Daniel

150 15 13
                                    


—Agua—rogué con un hilo de voz.

Sentí qué mi cabeza explotaría en cualquier momento, sentía como si alguien me estirara la piel de la cara, todo mi cuerpo me dolía como si una multitud me hubiera pasado encima.

Una mano me sostuvo la cabeza mientras que me acercaba un recipiente lleno de agua. Bebí hasta no dejar ni una gota.

¿Pero dónde estaba? 

Sobresaltada di un manotazo al recipiente que cayó con un golpe sordo, mientras que me arrastraba hacia atrás lo más rápido que podía hasta tocar con piedra, sentí el palpitar de mi corazón cada vez más rápido,  ¿qué me había pasado?

Miré en todas direcciones .Delante mío había un chico.
Quizás unos dos años mayor que yo, cabello castaño dorado, cuerpo perfectamente esculpido, su boca era una línea gruesa sin expresión, tez de un exquisito color café con leche, su ropa estaba hecha jirones, estaba lleno de lodo, hojas y heridas que no disminuían su belleza y atractivo. Y sus ojos, sus benditos ojos color café claro, que te llegaban al alma, con una cierta tonalidad gris que denotaba cansancio.

—Tranquila, no quiero hacerte daño —dijo subiendo sus manos a la altura de su cuello.

—Me llamo Daniel. Te encontré desmayada poco más abajo y te traje aquí hace ya rato — dijo con una sonrisa tranquilizante.

—¿Dónde estamos? ¿Cómo llegaste aquí? —dije con una voz entrecortada.

Él me ofreció una mano que é con precaución, me costó  trabajo pararme y mantenerme en pie.

—Estabas deshidratada y tienes bastantes heridas, es normal que te cueste trabajo levantarte—  dijo en un intento de hacerme sentir mejor.

—No has contestado mis preguntas — dije tajante.

— Uno espera cuando mínimo un simple gracias, claro que en otras circunstancias esperaría que me invitaras a cenar, un beso de agradecimiento, al fin y al cabo te salvé la vida — dijo esbozando una sonrisa burlona.

Esto estaba llevándome al límite, sabía que lo mejor era no exaltarme y quedarme con él, pero no estaba completamente cuerda, así que me di media vuelta y me encaminé lejos de aquel sujeto, aunque fuera lo menos sensato.

—Espera—gritó— perdón si te molesté, creí que algo de humor vendría bien.

 —¡¿Algo de humor?! — grité  —hubo un ataque, ni siquiera sé lo que sucedió y a juzgar por tu estado tú tampoco; ¡Y TÚ CREES QUE ALGO DE HUMOR VENDRÍA BIEN! Mi familia murió, toda la ciudad está en llamas ¡¿y tú quieres hacer chistes?!- dije roja de la ira, sentí cómo las lágrimas amenazaban por salir de nuevo.

TósigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora