera) había sido modelo, y la belleza no se le ha quitado a base de años. Me la imagino a los 90 luciendo como una veinteañera. Dios mío. Estallo a reír.
—¿De que te ríes?—Se ríe conmigo. Hasta que ambas nos acordamos de Dan y de las drogas y automáticamente dejamos de reír.— Bueno, si sabes algo más me lo haces saber.
—Cuenta conmigo.
Y cuelga.
La verdad es que no tengo muy claro lo que Alisson quiere hacer con la información, pero no creo que siga sin reaccionar demasiado tiempo. Pero es mi segunda madre, me pasé media infancia en su casa, así que confío ciegamente en ella.
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Abro el móvil. He pedido una pizza formato familiar en Staggio's Pizza, la piza más famosa de mi barrio.
Solo me queda esperar.
Si. Eso. Esperar. Se me da genial esperar.
Al contrario que todo el puñetero resto del mundo, yo solo miro y subo contenido a Instagram relacionado con libros. Y unicornios. Claro.
La gente, normalmente sube fotos suyas, mostrando a sus amigos, su pasta y lo que puede hacer con ella ( tipo ir a concis, a hoteles de lujos, viajes caros, etc...). Les rodea una burbuja centrada en ellos, ellos y solo ellos.
Y me aburre esa mierda.
Memes, memes, más memes. En Instagram soy toda una delincuente: robo fotos y contenido de otras cuentas Pero, a quién me vas a engañar. Todas las cuentas lectoras lo hacen. Aunque lo nieguen.
Mis géneros favoritos son de fantasía (tipo Harry Potter)
¡¡¡Harry Potter es vida!!!
Suena el timbre.
¡Pizza!
Abro la puerta.Y allí se encuentra Mario Staggio, la mejor persona que voy a conocer en la vida.
Tiene mi edad, pero estudia en otra universidad.
La verdad es que es guapo. Pero Dan lo es más.
Ojos verdes y una sonrisa enorme en la cara. Es todo lo que tengo que decir para describirlo.
— Hola.
— Hola. Aquí tiene una pizza Caprezze familiar para la señorita. Pero... Vaya. ¿Y la familia?— Bromea.
— O te callas o te corto el pito— Bromeo yo también. El se lleva las manos allí abajo y ríe.
Y yo también río.
— Pero, ahora enserio... ¿Es que no te importa conservar la línea?— Me dice muy serio. Olvidé mencionarlo. Mario es un obseso con su figura. No es culturista pero casi. Y me pone enferma solo de pensar que pudiera acabar siéndolo. Odia la pizza. Mucho. Me contó que de pequeño estaba gordito, y le hicieron bullyng. Adivinad quién el que más. Si vuestra respuesta era Dan, habéis acertado. Por aquél entonces, yo vivía en California, y no en Nueva York, de haber vivido allí y de haber tenido noticia de lo que le hacían al pobre Mario, le hubiese reventado la cara a Dan. Así de claro. Por eso se cambió de escuela. Y se aseguró de no ir al mismo instituto que el gilipollas del que sigo enamorada.
— No. Mira.—Le suelto, burlona. Y dicho eso abro la caja de cartón que está sujetando y me llevo un delicioso cachito de pizza a la boca— ¡¡¡Mmmmmmmh!!!
— ¡Puaj!— Me suelta no sé ni si fingiendo una arcada. Lo se. Mario no hace muy buena publicidad para el negocio de sus padres, los señores Staggio.— ¿Enserio, no te da asco? No hagas estas cosas en público, ¡por favor!
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NEGANDO //Trilogía: No caeré//
Ficção AdolescenteHace 3 años que me perdió. Me olvidó. Intenté retomar conversa. Hablar... Dicen que le deje ir ya, que ha cambiado. Mientras yo iba perdiendo popularidad él la estaba ganando a una velocidad sorprendente. Hasta que llegó la señor...