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Jasper la observó. Willa Foster yacía dormida y en calma, tan opuesta a los propios pensamientos del vampiro. Su rostro aterrado, así como también valiente, ahora lucía pacífico. Sus ojos azules se encontraban cerrados y su boca estaba algo entreabierta, mientras respiraba. Sus cabellos naranjas estaban despeinados y repartidos por toda la almohada. Por más que sonara completamente anormal, él amaba contemplarla mientras dormía. Claramente estaba bordeando la línea de la obsesión, pero se dijo que sólo era inofensivo. Ella descansaba a sólo unos centímetros de su cuerpo, mientras él sentía la calidez que ella producía. El brazo de la pelirroja se encontraba rodeando el cuerpo del vampiro y su rostro estaba apoyado en su pecho. Realmente no podía recordar la última vez en la que se había sentido cómodo con un agarre tan íntimo, pero frente a Willa descubría cosas nuevas. Había descubierto cómo querer a alguien, sin esperar nada a cambio y también, como sentirse a la deriva. Intentó olvidar todo lo que había sucedido momentos atrás, para enfocarse en las cosas positivas de su relación, pero todo aún seguía en su cabeza. Había intentado mentirse a sí mismo, asegurando que todo saldría bien y que la visión de Alice estaba lejos de ser verdad. Aún así, no estaba seguro de que las cosas podrían salir como las quería. Él se había enamorado perdidamente de Willa y había luchado contra todo para no hacerlo. Realmente se había opuesto a la idea de salir con alguien tan delicado, como lo eran los humanos, pero sólo una mirada bastó para replantearse todo.
Si ella era arrebatada de su brazos, era algo tan doloroso que no quería contemplar la idea. Después de todo lo que había pasado en sus largos años de vida, Jasper nunca jamás hubiese creído que estaría de novio con una chica como ella. Pero todo lo que había en Willa era mágico, ella era tan honesta con sus palabras, que creía que el resto debía aprender de ello. Había estado asustada tantas veces y nunca tuvo temor en decirlo, ella era una joven fuerte, por eso mismo. Aún podía recordar la primera vez que la había visto, sentada en la cafetería, observando a sus hermanos y principalmente, a él. Sus palabras provocativas y sus miradas que traían fuego consigo. Se negaba a despedirse de eso. La vida no era justa, él lo sabía de primera mano, pero quería que por primera vez, la suerte estuviera de su lado. Habían acumulado tan pocos momentos juntos y quería mucho más de esos.
—¿Tengo algo en el rostro?— preguntó ella, abriendo uno de sus ojos. Jasper no se había dado cuenta de que ella había despertado, estaba demasiado concentrado en sus pensamientos. Una pequeña sonrisa somnolienta se hallaba en su rostro, hasta que prosiguió a bostezar. Tan solo había dormido un par de horas, la ventana mostraba la poca iluminación del amanecer.
—Algo de baba.
La pelirroja acercó su mano a su boca y se encontró con que no había nada allí. Puso sus ojos en blanco.
—Que gracioso, eres don comedía.— murmuró Willa, con un comentario bañado de ironía. Permaneció en silencio por unos momentos, notando que los ojos del vampiro parecían apagados. Teniendo en cuenta los recientes acontecimientos, sabía qué sucedía.— Es mejor no pensar en eso, sólo aprovechemos el momento. No tengo intenciones de preocuparme y sé que si comienzo a pensar en mi muerte voy a enloquecer. Es lo único que te pido Jazz, por favor. Sólo no hablemos de eso.
