Capítulo 16

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El hombre llegó con una frazada y le tapó la espalda.
Llevaba horas en la misma posición, tan sólo viendo la ventana, viendo el tiempo correr, las gotas caer y su vida desmoronándose.
Suspiró y se sentó en el sillón a un lado.
La casa entera tenía mal aspecto. Las pilas de trastes se habían acumulado así como el polvo. Era como si sus vidas se hubieran colapsado y la casa venido abajo.
Logan vio unos crayones en el suelo, al igual que un dibujo. Se agachó a recogerlo cuando sintió un débil empujón.
—¡No toques eso! ¡Déjalo tal y cómo él lo dejó!
Sus ojos, encogidos de tanto llorar, se cerraron con fuerza mientras se aventaba al suelo a tratar de volver a tirar y acomodar los crayones tal y como estaban.
El cazador la vio con pena, mientras se agachaba a recogerla.
—Tienes que comer.
Ella derramó otro par de hilos de lagrimas.
—Verte así me causa dolor. –era inútil.
Amelia, encogida en el sillón, hundió la cabeza en sus rodillas, envolviéndose como capullo.
—Se lo llevó...
Bajó la cabeza.
Logan se odiaba como nunca al no haber podido matar a al vampiro ancestral cuando pudo. Le robó lo que más quiso alguna vez, y había vuelto a atacar.
—¡Juro que lo mataré!– golpeó la pared con fuerza. Su puño comenzó a sangrar, más no importaba, su coraje y furia eran mayores.
Amelia se levantó y siguió mirando por la ventana. Sabía que ahí no lo encontraría pero ver al interior de la casa, donde Darío antes corría y ahora no lo hacía, le causaba dolor.
—¡Debes recuperarlo! ¡Él busca a Annete! ¿No?
Logan la miró con desconfianza.
—Si...
Su rostro se iluminó al confirmarlo.
—¡Entonces hay que entregársela a Martín! ¡Tal vez haciendo un trato nos devuelva a nuestro hijo!
De inmediato, el cazador retrocedió. Su rostro cambió luciendo ahora encolerizado.
—¿Has perdido la cabeza?— no podía decirlo en serio.
Amelia rompió en llanto soltando algunos gritos de dolor.
Logan se acercó tranquilizándose. Ambos estaban vueltos locos y probablemente habían sido los días más difíciles de sus vidas.
La rodeó con sus grandes y fuertes brazos y las lágrimas recorrieron su duro rostro.
—Lo encontraremos. Martin no se lo llevaría en vano.
No lo diría, pero la mayoría lo que más temía no era que estuviera muerto, si no que lo hubieran convertido. De ser así éste sería expulsado de la comunidad y asesinado.
Además, aún si era el caso, las probabilidades de que un pequeño cuerpo como el suyo sobreviviera al veneno eran casi nulas. Pero sí era un hecho que sufriría bastante hasta consumirse.
Apretó a su mujer con fuerza.
—Entrega a Annete. Salva a Darío...– susurró ella entre sus brazos.
Retrocedió para mirarla.
—¡No puedo hacer eso! ¡Es mi hija!
—¡También lo es Darío!– bramó empujándolo con fuerza ante su negativa.
El cazador retrocedió endureciendo el rostro.
¿Cómo podía pedirle algo así?
—No, no lo haré. No puedo sacrificar a uno de mis hijos por el otro. Buscaré a ese  infeliz y lo decapitaré.
Amelia pegó una risotada al cielo.
—¿Hasta cuándo? Han pasado años buscando su nido, no vas a encontrarlo en dos días. ¡Mi hijo morirá, si es que no lo está ya! ¡Ofrécele a Annete a cambio!
La temperatura comenzó a subírsele a la cabeza. No estaba hablando con claridad.
—¡Ya te dije que no!
Ella dio un zapatazo con rabia.
—¿Para qué la quieres? ¡No te importa su vida!
—¡Claro que me importa!
— ¡Si así fuera ni siquiera hubieras permitido que se fuera de la casa!– soltó burlona con una horrible expresión en el rostro, desafiándolo.—Su sangre está manchada con la sangre traidora. Salva a Darío, tu mejor hijo.
Logan enmudeció. Aquél había sido un doloroso golpe bajo. La Amelia que tenía enfrente no era la que quería, no era por la sentía amor. Ésta era cruel y despiadada, egoísta y desgraciada.
Todos aquellos meses tan sólo preguntándose dónde estaba su hija y qué había sido de ella, pero jamás salió a buscarla. En cambio siguió ocultando su existencia por que así debía de ser, y en lugar de por lo mismo, acercarse más, tan sólo la alejó. Dejándola sola con su odio y tristeza.
Su madre y Carmen estarían decepcionadas.
Apretó los puños odiándose por no haber hecho nada.
—Buscaré a Martin yo mismo, movilizaré junto con mi padre y sus hombres a los cazadores. ¡No entregaré a mi hija y yo mismo salvaré a Darío!
Amelia torció la boca indignada.
Aquello era demasiado.
Era cierto, jamás le agradó la chica, al contrario, le estorbaba.
—No, no lo harás. Tenemos un método rápido y efectivo de hacerlo, negociar con aquél vampiro por Annete. Es la mejor opción y tú no quieres aceptarla. No dejaré que pase más tiempo con la vida  de mi hijo en peligro.  Si tú no haces nada, yo misma lo haré.
Decidida le dio la espalda y salió de la habitación.
Logan la vio alejarse con la mirada perdida.
Estaba demasiado mal en aquellos momentos. Toda, la situación entera, era una mierda.




Ocaso EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora