6.Valeria

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La síquica no pudo con mis exasperantes minutos de silencio y al final me dio de alta. Seguro tenía cosas mucho más interesantes que oír en su "consultorio" (¡con lo que le gustaban los chismes!) y no soportó más mi actitud de bruta ciega sordomuda. Lo que demuestra una vez más que mi táctica del silencio absoluto funciona fe maravilla, no sólo con mamá, sino con el gremio de los adultos, en general. Una adolescente muda saca más de casillas que mil Julianas y Lucías histéricas, está comprobado científica mente. Los adultos se sienten amenazados con el silencio porque callarse es la mejor forma de decir "me reservo mis opiniones y mis pensamientos". Y eso puede signifcar que quién sabe qué ideas se están rumiando en la cabeza...Desde: "vieja estúpida", hasta "me voy a suicidar", el pensamiento es libre de pensar lo que de la gana. Y, si uno no lo dice, pues ellos no tienen forma de controlarlo...
Total, fue una jugada inteligente (la primera de su vida), la síquica me dio de mi propia medicina: a mí no me dijo ni mu, pero en cambio citó un día papá y a mamá (obligatoriamente debían asistir los dos, ¡pobre pa!) y les entregó un informe de diez páginas, supongo que en señal de venganza. Era un informe confidencial. PERO con copia a la directora del colegio, al coodinador de bachillerato, a la jefe de grupo y a los padres de familia... (¡ Espero que por padres se estuviera refiriendo sólo a los míos!)... Mucha hipócrita, ¡ pensar que insistia en que confiara en ella! ¿me creía boba, o que? Una cosa era hacerme la boba y otra muy diferente, serlo de verdad y hasta ese extremo de ingenuidad. Por eso nunca abri la boca.
Gracias a su completo informe, pude por fin conocer los rasgos de mi verdadera personalidad, (Bueno, al menos supe que tenia personalidad, no como creían mis primas, eso ya era algo.) Según sus palabras, yo era "una adolescente extramadamente reservada e introvertida que se refugia en el mutismo como mecanismo de defensa". "Con baja autoestima, se le dificulta expresar sus sentimientos, emociones y estados de ánimo". Dos páginas más adelante, en el subtítulo de Recomendaciones, sugería "darle oportunidades para fortalecer su socialización con gente de su edad, haciendo énfasis en personas del sexo opuesto".
¡Quién se iba a aguantar a mamá, organizando encuentros "casuales" con amigas suyas que tenían hijos de mi edad y montándole otra vez a mi hermano un operativo para que me llevara a sus fiestas! Por lo menos, en algo que el informe llamaba "perfil académico", estuve de acuerdo: "Alto nivel de inteligencia. Los tests que se aplicaron la ubican en un rango promedio superior. Sus mayores intereses son académicos y se inclina por las ciencias exactas y las matemáticas. Es importante anexar este informe al test de orientación profesional que se le aplicara en el próximo semestre". (Perfecto, eso significaba otra copia para la profesora de orientació profesional... Como quien dice, de una vez debería publicar el informe en el anuario, para evitar tanto gasto de fotocopias.)
En eso terminó mi tratamiento. Lo positivo fue que se acabó y lo negativo, el resto. Aunque se me olvidaba reconocer otra cosa positiva: si mal no recuerdo, la primera vez que vi a Gabriela fue allá, en el consultorio de la síquica. (Mamá se enerva cuando la llamo síquica y siempre sale con la misma cantaleta: ¿En qué se parece la sícologa escolar a Walter Mercado? "Yo creo que empezando por el peinado, en todo, pero si le contesto así, me mata...) El caso es que Gabriela estaba sentada, como tantos indefensos pacientes, en el diván negro. Entré sin golpear a la puerta y la vi, en posición de loto, con ojos colorados. La verdad, casi no me había fijado en ella, ni sabia su nombre porque todo el mundo le decía "la nueva" y además le habían puesto en B, que era el curso de Juliana y los de C odiábamos todo lo que tuviera que ver con B. Ese día me cayó gordísima, por la pinta alternativa y por esa pose de víctima profesional que me recordó a Lucía. Dije, "perdón, creí que ya era mi turno" y, cuando iba a salir feliz para aprovechar otros minutos de libertad, la síquica me hizo frenar en seco.

--Entra, Valeria. Claro que es tu turno. Es que le dije a Gaby que se quedara un momento para presentártela --me pareció ridículo el apodo y pensé que, además de plañidera, era cursi para rematar. Mucho después supe que sólo ella le decía Gaby, para pasar por muy amiga y sacarle toda la información para sus famosos informes confidenciales (¡el viejo truco!) . La síquica debío pensar. "Junto a estas dos desadaptadas que no tienen amigas y mato dos pájaros de un tiro".
Me dijo que a Gaby la iba a pasar a mi curso porque en B se sentía muy sola. Hice mi mejor mirada de vaca, como diciendo, ¿y a mí que? Pero ella lo tenía todo fríamente calculado . No solo la pasaron a C, sino que me la instalaron en el pupitre de a lado para que "tu la ayudes en lo que se ofrezca". Al otro día empecé a entender a la nueva, TODO se le ofrecía porque no sabía ni dónde estaba parada. No entendía inglés y tampoco matemáticas ni ciencias, supuestamente porque eran inglés. Entonses, debe ser buena en español pensé, pero que va, en español era um desastre.

☆Los Años Terribles☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora