Todos los chicos y chicas, se miraron extrañados entre ellos. Pero sin mediar palabras, hicieron caso a aquellos hombres y fueron entrando ordenadamente dentro del edificio.
La recepción era enorme, con el suelo de mármol de un blanco brillante. Columnas, asimismo, de mármol rosa, en perfecta simetría entre ellas. En el techo colgaban lámparas esféricas plateadas.
Y en el centro de la recepción había una especie de fuente o estanque, con surtidores de agua de diferentes colores, pues eran iluminados desde el interior, con un sistema de luces cambiantes.
También se escuchaba una hermosa melodía como música ambiental.
Había amplios sillones a intervalos, y personal del edificio sentados cómodamente conversando entre ellos, mientras tomaban un descanso.
Al final de la recepción se encontraban ocho grandes ascensores, y justo en la pared sobre ellos, había pantallas holográficas, mostrando diferentes etapas de la vida de las personas, mientras repetían: «Cuidamos y protegemos de usted desde que nace hasta que muere».
Los hombres que llevaban al grupo, dividieron a la gente entre los diferentes ascensores, y los subieron a la planta número 20.
Una vez que se abrieron las compuertas de los ascensores, se encontraron en una amplia estancia; era un gran gimnasio, con muchos aparatos para entrenarse físicamente.
Máquinas de pesas y esfuerzo, máquinas de cintas de correr, máquinas para mantener el equilibrio, entre otros aparatos.
—¡Vaya! —dijo Fisher, uno de los muchachos que estaban allí entre el grupo—, sí que lo vamos a pasar bien aquí. Cuando salgamos seremos todos unos atletas, podremos participar en los próximos juegos del milenio.*(1)
—¡Oh, no! —se quejó Rash—. Aquí ni siquiera hay sofás como abajo. Yo que me pensaba que nos traían a un centro de relax. Sí, sí, cuidamos de usted desde que nace hasta que muere, —dijo sarcásticamente haciendo referencia a los hologramas vistos en la planta de abajo—. ¡Aquí sí que vamos a morir, pero de esfuerzo!
Ese comentario desató la risa de la mayoría del grupo.
Entonces los demás se relajaron y empezaron a hablar entre ellos de todo lo que les estaba pasando, y cuál sería la razón que les había impulsado a venir a este lugar, dejando todas las cosas atrás.Pronto se generó un gran murmullo de voces, hablando todos a la vez.
De repente aparecieron dos personas, caminando hacia ellos. Entonces se detuvieron delante de todo el grupo. El hombre era alto y fuerte, de pelo castaño, de unos 50 años de edad. A su lado había una mujer de unos 35 años, alta y delgada de pelo rubio, vestida con una bata blanca.
—Silencio por favor —dijo el hombre en voz alta—. Presten atención.
Entonces, poco a poco fue disminuyendo el barullo de voces, hasta que hubo un completo silencio, mientras que las miradas de los jóvenes se clavaban en los dos extraños que se encontraban frente a ellos.
Todos necesitaban respuestas, y seguro que ahora entenderían un poco, todo lo que les estaba ocurriendo.
En medio de ese silencio que ahora reinaba, el hombre empezó a hablar:
—Buenos días, primero que nada, me gustaría presentarnos.
Yo soy Darel, el presidente de la compañía de Los Protectores, y quién está a mi lado es la doctora Keira.»La compañía Los Protectores que tengo el honor de dirigir se dedica en un segundo plano a ofrecer seguridad y protección a personas influyentes. Vienen de numerosos lugares diferentes, sí, en realidad vienen de todo Aurin.
Les ofrecemos seguros para el hogar, seguros de vida, protección mediante guardaespaldas calificados y un sinfín de otros servicios que les proporcionarán seguridad y protección.
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Los Conectores 1: Descubriendo Aurin (Completa)
Ficção Científica¿Qué harías si descubrieras que no existes realmente, pero al mismo tiempo eres una pieza clave para la supervivencia de millones de seres...? ¿Qué harías si tuvieras una cualidad única especial, y por ello corriera peligro tu vida? Descúbr...