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-Willa.
La nombrada saltó de su lugar, dándole un vistazo rápido a la puerta blanca de su habitación. Se trataba de su tía, quien la estaba llamando del otro lado. Revisó el reloj que posaba en su mesa de luz, dándose cuenta de que ya era la hora de la cena. El tiempo pasaba cada vez más rápido cuando estaba entretenida. Había estado extrañando la complicidad de su cuarto, tras las pequeñas remodelaciones apenas podía pensar que aquel mismo lugar había sido tan terrorífico. El olor se había ido, las paredes ahora eran de un color verde lima y su nueva ropa de cama también combinaba con aquellos colores. Cuando cerraba sus ojos, de vez en cuando recordaba la sangre y la sensación de miedo en su cuerpo. Sin embargo, se sentía mucho más segura ahora; su tío Zach no solo había puesto una cámara en la parte delantera de la casa, sino que cambió todas las cerraduras de todas las puertas y ventanas. Ahora su propia ventana tenía tres pestillos que sólo se podían abrir de adentro.
Ella se alejó de Jasper de un tirón, tratando de no hacer demasiado ruido. Estaba segura de que sus labios estaban rojos y algo hinchados por la sesión de besos de apenas unos minutos.
-Vete.- susurró lo más bajo que pudo, dándole otra mirada a la puerta de su habitación. Su tía no sería capaz de entrar, pues había cerrado la puerta con llave. Sin embargo, eso no significaba que la dejaría de molestar. Jasper no respondió rápidamente a su pedido, él se tomó el atrevimiento de besar sus labios y luego dar un corto beso en su nariz, como despedida. Sus labios y su toque eran fríos, pero eso no le molestó en lo absoluto. Era algo extraño, siempre había tenido un cierto tipo de favoritismo hacia las cosas cálidas, pero con él vampiro era totalmente lo inverso. Le gustaba su toque, era completamente diferente a lo que estaba acostumbrada a sentir. Lo observó caminar hacia la ventana, siendo silencioso como un gato. De repente, él dio un salto.
-¡Willa! ¿Estás ahí?
Regresó su atención a su desesperante tía. Levantó sus útiles y hojas esparcidas en el suelo, a las que siquiera le había dado un vistazo, por estar demasiado distraída en los besos del Cullen. Probablemente, recibiría una mala calificación de la profesora de literatura. No sería la primera, así como tampoco la última. Se dio un vistazo en el espejo, tratando de acomodar su cabello de una forma mucho menos dramática. Jasper y ella no habían estado haciendo nada subido de tono, sólo se dieron unos cuantos besos y hablaron de diversos temas. Descubrió algunos hechos, la música que solía escuchar y algunos pequeños detalles de su vida como humano. Apenas unos tres días habían pasado desde su primer beso, allí en el bosque. El fin de semana los había interrumpido justamente al día siguiente, por lo cual sus encuentros solo habían sido entre las cuatro paredes de su habitación. Aún no sabía como sería la situación en el entorno escolar, si es que se darían besos en los pasillos o si se tomarían de las manos. No sabía si sería exactamente todo lo contrario, teniendo una privacidad absoluta. No estaban en una relación, ninguno de los dos le pusieron un nombre a lo que estaban experimentando. Willa se sentía como si estuviese caminando por una delgada línea de la cual no sabía querer cruzar.
