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«Por allí no». dijo T.P. «Es que no sabe que mi abuelita dice que no puede ir allí».Estaban cantando.«Vamos». dijo T.P. «Vamos a jugar con Quentin y Luster. Vamos».Quentin y Luster estaban jugando en el suelo delante de la casa de T.P. En la casa había unfuego que subía y bajaba y Roskus estaba sentado delante.«Ya son tres, Dios nos proteja». dijo Roskus. «Te lo dije hace dos años. Esta casa trae malasuerte».«Y entonces por qué no te vas». dijo Dilsey. Me estaba desnudando. «Con tanto hablar demala suerte le metiste a Versh la idea de Memphis. Deberías estar satisfecho.«Si esa es toda la mala suerte de Versh». dijo Roskus.Frony entró.«Ya habéis acabado». dijo Dilsey.«T.P. está acabando». dijo Frony. «La señorita Caroline quiere que acueste usted a Quentin».«Voy todo lo deprisa que puedo». dijo Dilsey. «Ya debería saber que no tengo alas».«A eso iba yo». dijo Roskus. «No puede haber buena suerte en una casa donde nunca sepronuncia el nombre de uno de los hijos».«Cállate». dijo Dilsey. «Es que quieres que empiece».«Criar a una niña sin que sepa el nombre de su propia madre». dijo Roskus.«No te rompas la cabeza preocupándote por ella». dijo Dilsey. «Yo he criado a todos ellos ycreo que puedo criar uno más. Y ahora cállate. A ver si quiere dormirse».«Por decir un nombre». dijo Frony. «Si él ni sabe cómo se llama nadie».«Pues dilo y ya verás si lo sabe». dijo Dilsey. «Díselo cuando esté dormido y seguro que teoye».«Sabe muchas más cosas de lo que se cree la gente». dijo Roskus.«Sabía que les estaba llegando su hora, igual que ese pointer. Si él pudiese hablar te diríacuándo le va a tocar. O a ti. O a mí».«Saque a Luster de la cama, mamá». dijo Fro¬ny. «Ese chico le va a embrujar».«Calla esa boca». dijo Dilsey. «Es que no se te ocurre nada mejor. Qué falta te hará oír aRoskus. Adentro, Benjy».Dilsey me empujó y me metí en la cama, donde ya estaba Luster. Estaba dormido. Dilseycogió un trozo largo de madera y lo puso entre Luster y yo. «No se mueva de su sitio». dijo Dilsey.«Luster es pequeño y no querrá hacerle daño».Todavía no puede ir, dijo T.P. Espere.Nos asomamos a la esquina de la casa y vimos cómo se iban los coches.«Ahora». dijo T.P. Cogió en brazos a Quentin v salimos corriendo hasta la esquina de la cercay los vimos pasar. «Ahí va», dijo T.P. «Ven el del cristal. Mírenlo. Está tumbado ahí dentro. Loven».Vamos, dijo Luster, voy a llevarme esta pelota a mi casa para que no se me pierda. No señor,no es para usted. Si esos hombres se la ven, dirán que la ha robado. Cállese. No es para usted.Para qué demonios la quiere. No sabe jugar a la pelota.Frony y T.P. estaban jugando en el suelo junto a la puerta. T.P. tenía un frasco con luciérnagas.«Por qué habéis vuelto a salir». dijo Frony.«Tenemos visita». dijo Caddy. «Padre dijo que esta noche me obedecierais a mí. Supongo queT.P y tú también tendréis que obedecerme».«Yo no voy a obedecerte». dijo Jason. «Frony y T.P tampoco tienen que hacerlo».«Lo harán si lo digo yo». dijo Caddy. «A lo mejor no lo digo».«T.P. no hace caso a nadie». dijo Frony. «Ha empezado ya el velatorio».«Qué es un velatorio». dijo Jason.«Es que mamá no te ha dicho que no se lo dijeras». dijo Versh.«Donde uno va a llorar». dijo Frony. «En el de la Hermana Beulah Clay estuvieron llorandodos días».

El Ruido Y La Furia William FaulknerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora