Mientras camino por las calles de London me voy preguntando lo que sería de Dan sin su madre. Y ahora sin mí. Tengo claro que estoy más que dispuesta a espiarle. A contarle a Alisson lo que hace en clase. Y tengo claro que si fracaso... No. No puedo fracasar. Eso no está en mi lista de opciones.
Y hablando de listas... He decidido comprar un diario donde anotar todo lo que hace Dan... Bueno, de hecho aún no lo he comprado, pero me estoy dirigiendo hacia el estanco.
Haré listas de cosas que come, bebe, dice, hace... TODO. Es imprescindible que Alisson se entere de lo que hace su hijo fuera de casa.
Sé que me voy a hacer daño, que no voy a aguantar, a resistir... Pero, realmente lo quería, me importa suficientemente como para darlo todo por él. Pues claro que sí, joder.
Negro con puntitos rojos, de enormes estrellas doradas, grandioso y feo, pequeño y cursi...
No me esperaba que encontrar un simple cuadernito donde anotar lo que hace el chico que me gusta para luego contárselo todo a su madre y que la cosa no acabe verdaderamente mal porque el chico tiene los pulmones negros fuera TAN difícil.
Me siento como una niñita de 8 o 9 años que quiere escribir en un diaro secreto, pero que, a los 2 días, se va a olvidar por completo de su existencia y va pedir otro juguete .Así es como me siento. Como si a esa niña le costara elegir el color de su "nuevo mejor amigo" porque quiere que sea un diario PERFECTO.
Pues no, simplemente quiero un diario que pase desapercibido en el instituto, eso es todo. Porque, digo yo... ¿No llama más la atención un cuadernito con mariposas y purpurina y un enorme candado con forma de corazón que una libretita que parece una agenda personal? Pues eso. Por eso me cuesta tanto elegir, porque los cuadernos de esta papelería parecen estar hechos expresamente para llamar la atención.
Estoy a punto de decirle al hombre que me mira desde el otro lado del mostrador que me lo pensare, y que volveré otro día, o cualquiera de esas excusas baratas tan asquerosas que no se cree ni el que las dice, cuando veo algo encima de la caja registradora del hombre.
Es una libreta de música. De esas con pentagramas y cosas así. Tiene el tamaño ideal. Es justo lo que busco, así que decido que me la voy a quedar. Pago la libretita y salgo pitando hacia casa, para contarle mi genial idea a Alisson, que supongo que estará encantada.
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—¿Cómo?¿Una libreta?
—Servirá para que no se me olvide nada de lo que te tenga que contar. ¡No sabes lo despistada que soy!
—Pues verás, sí que lo sé, te conozco mejor de lo que te crees... Resulta que la semana pasada fue el cumple de Dan. Y tú no le felicitaste.—¿Cómo me va a conocer bien? Pues claro que me acordé. Pero claro que no le iba a llamar. ¿Qué sentido tiene que una chica con la que no te llevas desde los 14( y a la que odias)decida llamarte el día de tu cumpleaños para felicitarte? En lugar de contarle que su hijo es un borde y que por alguna misteriosa razón ha decidido dejar de hablarme, decido responder con un
—Ooooh, vayaaa, ¡menuda cabeza que tengo!
—Ivy Anderson Thonks—Suelta en un tono divertido—,te conozco desde que eras un retoño y sé distinguir tus mentiras, cariño.—Vaya por Dios, pues al final resultará que me conoce mejor que yo misma.
—Lo siento... Pero es que ni tan siquiera me dirige la palabra. No pensé en llamarle. Bueno, sí que lo pensé, muchas veces, pero decidí que...— Me corta
—Te conozco, pero decidiste que no tenía mucho sentido después de todo ese tiempo sin hablaros.
—¡Wow! Pues sí que me conoce...—Se ríe animadamente. Su tono suena tan distinto al del otro día...
—Ahora va en serio Ivy—Noto que su tono se ha enfriado ligeramente ,si entre tu y yo tiene que haber confianza no me puedo arriesgar a que me mientas. Sobretodo dime siempre la verdad, ¿vale?
—Vale.
—Perfecto. Llámame si sabes algo sobre él.
—Lo haré, se lo prometo.
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NEGANDO //Trilogía: No caeré//
Ficção AdolescenteHace 3 años que me perdió. Me olvidó. Intenté retomar conversa. Hablar... Dicen que le deje ir ya, que ha cambiado. Mientras yo iba perdiendo popularidad él la estaba ganando a una velocidad sorprendente. Hasta que llegó la señor...