Horas antes

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Todos hemos sentido una lágrima por la mejilla.
Todos hemos sentido que el mundo se cae en pedazos.
Todos hemos sentido un vuelco en el estómago.
Todos nos hemos sentido solos.

Fuego.
Ardía sobre mi piel, quemándola un poco mas en cada momento.
La sensación era tan insoportable que me hizo despertar.

Esa noche había dormido tan bien y estaba tan cansada por la falta de sueño que había acumulado en los meses pasados a causa de las horribles pesadillas que surcaban en mi mente al dormir.
Debido a esto, no me percate de que dejé la segunda persiana abierta permitiendo a los tormentosos rayos de sol entrar directamente por la ventana para chocar contra mi piel.

A estas horas el sol era insoportable, todo gracias a la ya casi inexistente capa de Ozono que se debilitaba cada día mas por la contaminación.

Increíble que en estas épocas uno no pudiera irse a dormir sin preocuparse por cerrar bien las tres capas de persianas para evitar ser casi incinerada por la mañana. Quizá fuera un poco dramática, aunque nadie me negaría que el ardor por las quemaduras era increíblemente molesto e incluso tortuoso.

Con un suspiro deje mi cama para ir a la cocina.

Presioné el botón de cereal con leche y luego de unos segundos salió un plato azulado con mi desayuno del Bicreem, a mi parecer, de los mejores inventos; Una pequeña máquina con millones de botones, solo introducías un plato, presionabas lo que querías comer y listo.

Me acerqué a la ventana, me encantaba ver a la gente moverse de un lado al otro en las cintas transportadoras, ver los jets pasar por el horizonte, pero lo que más me gustaba era imaginar cómo eran las cosas antes, cuando el cielo era azul en vez de gris, cuando los árboles nacían de la tierra y no de una fábrica, cuando uno podía salir sin preocuparse por los riesgos respiratorios, todo antes que yo naciera, mucho antes.

Lo sabía por las clases de historia que nos obligaban a ver en nuestro scufax, el scufax era un aparato parecido a una gorra que se conectaba a nuestro cerebro llenándolo de toda la información que necesitábamos, esto hacia más fácil, rápido y efectivo el aprendizaje.

—Keyra, no deberías estar tan cerca de la ventana sin tu máscara, es tóxico querida—dijo mi madre, aunque las mascaras protectoras no eran necesarias en el departamento, ella siempre estaba con sus delirios.

—¡Me has dado un tremendo susto!— dije, poniendo una mano en el pecho.

 —Bueno, estabas tan exhorta en tu sueños que no te has dado cuenta que llevo un buen tiempo aquí, ahora vete a otro lado que voy a tener una conferencia con unos inversionistas — dijo mi madre sin voltear a verme ni una sola vez.

—¿Vídeollamada de nuevo?— dije en tono aburrido.

—Sé que no te agrada que me tarde tanto hablando, pero trabajo cariño, ¿por qué no vas a dar un paseo?— dio fin a la conversación.

Dejé el tazón de cereal sobre la mesa y fui a mi habitación, pequeña, no muy colorida, pero la escogí por el ventanal gigante que tenía vista a La montaña.
El departamento debería de ser muy costoso por la zona, el tamaño y de más, pero a la mayoría de la gente no le gustaba ver o estar cerca de La montaña, piensan que deshacerse de la naturaleza fue lo mejor que el gobierno pudo hacer, aún así en cada ciudad dejaron un área verde como monumento y La montaña era la más grande de todas, además atrás de ella se desprendía todo un bosque.

TósigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora