«Déjale salir, Caroline». dijo el tío Maury. «Te vas a matar con tantas preocupaciones».
«Ya lo sé». dijo Madre. «Es un castigo. A veces me pregunto si no será que...».
«Ya lo sé, ya lo sé». dijo el tío Maury. «Pero estás muy débil. Te voy a preparar un ponche».
«Me preocuparé todavía más». dijo Madre. «Es que no lo sabes».
«Te encontrarás mejor». dijo el tío Maury. «Abrígalo bien, chico, y sácalo un rato».
El tío Maury se fue. Versh se fue.
«Cállate, por favor». dijo Madre. «Estamos intentando que te saquen lo antes posible. No
quiero que te pongas enfermo».
Versh me puso los chanclos y el abrigo y cogimos mi gorra y salimos. El tío Maury estaba
guardando la botella en el aparador del comedor.
«Tenlo ahí afuera una media hora, chico». dijo el tío Maury. «Sin pasar de la cerca».
«Sí, señor». dijo Versh. «Nunca le dejamos salir de allí».
Salimos. El sol era frío y brillante.
«Dónde va». dijo Versh. «No creerá que va a ir al pueblo, eh». Pasamos sobre las hojas que
crujían.
La portilla estaba fría. «Será mejor que se meta las manos en los bolsillos». dijo Versh,
«porque se le van a quedar heladas en la portilla y entonces qué. Por qué no los espera dentro de la
casa». Me metió las manos en los bolsillos. Yo oía cómo hacía crujir las hojas. Olía el frío. La
portilla estaba fría.
«Tenga unas nueces. Eso es. Súbase al árbol ése. Mire qué ardilla, Benjy».
Yo sentía la portilla, pero olía el frío resplandeciente.
«Será mejor que se meta las manos en los bolsillos».
Caddy iba andando. Luego iba corriendo con la cartera de los libros que oscilaba y se
balanceaba sobre su espalda.
«Hola, Benjy». dijo Caddy. Abrió la portilla y entró y se agachó. Caddy olía como las hojas.
«Has venido a esperarme». dijo. «Has venido a esperar a Caddy. Por qué has dejado que se le
queden las manos tan frías, Versh».
«Le dije que se las metiera en los bolsillos». dijo Versh. «Es por agarrarse a la portilla».
«Has venido a esperar a Caddy». dijo, frotándose las manos. «Qué te pasa. Qué quieres decir
a Caddy». Caddy olía como los árboles y como cuando ella dice que estamos dormidos.
Por qué gimpla, dijo Luster. Podrá volver a verlos en cuanto lleguemos al arroyo. Tenga.
Una rama de estramonio. Me dio la flor. Cruzamos la cerca, entramos al solar.
«Qué te pasa». dijo Caddy. «Qué es lo que quieres decir a Caddy. Es que le han obligado a
salir, Versh».
«No podía hacerle quedarse dentro». dijo Versh. «No paró hasta que lo dejaron salir y vino
aquí directamente, a mirar por la portilla».
«Qué te pasa». dijo Caddy. «Es que creías que iha a ser Navidad cuando yo volviese de la
escuela. Eso es lo que creías. Navidad es pasado mañana. Santa Claus, Benjy. Santa Claus. Ven.
Vamos a echar una carrera hasta casa para entrar en calor». Me cogió de la mano y corrimos sobre
las hojas brillantes que crujían. Subimos corriendo los escalones y salimos del frío brillante y
entramos en el frío oscuro. El tío Maury estaba metiendo la botella en el aparador. Llamó a Caddy.
Caddy dijo,
«Acércalo al fuego, Versh. Vete con Versh». dijo. Enseguida voy yo».
Fuimos al fuego. Madre dijo,
«Tiene frío, Versh».
«No». dijo Versh.
«Quítale el abrigo y los chanclos». dijo Madre. «Cuántas veces tengo que decirte que no lo
metas en casa con los chanclos puestos».
«Sí, señora». dijo Versh. «Ahora estése quieto». Me quitó los chanclos y me desabrochó el
abrigo. Caddy dijo,
«Espera, Versh. Madre, puede volver a salir. Quiero que venga conmigo».
«Mejor lo dejas aquí». dijo el tío Maury. «Ya ha salido bastante por hoy».
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