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Jasper se sintió peor que la misma mierda. Olvidó su enojo, aquél que escalaba por su cuerpo y cubría sus sentidos. Apagó cualquier tipo de sentimiento negativo, para observar a su amada. El corazón de Willa Foster había dejado de latir apenas unos segundos atrás, finalizando su corta vida, de unos escasos diecisiete años. Él vampiro no lo dudó y corrió hasta la pelirroja, mientras sentía todo a su alrededor moverse a gran velocidad. Escuchó los gritos que emitía Jefred, mientras Emmett y Alice aprovechaban su débil cuerpo y lograban romperle sus huesos. Sintió nuevas presencias aparecer en la habitación, se trataba del resto de su familia, apareciendo luego de su llamada desesperada. Todos estaban allí para ayudar con la causa, pero no le importó. ¿Cómo podía importarle lo que sucedía a su alrededor, teniendo en cuenta que Willa Foster estaba muerta? No le interesaba el esfuerzo que ponía su familia en asesinar al hombre que había hecho todo. A fin de cuentas, Alice había tenido razón con su visión. Su alma se había ido, su cuerpo estaba comenzando a enfriarse y su rostro mostraba la pérdida de vida. Se sentía con un hueco en su pecho, que no hacía más que carcomer sus sentimientos.
Pensó en todo lo que cambiaría si la mordía, si la convertía en un vampiro antes de que fuera demasiado tarde. Ellos jamás habían hablado de eso. La única charla en la que habían hablado del futuro, ella dejó en claro que deseaba hacer una carrera relacionada a la salud mental. Le gustaba tener la habilidad de poder ayudar a las personas a dejar sus adicciones y dar toda la ayuda que ella recibió en su momento. Aún así, Willa nunca pareció ansiar querer ser un inmortal. Nunca lo había juzgado por ser un vampiro, pero tampoco había mencionado que le gustaría convertirse en uno. Jasper se preguntó si era un monstruo, por tan sólo contemplar esa idea. Sus propios deseos estaban cegando su sentido racional, porque había pasado mucho tiempo sin amar a alguien y no quería perderla. Él no sabía nada. Ansió ser capaz de también cambiar sus sentimientos. De esa manera, dejaría el temor y el dolor detrás, para poder tomar una decisión con el cerebro.
—¿Qué se supone que debo hacer?— preguntó en voz alta, sus ojos bien abiertos.
Alice pareció escuchar su pregunta. Ella se acercó a ellos, para arrodillarse frente suyo y mirarlo con sus ojos analizadores. Él observó a la vidente, sus ojos dorados transmitían pena por tener que ver esa tragedia. Tal cual lo había presentido, cómo el cuerpo de la humana se adormecía, hasta la muerte.
—Podemos cambiar el destino, ¿Cierto?— cuestionó Rosalie, desde la entrada de la sala. En algún momento, Aspen se había colocado a su lado, luciendo increíblemente temeroso en la presencia de todos los vampiros.
—No lo sé.— respondió la chica de cabellos alocados, con una voz decepcionada.— Mis visiones pueden cambiar si algo incita a hacerlo, lo hemos visto.
Parecía que convertir a Willa estaba siendo una opción en esos momentos. Pero al hacerlo, no sabía si traería desgracia y decepción. Las cosas podían salir de tantas maneras, que lamentaba no haber discutido eso con ella. No le gustaba tener que tomar una decisión tan difícil, por sí sólo. No le gustaba tener que elegir el desarrollo de su vida, sin saber qué pensaría ella de eso mismo. Incluso, nada garantizaba que la mordida pudiera hacerla regresar. Ya no sabía cuántos minutos llevaba muerta, pero podía ser demasiado tarde.
