Histeria

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Estuve consciente cada segundo.
La oscuridad se había tragado al mundo y a mí con él.
No podía ver absolutamente nada, el poco aire que tenía me obligaba a tomar bocanadas directas, se sentía como una lija en la garganta, el sabor metálico impregnaba mi boca y sentía como si me ahogara en ácido con los pulmones a punto de estallar.

Un dolor agudo que me partía el alma en dos, iniciando en el muslo de mi pierna derecha y serpenteaba a través de toda la articulación, el calor proveniente de la parte inferior derecha de mi estómago acompañado de fuertes pulsaciones y ardor insoportable que provocaba que cada exhalación fuera una lenta agonía, sumado con las numerosas heridas de las palmas de mis manos y la terrible presión en las lumbares me hicieron saber que no estaba muerta.

Sabía que tenía más lesiones, pero la pierna y el estómago las ahogaban todas.

Poco a poco fui acostumbrando mi vista a la oscuridad, tratando de mantener la calma y cordura que se limitaban al agarre de la mochila. Estaba perfectamente consciente que si no salía de allí moriría desangrada o asfixiada, dada mi suerte seria la opción más dolorosa.

Ruidos lejanos comenzaron a aparecer mientras que yo entraba y salía del dolor, la oscuridad y el polvo.
Tenía que mantener la cordura hasta que lograra salir de allí.

Me encontraba viva gracias al "triángulo de la vida" en el que me había resguardado, pero aun así una viga gigante yacía  casi por completo sobre mi tórax y piernas, pequeños pedazos de madera y quien sabe que otros materiales se incrustaban o rasgaban peligrosamente mi carne.
Mi brazo derecho se encontraba atrapado debajo de una lámina de metal.

Tenía que calcular muy bien mis movimientos, aunque me encontraba en un último piso - y eso fue parte de mi supervivencia - yacían infinidad de cosas sobre mí y si hacia un movimiento en falso quedaría aplastada.

Primero vislumbre la lámina de metal sobre mi brazo y después de poner lo que parecía ser una roca para que substituyera el soporte de mi brazo, comencé a tirar con todas mis fuerzas hasta que sentí como mi hombro cambió de lugar.
Pude haberme despedazado la lengua si no hubiera empezado a caer de nuevo en ese sueño infinito.

-Keyra- Escuché a lo lejos. Quizá fuera por el estado en el que estaba o quizá por mi orgullo estúpido pero no contesté, saldría de eso sola y les demostraría a todos - y a mí misma - de lo que era capaz, me aferré a ese pensamiento.

Con la mano izquierda sostuve el hombro ahogando un grito de dolor y empecé a hacer movimientos circulatorios con el brazo, poco a poco hasta que por fin salió de un tirón, tal vez fuera mi imaginación pero parecía estar más escuálido... mas plano.

Ahora sólo faltaba la viga y encontrar un camino a la superficie.

La viga, según mi parecer sostenía pedazos de  tabla roca y varilla, nada que me pudiera hacer tanto daño y a pesar que no se encontraba atascada, su peso era excesivo.

Sacar mi tórax fue la parte más sencilla, pero las piernas fue otro infierno, la lesión en la izquierda la hacía inútil y el dolor de mi estómago me hacía casi imposible moverme.

Pero tenía dos opciones, quedarme allí y morir o sobrellevar el dolor y morir en el intento, poco desalentador.

Así que por lo que fueron años traté de tirar mi cuerpo hasta que estuve casi segura de que me terminaba de desangrar, tendría que probar otra estrategia.

A mi lado izquierdo un poco alejado se encontraba un pedazo de varilla, me estiré para tratar de agarrarlo y en el proceso pude sentir como algo se clavaba más en la parte de mi estómago; Cuando al fin lo tuve en mis manos, deslicé la varilla por mi pierna derecha rasgando el traje y parte de la pierna hasta lograr ponerla en medio de estas, después de hacer un poco de presión, pude liberar mi pierna derecha pero aun faltaba la izquierda.
Pateé la viga para tratar de quitarla pero no se movió ni un milímetro.
Tuve que repetir el proceso de la varilla y al deslizarla sentí como si me rompiera en pedazos, al hacer la palanca pude ver estrellas y niebla.

TósigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora