CAPÍTULO 8: SECUESTRO

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Ricky, bajó las escaleras lo más rápido posible. Sintió como los hombres también salieron por la escalera de emergencia y oyó que decían «¡Allá va, atrapadle!». Una vez en la calle corrió lo más rápido posible, con todas sus fuerzas. Sus ojos se dirigían solo hacia adelante, pues no quería perder tiempo, ni se atrevía a mirar atrás.

De los seis hombres que habían entrado en la casa, tres se quedaron en ella y los otros tres corrieron a perseguirle. Los que corrían tras Ricky, habían dejado sus armas en la casa, pues no querían llamar tanto la atención de la gente, ni que acudiera o los detuviera la policía. Si atrapaban a Ricky, le inyectarían un calmante, y bajo esos efectos lo conducirían de vuelta a la casa en la que estaban los demás hombres.

Pero atrapar a Ricky no era tarea fácil. Ricky era un excelente corredor y en esas circunstancias aún corría más deprisa. Pronto pasaron de tres perseguidores a dos, pues uno ya no pudo seguir ese ritmo y se quedó atrás.
Corrían entre los coches que les iban tocando el claxon y esquivándolos, tanto a él como a los que lo perseguían.

Ricky sentía que le seguían los talones de cerca.

Se acercó a uno de los puentes peatonales de la ciudad, que pasaba encima de un río, subió medio centenar de escalones que conducían hacia arriba, y siguió corriendo.

Sentía el pulso de su corazón en las sienes, parecía que le iba a estallar el corazón o la cabeza.

No se dio cuenta de que ya solo quedaba un perseguidor detrás de él.
Al final del puente, habían otros cincuenta escalones que bajó lo más rápidamente posible. El hombre que lo seguía al descender por los escalones tropezó y cayó estrepitosamente. Sin embargo, logró levantarse a los pocos instantes y siguió corriendo tras Ricky.

Eso le proporcionó algunos segundos de ventaja a Ricky, sobre su perseguidor.

Siguió corriendo y dobló hacia la derecha en una calle, con la mala suerte que, al adentrarse en ella, se percató de que era una calle sin salida.
De repente, se encontró con un dilema: si volvía hacia atrás posiblemente se encontraría de frente con su perseguidor y no podría escaparse.

Así que decidió seguir hasta el final de la calle, y esconderse detrás de unos grandes contenedores de basura que había allí.

Esa decisión también la tomó porque no podía seguir corriendo, estaba a punto de desfallecer.

Así que allí, escondido, esperó y deseó que no pudieran encontrarle.

Fueron pasando los minutos y Ricky no notó ninguna presencia sospechosa alrededor. Al ir pasando cada vez más tiempo, finalmente se convenció de que ya nadie lo estaba persiguiendo.

Así que, con mucho cuidado y lentamente, se asomó detrás de los contenedores donde estaba escondido y fue incorporándose hasta quedar erguido otra vez. Se percató de que la calle estaba sola y empezó a andar en dirección contraria. Por fin salió de ese callejón y vio que no había nada extraño, la gente andaba con normalidad, y se cercioró de que ya no acechaba ninguno de sus perseguidores.

Se encontraba confuso y no sabía a dónde dirigirse, pero estaba preocupado por la suerte que había podido correr su familia.

Había dejado a su madre y hermana con aquellos hombres, y su padre, por la hora que ya era, debía de haber vuelto del trabajo.

Decidió que lo mejor sería volver a casa y ver que había pasado. La inquietud por regresar era mayor que su preocupación sobre lo que le podría ocurrir a él.

Después de desandar todo lo que había transitado, pues se encontraba a unos kilómetros de su destino, fue gradualmente divisando a lo lejos la silueta de su hogar. Finalmente estaba de vuelta.

Los Conectores 1: Descubriendo Aurin (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora