Mayo de 2047.
Habían transcurrido varias semanas desde la muerte del profesor de Biología de Cristy.
Desde ese entonces, en Mignoug no había ocurrido ninguna muerte más en condiciones similares a esas circunstancias.
De hecho, la plaga o lo que fuera, se había detenido en casi todos los lugares.
La gente empezaba a volver a su cotidiana normalidad y el terror por la «epidemia» empezaba a diluirse, a quedar atrás en el pasado, como un incidente que, si bien era atroz, ya era considerado un recuerdo desafortunado.
Esa noche, como de costumbre, estuve hablando con Cristy, desde la pantalla holográfica de mi ordenador y le «mandé un beso de buenas noches» antes de irme a dormir. Estaba verdaderamente cansado, así que no quise cenar abajo en la sala con mis padres, solo fui a la cocina y me tomé un poco de leche que acompañé con un par de galletas.
Esos días estábamos muy ajetreados con los exámenes del último trimestre, pues el curso se aproximaba a su fin y ya se sentían los colores, los avisos publicitarios, las canciones y los entusiasmos que provocaban las inminentes vacaciones de verano.
Bueno, ¡por fin estaba en la cama! (El día se me había hecho interminable). Quería leer un poco, pero no duró el intento más de dos minutos, pues me quedé profundamente dormido.
Ese mismo día a dos mil kilómetros de distancia...
Darel, era el presidente de la compañía secreta de Los protectores.
Ahora se dirigía al gran edificio acristalado esférico que estaba en el centro de la ciudad de Dreams.
Iba a presidir la reunión en la que se tenía que tomar una de las decisiones más importantes en muchísimos años.
Entró puntual como siempre al edificio y abordó uno de los ascensores de la planta baja. El piso número 17 estaba exclusivamente reservado para los miembros de la junta directiva y solo se podía acceder a él haciendo uso del escáner de retina que había al lado de los otros pulsadores con los respectivos números de las distintas plantas.
Las reuniones especiales como esa solo se tomaban en la sala de El Rectángulo de Cristal, una sala que, como su mismo nombre lo indica, era rectangular por los cuatro costados del cristal, menos por un sector cercano a la entrada de la derecha. Esta tenía una gran estantería donde se guardaban Los documentos de Aurin, archivos que contenían los sucesos más relevantes transcurridos en los últimos mil años.
Cuando vencía ese milenio, pasaba a guardarse a la cámara secreta, que solo tenían acceso a ella ocho miembros.
Estos ocho miembros componían la junta directiva de la compañía.
Eran los únicos que sabían toda la verdad sobre Aurin y ahora tenían la responsabilidad de elegir a los candidatos, de los que dependía la supervivencia de todo Aurin.
Ya se habían suscitado otros eventos difíciles de solucionar. Pero ahora la amenaza era muy grave, de hecho, era vital.
De los varios miles de candidatos observados, solo habían pasado a la prueba final un centenar de aspirantes.
Ellos habían sido observados desde que eran niños, por los «drones vigilantes», aunque ninguno de esos niños ni otras personas se habían percatado de ello.
Los pequeños discos voladores gravitaban a cientos de metros de distancia, muy por encima de ellos, pero tenían «una gran agudeza visual», y las imágenes eran directamente transmitidas, a la Sala de Observación.
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Los Conectores 1: Descubriendo Aurin (Completa)
Science-Fiction¿Qué harías si descubrieras que no existes realmente, pero al mismo tiempo eres una pieza clave para la supervivencia de millones de seres...? ¿Qué harías si tuvieras una cualidad única especial, y por ello corriera peligro tu vida? Descúbr...