Estoy en casa.
Paredes de madera, el tacto de mi cojín, los posters de StarWars en la pared, mi peluche BunnyBoo...
Siento un olor extraño. Me cuesta recordarlo...
Huele... Huele a tortitas...A sirope de Arce tostado. Y a mantequilla, mantequilla fundiéndose.
Mi plato favorito.
¿¿¿Mamá está en casa???
¡¡¡Mamá está en casa!!!
¡Increïble! Y creía que volvería por navidad. Me dijo que volvería por navidad.
Da igual, ¡la cuestión es que está en casa!
Alguien la debería de llamar cuando yo estaba a punto de pillar una pulmonía enmedio de la calle. Espero y deseo que no esté muy cabreada... Pfff... ¿Pero como lo va a estar? ¡Ha hecho tortitas! Por fin me ocurre algo bueno, el idiota del karma ha tardado demasiado en actuar.
Me levanto de un salto de la cama y me calzo mis zapatillas de conejito (un clásico, pero son la mar de cómodas). Luego, al salir de la habitación, descuelgo de detrás de la puerta mi bata a cuadros verdes y azules, me la abrocho y salgo al pasillo. Bajo las escaleras corriendo. Cada vez huele mejor. ¡Que ilusión!
Me paro justo antes de bajar los últimos peldaños, no quiero que se asuste si llego por detrás suyo y le de un ataque. ( le pasó una vez y desde ese día, esto se ha convertido en una rutina)
—¡Mamá!
Nadie responde. Debe de estar escuchando música.
Chillo más fuerte.
—¡¡¡Mamááááááááá!!!
Nada.
¿Mamá está en casa?
Así que bajo sigilosamente. Ahora a la ilusión le ha dado por convertirse en miedo.
¿Y si no es mi madre? Podría ser un psicópata al que le da por hacerse el desayuno antes de matar a su víctima... O tal vez el psicópata me quiere atraer preparando mi desayuno favorito...
Agarro el bate de baseball de cuando era pequeña, que está apoyado en uno de los peldaños de la escalera, y bajo con cautela.
Está en la cocina...
Y vaya que si está.
Es un chico joven, de pelo marrón y parece fuerte. Por suerte está girado.
Justo cuando levanto el bate para darle un golpe en la cabeza con todas mis fuerzas, el chico se gira, provocando que rompa el plato que lleva en las manos al bajar el bate, en lugar de su cabeza.
—¡¡¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!!!!!
Estoy chillando. Es Dan.
—¡¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!!!!
Sigo chillando. Joder. Menudo susto me ha pegado el gilipollas.
Además, el cabrón se rie.
Joder. Joder. Joder. Estoy hiperventilndo.
—Vaya. Te acabas de cargar tu desayuno.— Y hace un puchero. Y se vuelve a descojonar.
Estoy tan sorprendiada y confundida que me cae el bate encima del pie.
—Ayyyy... ¡Joder!
Me dispongo a salir de la cocina a por el botiquín de las tiritas cuando me doy cuenta de la cosa mas obvia del mundo.
Dan. Está. En. Casa
Y mi dolor de pie se cura de repente. Solo siento el enfado.
Vuelvo a grandes zancadas hacia la cocina.
Y allí está él. Mirándome divertido, tomándose un zumo de naranja. Como si nada hubiese ocurrido.
—¿Que haces aquí?— Le suelto secamente.
— Supuse que alguien te tenía que cuidar. Si no llego a tiempo te me mueres, ¡retrasada! He fisgoneado un poco en tu bolso y he encontrado las llaves. ¡¡Tachaaaan!!— Me dice bromeando.
Será capullo.
— Sal de mi puta casa.
— Creía que era de tu madre.
—Sal de una putísima vez. No. Te. Lo Voy. A. Puto. Repetir.
— Un gracias estaría bien.
Estallo. ¡Tendrá morro el gilipollas!
— Gracias. Gracias por hacerme la vida imposible en el instituto, gracias por olvidame, por humillarme, por no hablarme. ¿Pretendes presentarte en mi casa como si nada hubiese pasado? No puedes entrar y salir de la vida de una persona cuando te apetezca, no tienes ese derecho, Dan.
No responde. Se limita a observarme. Como si quisiera atraparme dentro de sus ojos, cosa que no descarto que suceda.
—¡ Así que olvídame!, ¿vale? ¡¡He pasado dos años sin saber nada sobre ti, dos años preguntandome el porque de tu enfado!! Ya está. Se acabó, Dan. Vete.
Estoy llorando. No me he senrtido mas mal en toda mi vida.
Me duele cada pedazo de mi ser. Si ahora sacara una grabadora de voz de su bolsillo y me la enseñara triunfante no me extrañaría nada. En lugar de eso. Se levanta y se dirige hacia la puerta. Espero escuchar el click de la puerta cerrándose, en lugar de eso, escucho su voz, abatida.
—Ivy, yo...
—¡¡¡Véte!!!
Y se va.
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NEGANDO //Trilogía: No caeré//
أدب المراهقينHace 3 años que me perdió. Me olvidó. Intenté retomar conversa. Hablar... Dicen que le deje ir ya, que ha cambiado. Mientras yo iba perdiendo popularidad él la estaba ganando a una velocidad sorprendente. Hasta que llegó la señor...