Amanda
—¡Amanda, por favor! ¡Apúrate!
Sigo acostada en mi cama, mirando el techo como si éste tuviera las respuestas a todos mis problemas. Realmente no quiero enfrentarme a este día. Sé que habrá burlas en cuanto aparezca en la escuela y no estoy de ánimo para aguantarlas.
No tengo fuerza para comenzar de nuevo. Solo quiero esconderme. Pero también estoy cansada de ser débil y cobarde. Así que sigo mirando el techo, a ver si recibo algún consejo.
La puerta de mi habitación se abre, mamá entra y me mira con las manos en las caderas. Hoy es su día libre, así que va vestida de civil.
—Menos mal, estás vestida —me dice—. Amanda, sé lo difícil que es esto para ti. Pero es el último año. Por favor, trata de tomarlo con más ánimo.
Me levanto de un salto y me enfrento a ella.
—Tengo ánimo, madre. ¿No ves mi cara de felicidad? —le doy una sonrisa falsa causando una mirada de desilusión en ella.
Me toma de las manos y me lleva a mi cama.
—Ven. Siéntate conmigo un momento.
—Mamá, no estoy de humor para una charla. Tengo que estar en la escuela en veinte minutos.
—Lo sé. Voy a ser breve, te lo prometo, pero quiero que me escuches atentamente. —Toma una respiración profunda y me mira directo a los ojos—. Sé que jamás voy a entender completamente por lo que pasaste, y cómo te sientes al respecto. He respetado tu negativa a hablar del tema y tu decisión de no ir a un terapeuta. La culpa me mata cada vez que te miro.
—Mamá...
—No me interrumpas. Déjame hablar. —Espera hasta que asiento antes de continuar—. Soy la culpable. No debí dejarte con un hombre que no conocía por completo. Debí escucharte y dejarte con la tía Maggie. Estaba cegada de amor y esa será siempre mi condena. Pero no quiero que sea la tuya. Solo quiero que seas feliz. Que seas libre.
Acuna mi cara entre sus manos, y hay tanto arrepentimiento en su mirada que mi corazón tiembla. No quiero llorar. No voy a llorar. No hoy.
—Mi bebé. Es hora de que salgas de tu caparazón o dejes a la gente entrar. Sé cuán herida estás. Pero también sé lo fuerte y decidida que eres. Dale una oportunidad a la vida y arriésgate.
Mi madre en serio no tiene idea de lo difícil que es para mí siquiera abrirme a ella, mucho menos a otros. Siento mis ojos arder.
—Mamá. No sé si puedo —una solitaria lágrima rueda por mi mejilla—. Los chicos... No logro acercarme a uno sin que me dé escalofríos. Les tengo tanto miedo...
—Muñeca, no todos los hombres son como Joe. —Tiemblo ante la mención de mi abusador—. Amanda, quiero que logres superar el daño que te hizo ese hombre. Puedes hacerlo por tu cuenta, o podemos buscarte ayuda.
—No quiero ir a ningún terapeuta, mamá.
—Bien. Entonces prométeme que vas a poner de tu parte este último año. Haz amigos, ve a fiestas, sal al cine, enamórate.
Un resoplido sale de mi boca.
—¿Enamorarme? Por favor. ¿Conoces a alguien que no tenga una polla?
Me observa sin decir nada por un momento. Por su mirada, sé que lo que va a decir lleva mucho tiempo rondándole la cabeza.
—Las chicas no tienen pene.

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Amanda Mia
Storie d'amore¿Qué pasa si todo lo que odias es representado por quién más deseas? Desde el primer momento en que lo vi, supe que me traería problemas. ¿Qué pasa si todo lo que deseas es imposible por lo que representas? Desde el primer momento en que la vi, supe...