Capítulo Tres

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Amanda



Frente en alto. Espalda recta. Proyecta seguridad.

Todos me están mirando. Escucho los cuchicheos y veo cómo me señalan sin disimulo. Todos están hablando de mí. Pero, por primera vez, me importa una mierda. Me enfrenté a mi mayor temor y vencí.

Okey, menos drama. Pero al menos no me dejé intimidar por la raza masculina como normalmente haría. Solo quisiera no tener que encontrarme a un hombre en particular el resto del día.

Y quiero dejar de pensar en ese beso.

Estoy llegando a mi siguiente clase cuando un brazo se entrelaza con el mío.

—Así que tú eres la famosa Charlie.

Me giro con brusquedad zafándome del agarre.

—Tranquila, tigre. No muerdo. Mi gusto es más selectivo. Como... con más bolas.

Ni siquiera registro el nombre por el que me llamó. El chico frente a mí está vestido como chica. El pelo corto marrón está rizado en las puntas. Sus ojos color chocolate están delineados y sus pestañas tienen rímel. Sus labios llenos brillan a causa de su labial. ¡Si hasta tiene rubor! Bajo la mirada hasta su vestimenta con curiosidad. Viste jeans súper ajustados, camisa negra sin mangas y una bufanda azul eléctrico. Es mi completo opuesto.

—¿Terminaste con la inspección? Que conste que ya te dije que no eres mi tipo.

Siento mi cara arder. Acabo de mirarlo como odio que me miren a mí.

—Lo siento —digo—. Estuve fuera de lugar.

—Ah, no hay problema, dulzura, estoy acostumbrado.

Estoy parada en medio del pasillo cerca de un hombre y no estoy entrando en pánico. Realmente hoy ha sido un día diferente.

—Soy Melvin. Pero puedes llamarme Mel. —Vuelve a entrelazar nuestros brazos y me incita a caminar—. ¿Charlie es realmente tu nombre o fue una burla de Milan?

—No. Mi nombre es Amanda. —Me paro frente a la puerta de mi aula y miro a Mel—. ¿Milan es el idiota que me quiso poner en ridículo?

Mel asiente.

—Oh, señor, sí. Ese caramelo con chocolate es Milan. El bombón más deseado de la escuela, y el idiota más grande del condado. Tienes que contarme de qué iba todo el escándalo esta mañana. Toda la escuela lo está comentando, pero quiero la versión original. Desde lejos puedo decir que fue caliente. Ese beso... ¡Uff!

No lo esperaba, ser noticia en mi primer día no era para nada de mi agrado. Quiero pasar lo mas desapercibida posible, así que mejor descubro cómo acallar los rumores y volver al anonimato. Además, me interesa saber cómo Mel maneja ser como es.

—¿Qué tal si me acompañas en el almuerzo? —Me encuentro diciendo—. Yo te cuento todo lo que pasó, con todos los detalles, y tú me dices cómo sobrevives a las burlas por ser como eres. Y me ayudas a salir de este embrollo que el tal Milan provocó.

Mel cruza los brazos y deja caer la cadera.

—Eres una chica directa, pero la verdad no tengo ni que pensarlo. Así que tienes una cita para almorzar, dulzura. Te veo en la cafetería.

Mientras lo veía alejarse de espaldas, sonrío.

—Hecho.

***

Me siento frente a Mel con mi bandeja de comida. Gracias a Dios escogió una mesa en el patio donde no había muchos estudiantes. Saca un espejo de su bolso y se retoca su labial. Realmente es mi opuesto. Donde yo visto holgado y masculino, él viste todo pegado y femenino. Tal vez esa es la razón por la que no le tengo aversión. Súmale que me inspira confianza y tal vez un poco de travesura.

Amanda MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora