Soy tremendamente gafe

61 9 4
                                    


Me dirijo hacia el aula de alemán. Aún no he visto ningún nombre de mis futuros compañeros, con los que me tocará compartir aula. Pero ayer por la noche leí en mi correo electrónico un mensaje de la directora, anunciando las materias que teníamos. Y me las aprendí de pe a pa, por lo que sé lo que me toca hacer en cada momento, el profesor, y el aula. Pero no sé con qué compañeros estaré.

Si tuviera que recordar todas las cosas malas que me han pasado en tan solo 1 hora...

Me dirijo hacia dirección apresuradamente, no quiero que nadie más me vea con estas horribles pintas.

En dirección me darán ropa limpia (que habrán perdido algunos estudiantes y que ni se habrán dignado a tratar de recuperar)

El señor Stones, el bedel, al verme llegar abre el armario de su despacho y me lanza a los pies una caja de cartón hecha polvo y llena de ácaros y pelusas ( y supongo que ropa).

Le doy las gracias atropelladamente y corro hacia el primer baño de chicas.

Y allí está ella, comiéndole todos los morros a Jason Turner, apoyados en la pared del baño de chicas.

Rebecca.

Ambos dejan de besarse, se giran hacia mí y me fulminan con sus miradas.

Mensaje recibido, Rebecca. Sonrío lo más falsamente que me permite mi orgullo y dignidad y cierro la puerta detrás mío.

Me encierro en otro baño de chicas, lanzo la caja encima del retrete y rebusco apresuradamente entre toda la mugre a la que debo llamar ropa.

Está toda arrugadísima, y huele a moho y a viejo. Da igual.

Encuentro un jersey de punto color rosa palo un poco desteñido y ajado, pero servirá. Y también unos pantalones que huelen a ... ¡Urgh! Que asco, Dios.

Guantes rotos, calcetines desparejados, sudaderas sudadísimas, zapatos rotos y apestosos, algo que ni me atrevo a mencionar y un sostén manchado de algo que (por suerte) no consigo identificar; repugnante .

Mi ropa interior no la voy a cambiar, ni loca.

Me decido por el jersey rosa y unas mallas desgastadas de lo que creo que es una especie de color azul marino, y que ahora es color azul-mierda.

Me peino como puedo con mis dedos en el espejo, dándome tirones, al final lo dejo, estoy horrible igual.

Meto toda la """""""ropa""""""" en la caja otra vez, y salgo pitando del baño, cruzo el pasillo y se la devuelvo a Stone y él ni siquiera se esfuerza en tratar de reprimir una carcajada cruel al ver mis pintas, otra vez. 

 Aparte de Rebecca y sus lameculeadoras personales, Stone es la persona que mas odio de todo el instituto, es un rancio, un borde y un viejo cruel.

Me pregunto si Rebecca y Jason aún estarán magreándose en el baño... En realidad da igual. Yo no voy a ser la que se atreva a volver allí para comprobarlo.

No otra vez. Ya he tenido suficiente Rebecca por hoy.

Mientras camino hacia clase de alemán, intento ensayar mentalmente lo que le diré a la señora Rottenmeyers cuando me pregunte por mi retraso en su clase.

"Oh disculpa, es que soy gafe y al empezar el día me he quedado dormida, he salido de casa a toda prisa y he acabado empapada de cabeza a pies al no llevar un puto paraguas de camino hacia aquí, por lo que el padre de mi amor platónico me ha tenido que llevar chorreando hacia aquí en coche, y me he tenido que cambiar de ropa, porque iba hecha un desastre y no quería pillar una pulmonía así que le he pedido al borde del bedel que me dejara cambiarme y, como costaba tanto elegir alguna prenda decente, he llegado tarde"


El aula de alemán queda demasiado cerca, así que, mientras yo me entretenía con mis gilipolleces, ya me encuentro entrando en el aula, con unos cuarenta ojos clavados en mí. Y, de esos cuarenta, me fijo en dos ojos color miel especialmente atractivos.

Dan.

—Señorita Adams, no puede llegar tarde a mi clase, y usted lo sabe. Sintiéndolo mucho creo que le voy a tener que anotar una falta de asistencia impuntual.—La señora Rottenmeyers es una mujer alta y delgada, como si bufándole en la cara la pudieras tirar al suelo, tiene una figura muy frágil, pero su tono de voz no pega para nada con su aspecto, es duro e imponente, inquebrantable.

—Si, señora.

Ahora vaya a sentarse a su sitio.— Rottenmeyers me señala con su estilizado dedo donde debo de sentarme este curso.

Genial, en última fila.

Y no es un "genial" sarcástico, no, sino todo lo contrario, así evitaré que la gente me mire, y podré pasar desapercibida. ¡Por fin me ocurre algo bueno!

Pero, como dije antes, soy gafe, tremendamente gafe. Así que, si me toca un cosa buena, obviamente tienen que ocurrir dos malas. La primera es que uso lentillas, por lo que me costará ver el pizarrón si estoy alejada. La segunda, me encuentro justo detrás de Dan, lo cual es bueno y malo a la vez. Bueno porque le puedo stalkear sin que se entere; esas chorradas de admiradora secreta y psicópata tan cursis. Malo porque, si se gira, me encontraré mirando cara a cara a esos ojos color miel tan fríos, tan duros y tan suyos.







NEGANDO //Trilogía: No caeré//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora