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Pero tengo que encontrarlos. Os los habéis encontrado».«No me interesan tus veinticinco. Yo me ocupo de mis cosas».«Ande, venga», dijo Luster. «Ayúdeme a buscarlos».«Ese no distinguiría una moneda de veinticinco ni aunque la viera, verdad».«Pero sí que puede ayudarme a buscarla». dijo Luster. «Vais a ir todos a la función estanoche».«No me hables de la función. Cuando acabe con este balde estaré tan cansada que ni voy apoder moverme».«Ya verás como acabas yendo». dijo Luster. «Seguro que estuviste anoche. Me juego algo aque todos estaréis allí para cuando abran la carpa».«Ya habrá suficientes negros sin que esté yo. Como anoche».«Pues el dinero de los negros vale tanto como el de los blancos».«Los blancos dan dinero a los negros porque como los que vienen a tocar son blancos,vuelven a dejarlos el dinero y así los negros tienen que seguir trabajando para ganar más».«Pero es que no vas a ir a la función». «Por ahora no. Tengo que pensármelo». «Qué tienescontra los blancos».«No tengo nada en contra. Yo voy a lo mío y que los blancos vayan a lo suyo. No me interesaesa función».«Pues hay uno que toca una canción con un serrucho. Lo toca como si fuera un banjo».«Tú fuiste anoche». dijo Luster. «Y yo voy esta noche. Si encuentro la moneda».«Supongo que tendrás que llevarte a ése». «Quién, yo». dijo Luster. «Es que te crees que lovoy a llevar para que se ponga a berrear». «Qué haces cuando empieza a berrear».«Le sacudo». dijo Luster. Se sentó y se arremangó los pantalones del mono. Ellos jugaban enel arroyo.«Habéis encontrado alguna pelota». dijo Lus«No te hagas el chulo. A que no te gustaría que tu abuela te oyese decir esas cosas».Luster se metió en el arroyo por donde estaban jugando. Se puso a buscar dentro del agua,junto a la orilla.«Los tenía esta mañana cuando andábamos por aquí». dijo Luster.«Por dónde se te han caído».«Por este agujero del bolsillo». dijo Luster. Buscaban dentro del arroyo. Entonces todos sepusieron de pie y se pararon, luego se salpicaban y se peleaban dentro del arroyo. Luster la cogió yse agazaparon en el agua, mirando hacia la colina por entre los arbustos.«Dónde están». dijo Luster.«Todavía no se los ve».Luster se la metió en el bolsillo. Ellos bajaron por la colina.«Habéis visto una pelota por aquí».«Se habrá caído al agua. No la habéis visto ni oído pasar, chicos».«No he oído nada por aquí». dijo Luster. «Pero algo ha pegado contra aquel árbol de allí. Nosé por dónde ha caído».Miraron dentro del arroyo.«Demonios. Mira por el arroyo. Venía hacia aquí. Yo la vi».Miraron por el arroyo. Luego se volvieron por la colina.«Tú has cogido la pelota». dijo el chico. «Para qué la iba a querer yo». dijo Luster. «No hevisto ninguna pelota».El chico se metió en el agua. Siguió. Se volvió a mirar a Luster. Siguió río abajo.El hombre dijo «Caddie» sobre la colina. El chico salió del agua y se fue por la colina.«Pero, bueno», dijo Luster. «Cállese». «Por qué se pone a gimplar ahora».«Y yo qué sé». dijo Luster. «Porque le da por ahí. Lleva así toda la mañana. Supongo queporque es su cumpleaños».«Cuántos cumple».


El Ruido Y La Furia William FaulknerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora