Aceptación

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¡Holi, mis niñas! :3

Aquí les traigo el tercer capítulo. 

Espero les agrade. Ahora, sin más...

¡A leer!


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Cuatro días después...

En la mansión Halakti...

—Yami, me imagino que ya estás saliendo con Yugi ¿Verdad? — Cuestionó el padre del Oji-Rubí.

—Pues...estoy en eso...— Contestó.

—Entonces ¡Apúrate, en cuanto más rápido mejor, necesito ver a esa familia en la ruina de una vez por todas! — Gritó —. Y lo he estado pensando...

— ¿De qué se trata, padre?

—Cásate con ella, para que así el dolor sea más grande — Sonrió perverso.

—¿¡Qué!? No, no quiero casarme — Dijo Yami enojado.

—No te lo estoy preguntando, te casarás, la lastimarás, ella se irá y te divorciarás.

—Papá... ¿Te olvidas de Anzu? Me dejará si hago eso...

—Me importa lo más mínimo esa muchacha, continúa comprándole sus caprichos, así verás que nunca se apartará de ti. Además ella sabe que lo haces por ver a la familia Mutou en la miseria — Dijo mientras se dirigía a la salida de la mansión —. Ah, y por cierto quiero que esta noche sean novios, sin excusas ¿De acuerdo? Adiós, Yami.

—Adiós... padre — Contestó. Inmediatamente se comenzó a escuchar el timbre —. ¿Y ahora que habrá olvidado?  

Pensó a la vez que se dirigía a abrir la puerta. 

 — ¿Anzu?...

— ¡Yami! — Gritó para luego balancearse sobre éste, haciendo que ambos cayeran.

— ¿Qué pasa? ¿Por qué viniste tan temprano? — Cuestionó levantándose y ayudando a la castaña.

— ¿Ya se te olvidó? Me dijiste que hoy te ayudará con la chica esa — Mencionó fastidiada.

—Perdón, lo olvidé. Déjame cambiarme y nos vamos ¿Esta bien?

—Sí, mi Yami — Dijo para darle un beso en los labios.

En la mansión Mutou...

La hermosa jovencita de ojos amatistas, se encontraba escribiendo muy cómodamente en el escritorio de su sala, hasta que alguien tocó su puerta. Ésta se aproximó a abrirla, ya que Miho estaba preparando el almuerzo y no quería interrumpirla. 

Al abrir, nuevamente se encontró con...

— ¡Hola, Jonouchi! — Gritó emocionada —. ¡Vamos, entra! Tengo mucho que contarte...

—Hola, Yug — Dijo desanimado.

La menor se percató de su actitud. 

— ¿Qué te pasa, Jou? — Cuestionó ella.

¿Mi Perdición? Es AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora